Publicidad

Irse yendo

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Guillermo Zuluaga
10 de marzo de 2023 - 02:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

La frase, mirada desde la sintaxis y el correcto uso de los tiempos, tiene cierto embeleco que gusta a los lingüistas. Los mayorcitos la han utilizado un poco más extensa: “ahí nos vamos yendo”, y tiene cierto tufo conformista. Parodiando a los arrieros, ha sido sinónimo de “en el camino se van arreglando las cargas”. Así que, calma.

Usada pues sin muchos miramientos, en ciertas poblaciones rurales, esta perífrasis, para las nuevas generaciones, las de redes sociales y su ahorro semántico, quizá no diga mucho.

Se piensa en ella esta semana, claro, cuando se hace público un informe del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), que señala que casi 550 mil colombianos se marcharon en 2022 y quizá no regresen en el medio plazo (El País, febrero 18). Los colombianos están aplicando eso de “irse yendo” -literal- pues al parecer los cobija más la desesperanza.

Según la investigación, la salida de colombianos duplicó, y por bastante, el promedio de 200 mil que por más de una década era constante. La cifra tan abultada -¡más de medio millón!- es utilizada, cómo no, por los opositores del gobierno actual para decir que aquellos se van yendo o se fueron, dado el estado de pesimismo que genera el futuro inmediato del país, y no tienen en cuenta que, según el estudio, la abundante salida “inició en marzo de 2021 y coincidió entonces con una mayor disponibilidad de vacunas contra el covid-19 y menores niveles de contagio de la enfermedad en la población”, o sea, es probable que desde el mismo gobierno Duque (El presidente joven más viejo que ha tenido Colombia) ya quisieran irse, pero debido a las restricciones del COVID, no pudieron hacerlo. Aunque también hay que aceptar que, sigo con el informe, en este enero el número de emigrantes creció 2,3 veces frente al mismo mes de 2022 -aunque también habría que decir que enero, mes de vacaciones, casi siempre es época usual para salir.

El informe especula que las razones, en su mayoría, están sustentadas en lo económico, en tanto el peso colombiano es una de las monedas más devaluadas. Entonces, la tasa de cambio frente al dólar u otras monedas fuertes posibilita el envío de remesas, que, como se vio, en 2022 tuvo un aumento casi del 10% con respecto al 2021.

Más allá de las lecturas que puedan hacerse para juzgar o atacar este gobierno o el anterior, el estudio sí señala algo demasiado preocupante para el país, y es la salida de los jóvenes, pues un 35% de esos 550 mil y pico de emigrantes corresponde a personas entre 18 y 29 años. Al parecer los “muchachos” de ahora no tienen ancla como sí se tuvo hasta hace tan poco y por fortuna también cada vez son menos los países que restringen la llegada de colombianos, que si bien a veces son (somos) mirados con cierto recelo en puertos o aeropuertos, en su mayoría, en especial las mujeres, tienen fama mundial por su disponibilidad para trabajar y el trato amable con empleadores y con la gente de su entorno.

El éxodo de nuestra juventud sí debería llamar a preocupación no solo del gobierno sino del Estado en general. Que los jóvenes se decidan a jugarse a la incertidumbre de otro país, sí es muy preocupante o debería serlo: cada vez la población se envejece con lo cual la capacidad laboral va perdiéndose, y surge la inquietud por quién va a cubrir las vacantes. Y claro, en el momento muchos venezolanos están llenando ciertos puestos, pero al hablar con ellos, muchos quieren regresar en el momento en que la situación mejore en el país vecino.

(Esa capacidad laboral o física también tendrá repercusiones en nuestro deporte. Seguramente muy pronto veremos a más deportistas nacidos en Colombia, llevando el uniforme de sus países receptores).

La marcha sin retorno de nuestros jóvenes tiene otra implicación más allá de la fuerza y la vitalidad física: la fuga de cerebros en el punto máximo de su capacidad reduce la fuerza creadora, el talento, lo cual afectará la actividad cultural, nuestro pensamiento crítico, y por ende la Cultura colombiana podrá sufrir estancamiento. Idos los jóvenes se pierde ese diálogo intergeneracional (muchos por ejemplo no tendrán un viejo que les explique la frase que titula esta columna) tan importante para la trasmisión de saberes, de experiencias que a lo mejor enriquezcan el futuro cultural o pluricultural del país, que siempre ha sido una de las riquezas, aunque se han quedado más en discursos nostálgicos y nacionalistas que en realidades.

Ahora bien, si no podemos atajarlos, pues sería casi un anacronismo, en esta “aldea global” y siempre van a querer irse yendo, el Estado (en especial gobierno, academia y empresa) sí podría brindarles algunas excusas para quedarse. El gobierno, quizá el mayor responsable, debería incentivar, dar algunas prebendas, auxilios a los jóvenes, para sus emprendimientos, y tener trato especial con los que habitan las áreas rurales para que se queden y siembren la tierra… (Escribo esto y caigo en cuenta de que en zonas campesinas no se encuentra fácilmente quien quiera desempeñar labores agrícolas).

La academia también debería hacer su aporte: es bien sabido que en muchos países el estudio de una maestría, o incluso de un posgrado es gratis… y hasta se da el caso de algunas naciones que le pagan a extranjeros para que vayan a sus universidades y luego les ubican laboralmente. Sobraría decir, pero no sobra que también muchos jóvenes tienen que ir a malemplearse en el exterior para pagar deudas de estudio contraídas en Colombia. ¡Vaya paradoja!

Por su parte, el sector productivo debería crear más puestos de trabajo y ojalá con más garantías, pues es difícil pensar en quedarse cuando el mayor horizonte que se le presenta a un joven es a tres meses cuando vencen sus contratos OPS -Órdenes de Prestación de Servicios.

Seguramente mientras yo tecleo estas últimas líneas algún colombiano –seguramente un joven- esté armando sus valijas para irse, y, más allá de unas posibles remesas, es una gran pérdida para el país en todos los sentidos que la gente se esté yendo.

¡Y ahí vamos!

Conoce más

Temas recomendados:

 

Atenas(06773)10 de marzo de 2023 - 12:58 p. m.
Memo, lo q’ anotas, con tales modismos, muy nuestros, de la región paisa, es una muy descriptiva forma de hacerlo entre serio y en chanza; sin falsas modestias no en vano somos pragmáticos y de allí q’ con frecuencia más nos destacamos. Y justo x ello, el asunto q’ somera/ abordas es grave y profundo: el éxodo de jóvenes y x 2 razones, la llegada de Petro y con ello más desempleo. Y crece el río.
@;-)=(4444)10 de marzo de 2023 - 12:56 p. m.
Muy cierto los chicos se van, es más, las universidades norteamericanas y europeas vienen a reclutar los mejores estudiantes de las universidades públicas y privadas ofreciéndoles postgrados gratis y posibilidad de financiación de empresas una vez terminen sus estudios.
Aquileo(2715)10 de marzo de 2023 - 12:37 p. m.
Con mucha razón, le temen al "no futuro ".
Rosa(57807)10 de marzo de 2023 - 10:27 a. m.
Se fueron y siguen yendonse, los jóvenes! Triste pero real. Conozco los dos casos, se fueron porque le ofrecieron postergados gratis, se fueron para luchar y pagar la deuda, y ésta, hay tanto dolor, que van a hacer fechorías con ese pretexto, justificando acciones ni tan buenas. Otros les va muy bien y agradecen al país que les brinda espacios de crecimiento y realización profesional, aunque con
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.