Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

(No) fue gol de Yepes

Guillermo Zuluaga

18 de julio de 2021 - 10:00 p. m.

Pasada la participación de Colombia en la Copa América, podemos decir que, en cuanto a folclorismo, ganamos por goleada. O, dicho en otras palabras, somos campeones continentales —quizá mundiales— de la bobada.

PUBLICIDAD

Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar

Durante meses, incluso años, luego del partido contra Brasil en el Mundial 2014, nos quedamos repitiendo que “fue gol de Yepes”. Lo decíamos entre chanzas, en las conversaciones de amigos y también los medios de comunicación “le dieron mucha bola” a ese tema. Una mentira tantas veces repetida y explicada que por poco nos han hecho creer como verdad. Y no hay tal.

Hace unos días tuvimos la reedición de aquel “gol de Yepes”, versión Pitana. Durante dos semanas hemos venido viendo, escuchando, analizando, explicando, volviendo a ver y analizando una jugada fortuita en la que el balón le da en la espalda al árbitro argentino en el partido que Colombia le ganaba a Brasil —otra vez contra Brasil— y después de ese momento, infortunado a todas luces pero parte del juego, nos empataron y nos derrotaron. Desde ese momento rumiamos esa jugada, diciendo que el árbitro estaba vendido, que se acomodó, que le faltó personalidad, que no tuvo un desempeño acorde con su categoría… Y enseguida, supuestamente el “comportamiento poco deportivo” de Martínez, arquero de Argentina que en los penales desconcentró a los nuestros.

Así vamos, de tumbo en tumbo, siempre posando de víctimas, de niños llorones, pero sin construir un relato serio, contundente, real, basado en resultados. Nos quedamos en las anécdotas.

Uno de los grandes responsables de que todo esto ocurra es el periodismo deportivo, “periodismo” que se acostumbró solo a eso, a transmitir eventos deportivos y no ayudando, desde o en torno al deporte, a construir una idea de pertenencia a una nación, a proyectos colectivos. No, nuestro periodismo deportivo, en especial el televisivo, vive de la anécdota, del día a día, de lo que venda, y no es extraño ver cómo se abren telenoticieros diciendo que el jugador J o C, de la selección nacional, en un entrenamiento “le hizo un taco” a otro jugador y que entonces “a lo mejor” el técnico lo tendrá en cuenta dentro de los 16 convocados para el partido del sábado siguiente. Eso en un contexto serio, en un país con pretensiones de triunfar en el deporte no se da. Y entonces surge la pregunta de si acaso no sería mejor ocupar ese espacio hablando de deportistas o del deporte en regiones olvidadas donde se construye en torno a esta práctica un sueño colectivo.

Read more!

Nos acostumbramos a vivir de “noticias” de esos divos de nuestras selecciones, repitiendo taquitos y, claro, eso se vuelve un círculo vicioso, porque entonces el deportista también se acostumbra a que cualquier majadería se la celebren, y no asume el deporte con el profesionalismo, la entereza y “los significados” que amerita el deporte de élite. Claro, tampoco se trata de exigirles a ellos más que a los verdaderos líderes que manejan las decisiones grandes del país.

En selecciones serias, donde temas deportivos no son tratados “tan deportivamente”, tan a la ligera, al otro día de una derrota, de una goleada, no se quedan buscando y justificando las tales injusticias ni los comportamientos de los rivales, sino que empiezan a planificar, tomar decisiones, reorganizar, replantear y ajustar proyectos: cambian técnicos si es del caso y si hace falta relevan jugadores; pero no, en Colombia ocurre todo lo contrario.

Read more!

La culpa entonces es del otro. Siempre es la excusa y como el fútbol es el espejo en el cual mejor se mira la sociedad, también vemos cómo un presidente que gobierna hace tres años todos los días sale a echarle la culpa a otro de lo malo que está ocurriendo. No ve que él representa un estilo de gobierno que lleva enquistado en el poder veinte años (incluso algunos dicen que es una forma que ha gobernado a Colombia durante más de 200 años con breves intervalos); pero no: este Gobierno —que tiene un Congreso enmermelado, que es dueño de Fiscalía, Procuraduría y Contraloría, jefe supremo de las Fuerzas Militares y dueño del presupuesto— lleva tres años largos sin aceptar que es el único responsable de sus acciones u omisiones. Aquí el problema es “el otro”, el que denuncia el problema, parece sugerirnos.

Nuestro presidente tiene a un señor P —a su Pitana— para expiar sus errores y nunca asume sus dificultades ni sus derrotas; sus estrepitosas goleadas.

Colombia, entonces, no aprende de sus derrotas ni en el deporte ni en su vida política. Solo interesa el relato de Caperucita y nunca el del lobo.

No ad for you

Y sin embargo, si queremos reclamar algo de grandeza en un futuro, Colombia debe asumir con entereza sus derrotas con la misma euforia que celebra los triunfos. Como país futbolero, tiene que asumir de una vez por todas que no fue gol de Yepes ni culpa de Pitana, que el problema fueron unos jugadores que no actuaron como profesionales en el campo de juego, que no asumieron su papel durante la totalidad del partido. Y sincerarnos, no insistir en que un partido contra Argentina, Uruguay o Brasil es “un clásico suramericano”; que estamos muy por debajo de esas y otras selecciones y empezar, en serio, a construir un proyecto para alcanzarlas o siquiera enfrentarlas con decoro.

Conoce más
Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.