Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Ese es el título del sexto capítulo de recomendaciones del volumen de “Hallazgos y recomendaciones” del Informe de la Comisión de la Verdad. Propone una transformación sustancial de la fuerza pública para que su actividad esté sintonizada con las necesidades de seguridad de toda la población y se recupere su confianza en las instituciones.
Esto implica un cambio de 180 grados en la doctrina que ha imperado en la fuerza pública en el pasado, basada en la mentalidad de conflicto armado, que ha considerado “enemigos internos” a quienes fueran críticos del Gobierno. La nueva doctrina debe basarse en el propósito de lograr la convivencia democrática, teniendo en cuenta desarrollos realizados dentro de la fuerza pública, como la doctrina Damasco, que habría que recuperar y profundizar, y orientarse a brindar seguridad a todos los colombianos, sin excepción, de manera diferenciada: por la Policía frente a agresiones internas contra sus derechos y por las Fuerzas Militares frente a eventuales agresiones externas.
Además de la modificación de la doctrina, la Comisión recomienda cambios en la regulación institucional de la fuerza pública y de los organismos de seguridad. Debería garantizarse que su direccionamiento esté bajo el liderazgo de la autoridad civil y que haya una política y un marco legal claros para el uso de la fuerza. Además, que se depuren adecuadamente los archivos de inteligencia, porque el sistema de depuración establecido por el Decreto 2149 de 2017 lo dejó en manos de funcionarios de inteligencia, ignorando que la Comisión Asesora creada por la Ley de Inteligencia (1621 de 2013, art. 30) recomendó que dicha depuración fuera asumida por un cuerpo independiente del Gobierno. También, que se perfeccionen los controles y procedimientos disciplinarios, judiciales y de ascensos. Y, sobre todo, que se ubique a la Policía en un ministerio distinto del de Defensa, adecuado a su carácter civil, en el que pueda desarrollar sus funciones de seguridad ciudadana, urbana y rural.
Un aspecto muy importante, que va más allá de los cambios doctrinarios, legales y administrativos, es el cultural. Se necesita una robusta actividad en materia de formación y revaloración de los principios, la ética, la memoria histórica, los procedimientos y las prácticas, de tal manera que los miembros de la fuerza pública y de los organismos de seguridad interioricen a fondo una nueva visión sintonizada con el conjunto de la sociedad, que deje a un lado la perspectiva maniquea de la que han estado impregnados hasta ahora.
Para todo lo anterior, el Informe recomienda la conformación de una comisión “con acompañamiento internacional, integrada por personas de reconocida trayectoria ética e integridad moral, que se encargue de asesorar y hacer seguimiento de la reforma”.
Es urgente crear esta comisión y lograr el acompañamiento internacional para que dejemos de ser una república militar, que es lo que hemos sido hasta el momento, y pasemos a ser una democracia de verdad, donde la Policía, las Fuerzas Militares y los organismos de seguridad sean amigos de la ciudadanía y estén a su servicio para garantizar la convivencia pacífica.
Gracias, Comisión de la Verdad.
* Embajador de Colombia ante la ONU en Ginebra.
