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No importa lo que piensen los más tradicionales, esta semana la apuesta es por hacer una modificación del cheesecake norteamericano con ricotta.
Se armó polémica con mi receta de los raviolis gigantes de la semana pasada. Una comentarista de la página de internet de El Espectador, llamada La Carioca, comento que “las hojas de lasaña son muy gruesas para armar un ravioli”, y luego explica que “la pasta debe ser delgada y bien pasada por la máquina”. Tiene razón mi estimada lectora. Por eso mismo, aclaro que lo ideal es hacer la pasta en casa, estirar las láminas y armar los raviolis. Sin embargo, como no todos cuentan con una máquina de pasta en sus cocinas caseras y el proceso puede ser un tanto engorroso, si se quiere llevar a cabo la receta de una manera simplificada es posible utilizar pasta fresca de lasagna, como la que yo compro en la tienda bogotana Maratea, en la carrera 13 con 54. A veces es necesario, y muy válido por lo demás, hacer alguna variación a las recetas con el fin de ahorrar tiempo y esfuerzo en casa. No olviden que la cocina debe ser ante todo divertida. Otro ejemplo, que quizá también le pondrá los pelos de punta a mi amiga La Carioca, es el que propongo esta semana, que se trata de una modificación del tradicional cheesecake norteamericano con ricotta, de la manera más sencilla posible. Vamos a intentarlo, a demostrar que cuanto más fácil sea la cocina, mejor se disfrutará el proceso y más rico será el resultado.
Cheasecake de ricotta
1 taza de galletas Graham o María trituradas finamente
2 libras de ricotta fresca a temperatura ambiente
6 huevos batidos
2/3 de taza de azúcar
1/4 de taza de harina
1 y 1/2 cucharadas de ralladura de naranja
1 cucharada de jugo de limón fresco
1/2 cucharada de sal
1/2 cucharada de extracto de vainilla
Mantequilla
Preparación
Ingredientes para 4 personas
Precaliente el horno a 325° F. Enmantequille un molde de hornear y cubra el fondo con la galleta molida. Vierta encima un poco de mantequilla fundida y presione bien con las manos. Hornee durante 12 minutos y deje enfriar. Mezcle uniformemente los ingredientes restantes y vierta en el molde. Lleve nuevamente al horno durante una hora y media hasta obtener una corteza dorada y un interior muy suave. Retire y deje enfriar antes de servir a temperatura ambiente.
