Uno de los peores efectos de los gobiernos de izquierda pendencieros e incompetentes (como el que aquí padecemos) es que suelen dar origen a gobiernos de extrema derecha aún más pendencieros, fanáticos e incompetentes. Ante un líder bocón y desbocado cuya retórica se centra en intimidar y despreciar a sus adversarios, lo que surge casi naturalmente son anticuerpos de discurso opuesto en los que el insulto, el exabrupto y las burradas son la herramienta más apta para animar y enardecer a unos votantes hartos de la inoperancia del otro lado.
La tragedia del liberalismo democrático de centro no es que carezca de convicciones o sea...
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