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¿QUERRÁ EL PRESIDENTE URIBE DEjar el poder celebrando el Bicentenario de la Independencia con un amago de guerra entre Venezuela y Colombia?
Que Chávez haya apoyado a las guerrillas colombianas, que les haya dado refugio y asilo en su territorio, no es ningún secreto. Venezuela lo hace veladamente porque se avergüenza de apoyar en público a secuestradores y narcotraficantes. La hipocresía de su apoyo a las Farc (niegan siempre que esos nexos existan, pero se sabe que existen) es una hipocresía que tiene algo de positivo. Ellos se dan cuenta de que no es virtuoso ni popular apoyar a estos secuestradores desacreditados. Pero al mismo tiempo no dejan de apoyarlos debajo de la mesa porque ideológicamente Chávez está más cerca de Alfonso Cano que de Uribe. Aunque las Farc sean ante todo un grupo dedicado al narcotráfico y al terrorismo, la guerrilla no deja de tener un discurso público afín al socialismo bolivariano. Sus reivindicaciones se parecen a las de Chávez, y quieren hacerse ver a sí mismos como luchadores bolivarianos.
Colombia tiene tres maneras de enfrentarse a la simpatía del gobierno bolivariano por la guerrilla. La estrategia de Uribe ha sido la confrontación solapada. Esta estrategia no es la más extrema. Hay generales, y sobre todo ex generales, que opinan que a Venezuela hay que enfrentarse con armas, y llegan incluso a decir que la mejor opción sería meterse en el territorio vecino con el pretexto de aniquilar los reductos que allí hay de la guerrilla. Eso conduciría inevitablemente a la guerra. La estrategia diseñada inicialmente por Santos es más pragmática: convencer al vecino de que debemos convivir juntos y no meternos en los asuntos internos del otro.
Como la estrategia del heredero de Uribe no es la misma que la de su antiguo jefe, al Mandatario que está de salida le da rabia. Es un asunto de orgullo: “Deben hacerlo todo como yo lo hacía”. Santos quiere probar otro camino, para no seguir en la calma chicha, en la guerra fría de una hostilidad latente y siempre al acecho. Nadie sabe si esta estrategia va a fracasar o puede tener éxito. Pero un gobierno saliente debe dejar que el que lo sucede ensaye su propio camino y no torpedearlo con denuncias públicas que no encierran grandes novedades sino que simplemente destapan secretos de Estado de los que Santos estaba perfectamente enterado como Ministro de Defensa. Descubrir que Chávez le da cierto soporte a las Farc es descubrir el agua tibia. La gente se enfurece y apoya al líder, pero no se da cuenta de que se estaba planeando y ensayando otro camino con conocimiento de causa. No un camino de debilidad, sino otra táctica política que convenza al vecino de que en el terreno de la guerra fría todos salimos perdiendo.
Hay que tener en cuenta lo siguiente: ni siquiera si las Farc tuvieran de su lado a todo el ejército venezolano podrían tomarse el poder. Colombia lleva las de ganar en una guerra con Venezuela, sobre todo porque todo el pueblo colombiano (con poquísimas excepciones) rodearía a nuestro gobierno, mientras que Chávez vive en una sociedad partida en dos, con una mitad del país deseosa de que el Coronel sea derrotado, así sea por un ejército extranjero. El gobierno de Chávez es mucho más débil, internamente, que el de Santos o el de Uribe. Por eso mismo él tiene más motivos para ser paranoico que nosotros.
Obviamente es sucio, repudiable y muy mal intencionado que Chávez apoye a la guerrilla. Es algo que debemos rechazar con toda la fuerza. Pero como Chávez no lo hace abiertamente ni con toda la convicción, debemos aprovechar su debilidad interna para pactar una convivencia pacífica sin injerencias de ningún lado. Eso sería conveniente para el comercio e incluso para la derrota paulatina de la guerrilla. Es posible que la estrategia de Santos dé mejores frutos que la de Uribe. Si no da frutos, siempre se puede volver a una postura más radical. Pero ensayar esta otra es bueno si de este modo podemos dejar de temer acciones hostiles de parte de Venezuela.
