
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En la retórica, en los actos y en las amenazas, los dos matones del mundo, Trump y Putin, se han convertido en un coro a dos voces que ladra al unísono, con las mismas ideas, la misma prepotencia y los mismos ladridos. Ucrania es mía porque soy más fuerte y me da la gana; Groenlandia y Panamá son mías por los mismos motivos; el este de Europa (países bálticos, Polonia, Hungría, etc.) debe volver a la órbita de Rusia, como en tiempos de la URSS; Canadá, como es rico en recursos, se debe convertir en el 51º estado. En el caso de EE. UU. al menos es verdad que es el país más rico y más potente del mundo (aunque China le pise los talones); en el caso de Rusia, el matón del Kremlin tiene los pies de barro.
Lo primero que hay que estudiar en el gorila que aúlla y se da golpes de advertencia en el pecho es observar cuánta es su verdadera fuerza. Echen un vistazo alrededor de ustedes, a su casa, a los almacenes, a los supermercados, a las calles. ¿Qué invento, qué máquina o servicio, qué automóvil o computadora, qué celular, qué asombro nos viene de Rusia? Miro y lo que veo es una muñequita rusa, un ícono antiguo, novelistas y músicos del siglo XIX, poetas disidentes y ajedrecistas exiliados del XX. Rusia, sí, es el país más extenso del mundo, riquísimo en combustible fósil, pero ¿cuál de sus productos actuales nos mejora la vida? ¿Los fusiles Kalashnikov nos hacen más felices?
Europa, al fin, se está pellizcando. Amedrentada, convertida al pacifismo, asustada por el gorila ruso y traicionada por el gorila Trump, analiza los números. ¿Cuál es el PIB de Rusia? Dos billones de dólares. ¿Y esto es mucho? Pues no es poco, pero es apenas el mismo PIB de Italia y tan solo un poco más que el PIB de España, 1,73 billones de dólares. Para entenderlo bien: el PIB de Colombia (unos 450 mil millones) es el doble que el de Ucrania y una cuarta parte del PIB ruso. Alemania, Francia, Gran Bretaña, cada una por separado, tienen un PIB mucho más alto que el ruso. No digamos ya la Unión Europea, cuyo PIB conjunto es de casi 17 billones de dólares, ocho veces el PIB ruso.
Pero el ejército ruso, los tanques rusos, sus ojivas nucleares… Es verdad, como Rusia destina buena parte de su discreto PIB (mínimo el 10 %, las cifras son secretas, quizá más) al gasto en armamentos, esto la hace sin duda una gran potencia militar. Con toda su potencia convencional, sin embargo, tuvo un fracaso estrepitoso al inicio de su invasión a Ucrania: no la pudieron arrasar como querían; masacraron miles de civiles, sí, pero tuvieron que recular.
Y hay algo más. Europa, que solo se gasta en defensa el 2 % del PIB, tiene una potencia defensiva análoga a la potencia ofensiva rusa. Putin sostiene cada que puede que una potencia atómica no puede ser derrotada porque siempre le queda el recurso de lanzar sus bombas nucleares. Macron y Starmer se han sentido en la obligación de recordarle que también Francia y Gran Bretaña son potencias nucleares y que es mejor no jugar con candela porque entonces la mutua destrucción, el apocalipsis, están asegurados. Y es falso que las potencias nucleares no puedan perder guerras. Por muchas armas atómicas que tuvieran, Francia fue derrotada en Argelia; Estados Unidos perdió en Vietnam y en Afganistán; Rusia también perdió en Afganistán y más recientemente salió de Siria con la cola entre las patas. Europa, aun sin el apoyo de EE. UU., se puede defender.
Trump, que siempre ha detestado a la Unión Europea (nadie apoyó ni celebró tanto el Brexit como él), parece ahora alinearse con los gorilas de la fuerza (en la ONU votó recientemente contra Europa y al lado de Rusia, Corea del Norte, Israel, Irán…). ¿Los fuertes mandan, los débiles obedecen? Pues no es así; a veces los débiles no se dejan mandar (Ucrania, con menos PIB y menos habitantes que Colombia, no se ha dejado). Y a veces los fuertes parecen muy fuertes porque gritan más, pero si se los mira bien, son inseguros porque saben que tan fuertes no son.
