Hay historias reales o ficticias que por algún motivo le hacen pensar a uno lo siguiente: esto que estoy leyendo me pudo pasar a mí, exactamente así como lo cuentan, y en esta misma ciudad, en este mismo mundo y en el tiempo en que vivo. Más aún, como la historia es real, aunque le haya ocurrido a otra persona, siento que en parte me ocurrió también a mí, o a un amigo, o a mi hijo. La leí en El Colombiano, el martes de esta semana, y paso a resumirla:
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