El sexo es maravilloso

Héctor Abad Faciolince
28 de noviembre de 2021 - 05:30 a. m.

Últimamente, cuando pienso en el sexo (cosa que a mi edad ocurre cada vez menos), me deprimo un poco. En parte porque me falta el apetito que tenía en la juventud, pero especialmente porque todo aquello que defendíamos cuando teníamos 20 años hoy está siendo destruido, deconstruido, arrasado, por una especie de nuevo puritanismo. Hace medio siglo nos daba felicidad la lucha por la liberación sexual; nos llenábamos de entusiasmo al combatir la doctrina sexual de la Iglesia; creíamos que el sexo, en general, era una cosa sana, agradable, buena, que uno podía practicar con quien quisiera, hombre o mujer, si era mayor de edad y había mutuo acuerdo. Y últimamente, en cambio, parece que todo eso que defendimos era un desastre que ha terminado en una letanía de recriminaciones en la que toda insinuación es acoso, una mirada es un abuso, cuando no violación, pecado y, más que pecado, delito.

Marx, Marx el bueno (quiero decir, Groucho), en los tiempos anteriores a la liberación sexual, escribió lo siguiente: “Estarán de acuerdo en que quienquiera que haya creado el sexo sabía muy bien lo que hacía. Aunque todo el mundo está loco por él, la palabra en sí, pese a su brevedad, parece asustar a mucha gente. Los compositores de canciones siempre suprimen esta adorable palabrita y la sustituyen por ‘amor’. Ningún cantante (ni siquiera un tenor) se atrevería a cantar ‘el sexo es maravilloso’. Con este título la canción obtendría un gran éxito, pero el cantante sería puesto en la lista negra por algún comité de moralidad. ¿La acusación? Incitar a la gente a que haga una cosa perfectamente natural”. ¿Qué ha pasado desde el tiempo en que Groucho escribió esto? Parece que lo único que ha cambiado son los integrantes del comité de moralidad. Ya no son curas y pastores, sino personas obsesionadas con decir que toda palabra es acoso, que el piropo es injuria, que la mirada es lascivia y que pedir un beso es más o menos como arrancar un ojo.

Asistimos, creo (no puedo asegurarlo porque yo en este campo ya estoy jubilado), a un renacer del pensamiento más rancio y represivo de las iglesias católica y puritana, solo que revestido, hoy, con otros disfraces, otra moral, pero tan sexofóbico o incluso más sexofóbico que lo que nos tocó vivir en el pasado remoto. Hace poco leí un ensayo que sostiene lo siguiente: acceder a tener sexo con un hombre, dar el consentimiento maduro y meditado para acostarse con él, no es suficiente. Si por algún motivo la relación no resulta agradable o placentera (qué sé yo, el tipo tiene mal aliento, o besa mal, o lo tiene muy grande o muy chiquito, o sufre de eyaculación precoz), ella tiene derecho a acusarlo de acoso. Ella y solo ella. Me parece bien, pero en tal caso, si la relación resulta ser un desastre para él, entonces también él debería poder acudir a la justicia. Puede haber mujeres con mal aliento, o que besan mal, o que lo tienen grande o chico, o que son tan felizmente multiorgásmicas que hieren la sensibilidad del pobre hombrecito que queda exhausto con un solo grito.

Lo que nos parecía a nosotros, hace una vida, hombres y mujeres, un experimento fantástico de libertad, sin miedo al embarazo ni a la enfermedad gracias a condones y píldoras, sin tener que pagar (soy de la primera generación de los que nunca fuimos donde las putas), ahora resulta ser, de repente, en el puritanismo pandémico imperante, una cosa asquerosa, patriarcal, neocolonialista, violadora y violenta, capitalista, más blanca y asquerosa que el semen, y todo lo demás. Con tal de no tener problemas, con tal de no tener una experiencia decepcionante, con tal de no exponerse a una demanda por abuso, hay miles de millennials que nunca tienen sexo (o nunca hacen el amor) y sólo lo practican solos, yo con yo, en deprimentes páginas pornográficas o con objetos de goma o de metal. De verdad es muy triste que la vieja lucha por la liberación haya venido a dar en un puritanismo más sexófobo que el anterior.

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Mar(56214)29 de noviembre de 2021 - 01:54 p. m.
Falta decir que estos nuevos derechos de las mujeres son visibles en espacios urbanos privilegiados. No se atreven a señalar a los jefes de la guerra que han accedido a todas las niñas púberes de su entorno, pero sí son capaces de hacer linchamiento mediático a un profesor imprudente (y quizás machista) que haga un comentario inapropiado sobre una minifalda.
  • Mar(60274)30 de noviembre de 2021 - 10:54 p. m.
    Mar tocaya y no se te ocurrió otro nick?
Mar(56214)29 de noviembre de 2021 - 01:43 p. m.
Y para otro comentario:. hombres respetuosos y fogosos, concientes del valor de la mujer, los hubo en todas las épocas. Y en esta joven generación hay algunos acosadores que no saben tratar a las mujeres y lo primero que les piden no es un beso sino la foto y el vídeo de su cuerpo desnudo. No basta con encontrar un nuevo enemigo a linchar: el macho (antes, el comunista, después, el terrorista).
  • Mar(60274)30 de noviembre de 2021 - 10:56 p. m.
    Nueva tocaya, y qué tal los abusivos de derecha? Hernán Giraldo paraco, buen muchacho de matarife, se dedicó a violar niñas y eso usted no lo menciona. ¿Por qué?
Dario(17472)28 de noviembre de 2021 - 11:36 p. m.
Héctor Vargas Llosa
José(81744)29 de noviembre de 2021 - 11:38 a. m.
Parece que no escucha reggeaton :). Por otra parte, estoy de acuerfo en que no podemos cambiar una hegemonía por otra.
Mar(60274)29 de noviembre de 2021 - 03:40 a. m.
Claro, para esos hombres abusivos que pensaban que las mujeres estaban para su placer, debe ser muy horrible ver como las mujeres ya no se quedan calladitas.
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