En la última década del siglo pasado Venezuela era la gran promesa de Suramérica. Yo iba mucho allá. Es posible que confunda esos viajes con mi juventud y por eso idealice aquel país, alegre y vital en mi memoria. En todo caso la Venezuela de finales del siglo pasado me parecía un país mucho más rico, más entusiasta y culto que Colombia. Cuando Chávez llegó al poder y cambió la Constitución en 1999, mis amigos de juventud venezolanos (casi todos escritores) estaban desconcertados. Ellos mismos habían ayudado a denunciar la corrupción de los regímenes anteriores y Chávez había sabido navegar sobre ese descontento. Por un lado, el...
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