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Tres años después

Héctor Abad Faciolince

23 de febrero de 2025 - 12:07 a. m.
"¿Qué le pueden importar los tratados a Donald Trump? Para él los tratados y las leyes internacionales son papel higiénico con que se limpia su imperial antífona": Héctor Abad Faciolince.
Foto: AFP - BRENDAN SMIALOWSKI

No sé cuántas veces a la semana, muchas, entro en el gran proyecto enciclopédico de nuestros días, Wikipedia, a averiguar o a verificar algún dato. La verdad, aunque lo sea, es siempre interina, nunca perpetua, y se precisa con el tiempo. En diciembre de 2019 era verdad que no existían vacunas para el COVID; dos años después y todavía hoy esa verdad ha cambiado: las vacunas contra el virus que trastocó el curso de la historia reciente ya existen, y siquiera, porque salvaron muchas vidas, así el nuevo ministro de Salud de EE. UU., Robert F. Kennedy, lo niegue. La verdad no es perpetua, pero existe, y es como las líneas asintóticas, que tienden a juntarse (la verdad tiende a alcanzarse), que se acercan, aunque solo se junten en el infinito. La verdad es una búsqueda, sí, y sin embargo la mentira es evidente, es una mancha que se aleja bruscamente de la verdad.

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Digo esto porque está muy en boga la mentira, sobre todo en la política, un campo que no es el del saber sino el de la imposición de una versión de la realidad que a ciertos gobernantes les interesa imponer. Verifico en Wikipedia dos ejemplos recientes de esto en denominaciones muy sencillas: “Invasión rusa a Ucrania” y “Golfo de México”. Hace poco la Casa Blanca (abanderada de lo que a la extrema derecha le gusta llamar últimamente “libertad, carajo”) prohibió la entrada de la AP (Associated Press) al Despacho Oval porque esta agencia de noticias decidió seguir llamando Golfo de México al Golfo de México, y no Golfo de América, como pretende Trump. En las lenguas que sé o medio sé, en Wikipedia el Golfo de México se sigue llamando así. Si digito “golfo de América” la página me redirige a Executive Order 14172, es decir a un papel que firmó Trump el día de su posesión. Cuando Estados Unidos arrebató a México, en 1848, los estados de California, Texas, Nevada, Colorado, Arizona, etc., en el tratado Guadalupe Hidalgo con el que México se rindió, se estableció lo siguiente: “De los nombres geográficos serán conservados aquellos que tengan actualmente en los territorios cedidos”. Por eso Los Ángeles se llama así, y también San Francisco, Texas (y no Tiles) o Las Vegas o San Antonio. Cambiar el nombre al Golfo de México es una violación de ese tratado, pero ¿qué le pueden importar los tratados a Donald Trump? Para él los tratados y las leyes internacionales son papel higiénico con que se limpia su imperial antífona.

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Vengamos ahora al enunciado “Invasión rusa a Ucrania”. Precisamente mañana, 24 de febrero, se cumplen tres años de esta brutal invasión. En las lenguas que sé o medio sé esta guerra desencadenada por el ejército ruso se llama como lo que fue y lo que sigue siendo, una invasión. Incluso en la página de Wikipedia en ruso se llama así, si bien entre paréntesis se aclara que en términos de la propaganda rusa esta guerra se llama “Operación Militar Especial”. Wikipedia se mantiene todavía en el camino de la asintótica verdad. Claro que esta semana Trump declaró que fue Ucrania (el dictador Zelensky, dijo él) la que empezó la guerra y habrá quienes empiecen a repetir como loros su mentira. Por el momento, hasta los diarios estadounidenses de talante más conservador como el New York Post (gran partidario de Trump) o The Wall Street Journal han declarado, el primero: “Zelenksi no empezó la guerra, y no ha tenido ninguna oportunidad de terminarla excepto rindiéndose al invasor empapado de sangre: sean cuales sean las tácticas de negociación que Trump quiera utilizar, no debería faltar a la verdad”; y el segundo: “El señor del Kremlin inició en 2022 la mayor guerra terrestre en Europa desde Hitler, y su ‘operación militar especial’ ha matado o mutilado a cientos de miles de rusos y ucranianos… la rehabilitación de Vladímir Putin es especialmente difícil de asumir”. A veces la mentira brilla con una oscuridad tan nítida como la luz de la verdad.

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Ucrania no agredió a Rusia. Ucrania fue invadida y tiene derecho a defenderse. ¡Aguanta, Ucrania!

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