No me gusta mucho viajar. Me gustaba, pero ya no tanto: todo me empieza parecer muy parecido. Ahora creo, con Pascal, que “toda la infelicidad de los hombres proviene de una sola causa: de la incapacidad de quedarse tranquilos en la propia casa”. Viajo, sobre todo, por un motivo íntimo, familiar: para ver a mis hijos, a los que les dio por vivir lejos, muy lejos de aquí. Por eso, cuando me invitan a viajar, trato de invitarlos a ellos adonde yo voy, y casi siempre aceptan, pues ellos todavía tienen esa edad en la que uno sueña con conocer personas nuevas y ver países distintos. La falta de experiencia hace ver a cada persona como...
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