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No digas gay

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Héctor Abad Faciolince
10 de abril de 2022 - 05:30 a. m.
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Entre las guerras culturales de los últimos decenios hay una que, afortunadamente, parecía resuelta y ganada por amplia mayoría: la del derecho inalienable de las personas gais a ser gais, y a serlo abierta y tranquilamente, sin tenerse que esconder y sin sentir ninguna culpa por su inclinación sexual. Hace 15 años la Corte Constitucional autorizó a las parejas gais a constituir “uniones maritales de hecho”; después, en 2011, invitó al Congreso a legislar para que los gais pudieran contraer matrimonio. Ante el inmovilismo de los congresistas, la misma corte legalizó el matrimonio gay hace seis años, en abril de 2016. Desde entonces miles de hombres y mujeres homosexuales se han casado en Colombia, y muchos otros miles se enamoran y conviven en armonía.

En este proceso de apertura mental y ampliación de la libertad de amar, Colombia ha estado acompañada por una corriente mayoritaria en casi todas las democracias que, por comodidad, hemos llamado Occidente. Este criterio no es geográfico porque en países como Taiwán, en el extremo oriente, el matrimonio igualitario fue legalizado por el parlamento, mientras que en países situados más al oeste como Italia, Hungría, o Bulgaria, el matrimonio gay no ha sido aprobado. En Estados Unidos, también gracias a la Corte Suprema, el matrimonio gay es legal desde 2015.

Sin embargo, por mucho que la sociedad colombiana haya ganado por amplio consenso esta guerra cultural, es triste comprobar que todavía tenemos que librar muchas batallas para que ciertas franjas de población enfermas de un fanatismo puritano enquistado, y convencidas de estar actuando moralmente, no lleven su extremismo hasta acciones criminales que es necesario perseguir y castigar de un modo implacable. Me refiero a amenazas y acciones que hay que condenar sin el menor titubeo y que están ocurriendo en Medellín. Miren el texto de un “aviso” que circuló esta semana. Su misma redacción es una radiografía de la mentalidad enfermiza y criminal de quienes lo escriben:

“Cacorros y travestis de Medellín. Somos un Grupo alanzado de Medellín los Rojos estamos realizando una simple limpieza de Cacorros y travestis y todo este mundo bajo. Nos informan un plantón que harán en la alpujarra también vamos por ustedes ni policía ni ejército podrán contra nosotros. Esto sucede cuando quieren dañar una sociedad. Cacorros lesbianas travestis Drag Queen ya no estamos en carro ya hay otra arma y mejor a listesen próxima presa no será en hotel. Pronto conocerán la palabra de los rojos estamos en Medellín. Ya sabes el punto de la oriental donde habrá mucha pluma volando gallinetas (Sic)”.

Esta carta amenazante y sucia viene después de unos hechos (que llegan mucho más allá que las palabras) estremecedores: en lo que va de 2022, seis homosexuales han sido asesinados en Medellín, cuatro de ellos en circunstancias parecidas, y siguiendo patrones de violencia que podrían remitir a un plan de exterminio ejecutado por un asesino serial. O por un grupo que practica el odio contra los gais. Ningún asesinato se puede tolerar. Y mucho menos los que se amparan en el discurso del odio por minorías diferentes y se refugian en una supuesta moral de limpieza para perpetrar sistemáticamente torturas y asesinatos. Las víctimas aparecen atadas, martirizadas y asfixiadas con cuerdas o telas alrededor del cuello.

La persecución y el asesinato contra la población gay en Medellín viene presentándose desde hace años, con picos tremendos de 16, 12 y 19 homicidios en 2016, 2017 y 2020 respectivamente. Tiene que haber una reacción decidida por parte de la autoridad civil (Alcaldía), de policía y judicial (Fiscalía). Se necesitan recursos de inteligencia e investigación para neutralizar a estos bárbaros que tienen aterrorizada a buena parte de la población LGTB. Todos los ciudadanos, independientemente de su orientación sexual, tenemos que oponernos con decisión y con denuncias puntuales a esta violencia espantosa e inadmisible.

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blanca(17546)11 de abril de 2022 - 01:59 a. m.
Los tales rojos en Medellín, con qué derecho eliminan a quienes son diferentes por su orientación sexual? Los verdaderos enfermos son ustedes que destruyen la tranquilidad de una sociedad, que ha aprendido a respetar. Fanáticos y enfermos. Toda la sociedad medellinense a hacer respetar y las ias, dónde están?
hernando(26249)10 de abril de 2022 - 11:49 p. m.
Bien Hector. Los enfermos d homofobia destruyen el respeto elemental q civiliza los instintos.
Eduardo(00883)10 de abril de 2022 - 11:36 p. m.
Acuérdese Maestro que Barbosita dijo q en 20 días lo resolvería si el hubiera sido el encargado, ......
Edgar(41579)10 de abril de 2022 - 11:18 p. m.
Uribia
María(60274)10 de abril de 2022 - 10:34 p. m.
Lo q pasa es que se necesita más realidad y menos carreta religiosa, es irónico q en el departamento donde hay más iglesias y la gente va más a misa, sea la más asesina y la más cerrada de mente. Siquiera desperté de semejante cuento, no he conocido estafa mejor montada q la religión, con razón Marx decía q la religión el el opio del pueblo, en Colombia serían la cocaína y la marihuana del pueblo.
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