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Primera escena: febrero del año 2002. De noche, en un zarzo, un viejo y barbudo bohemio, largo y flaco como una sombra, después de tomarse media botella de aguardiente, declara que en realidad a él lo único que le gustaría tener en esta vida sería una librería de viejo. “Pero eso es imposible”, dice, “y más a estas alturas de la muerte”.
A su lado lo miran un calvo borracho, su cabeza lustrosa y redonda como una maraca, y un actor despedido de su papel de Tola o de Maruja. (“¿Eras Tola, o Maruja?”, le preguntan. “La más pispa”, contesta él). El bohemio fuma, fuma. Y bebe, bebe. Se llama Elkin Obregón y repite: “Lo único que a mí me gustaría tener en esta vida es una librería de viejo”. Sus amigos lo miran y concuerdan: imposible.
Segunda escena: El hombre calvo y borracho llega tambaleándose a la pensión donde vive. Sus hijos lo miran con ternura y pesar; su mujer lo dejó. Le cobran la pieza a los gritos. Se hurga en los bolsillos pero los billetes arrugados no alcanzan para nada. Le toca volver a la casa del bohemio, y pedirle que lo deje dormir ahí, en nombre de la amistad. El bohemio le presta un cuarto en el piso de abajo de su casa.
Tercera escena: En una loma de Medellín atracan al actor despedido (sus otros nombres son Pereque, el cómico Valencia, Sergio, Tola o Maruja). Unos tipos en una moto le apuntan una pistola y le dicen que entregue el carro, gonorrea. El actor se pone un trapo rojo en la cabeza y les hace un chiste al estilo de Tola (o de Maruja); los atracadores se ríen y le devuelven las llaves. El actor despedido hace cuentas: con este robo yo hubiera perdido diez millones de pesos. Entonces decide: voy a poner diez millones para abrirle una librería de viejo al bohemio Obregón.
Cuarta escena: En el zarzo del bohemio hablan los tres personajes. El actor despedido ofrece poner diez millones para abrir la librería. El bohemio se pone feliz, pero pregunta: “¿Y quién la va a administrar? A mí, trabajar, no es que me guste mucho. Propongo al Maraquero”. “Yo la administro”, dice el Maraquero, borracho. “¿Vos?”, dice el cómico Valencia: “Está bien, pero dejás de beber”. “Bueno”, dice el Maraquero, y se toma, jura, “el último aguardiente de mi vida”. Le sabe a gloria.
Quinta escena: Un escritor escribe lo que ve. Inventa un poco para que las cosas adquieran cierta simetría.
Sexta escena: Febrero del año 2003. Se abre la Librería Palinuro con una fiesta. Es en Medellín: carrera Córdoba con calle Perú. El bohemio Obregón fuma, fuma, y pasa un aguardiente con otro, feliz. El actor despedido alza los hombros cuando le preguntan si él era Tola o Maruja. Ya no le importa. La librería vende “libros leídos” y como el sueño es real, el bohemio Obregón se pellizca. Todos brindan por la nueva librería; el Maraquero brinda con jugo de papaya.
Séptima escena: Los hijos del exborracho calvo trabajan a ratos en la Librería Palinuro. Le ayudan a su padre. El Maraquero, que ya no bebe, atiende a los clientes con felicidad, con sabiduría. Y vende libros viejos; aconseja, asesora, opina, goza, se ríe. Consigue novia nueva: una psicoanalista. Al sexto año de trabajo cumple un sueño suyo: se compra un pequeño VW escarabajo. Carga cajas de libros viejos en él. Tiene una relación cordial con su exmujer. “¡Esta librería hace milagros!”, dice. Últimamente se toma una cerveza al día. Sólo una.
Octava escena: Mañana. Librería vacía. El Maraquero se rasca la calva.
Novena escena: Tarde. Librería vacía. Ni un comprador, ni un lector. El Maraquero se rasca la cabeza calva.
Décima escena: Enero del año 2012. Los socios hacen una reunión en el zarzo del bohemio Obregón y se preguntan: “¿Cerramos, sí o no?”. No. Seguimos.
Undécima escena: Un lunes de febrero del año 2012. Serio, el Maraquero, abre otra vez la puerta de la Librería Palinuro, libros leídos. Evita rascarse la cabeza. El cómico Valencia sonríe. El bohemio Obregón fuma. Un lector entra a buscar un libro viejo, y lo encuentra. El escritor escribe: Palinuro, Palinuro.
