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Cuando la longevidad, el compromiso y la lucidez coinciden con un cargo vitalicio (ser reina o ser madre son tareas vitalicias), las personas favorecidas con estos dones adquieren un halo especial, un halo casi sagrado. Escribo esto el 8 de septiembre. Hace exactamente un año mis hermanas y yo enterramos a mi madre de 96 años. Cecilia Faciolince fue una mujer inteligente, trabajadora y llena de ganas de vivir y de seguir siendo madre hasta sus últimos días. Hoy mismo leo la noticia de la muerte de la reina Isabel II de Inglaterra, a los 96 años, que siguió cumpliendo con su deber hasta dos días antes de morir, despidiendo a Boris...

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