Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Tener un país: Israel y Palestina

Héctor Abad Faciolince

09 de agosto de 2014 - 10:00 p. m.

A pesar de que en la jerga de la izquierda la palabra sionista es sinónimo de imperialista, opresor, e incluso de hijueputa, desde hace muchos años me considero un no-judío sionista.

PUBLICIDAD

Explico este aparente sinsentido: creo que el pueblo judío, como cualquier otro pueblo —incluyendo el palestino—, tiene derecho a tener un lugar del que no pueda ser expulsado. En el caso de los judíos, el antisemitismo, las matanzas y persecuciones históricas hacían de esta necesidad algo más apremiante.

Desde que Roma destruyó Jerusalén y los expulsó de allí, los judíos se dispersaron por el mundo sin perder su cultura. Esto no quiere decir que sean una raza, pues eso no existe. Los judíos fueron levantinos que, así no lo reconozcan, se han mezclado mediante adulterios y concubinatos con los pueblos donde han vivido: de hecho los judíos ashkenazi centroeuropeos son mucho más rubios que los judíos sefarditas (que parecen españoles), y los judíos etíopes son negros. Los estudios genéticos confirman esta intuición. Ellos dicen no mezclarse y los más ortodoxos rezan el kaddish si una de sus hijas se casa con un gentil, pero a lo largo de los siglos les quedó imposible no mezclarse y no acabar siendo parecidos a las poblaciones en medio de las cuales se establecieron. (Hasta mis mejores amigas judías son hijas de judía y antioqueño).

Decía Antonio Caballero que la mayoría de sus maestros eran judíos. Me doy cuenta de que muchos de mis maestros intelectuales también lo son: se apellidan Singer, Roth, Levi, Bobbio, Berlin, Pinker… Desde cuando en Europa les permitieron estudiar, los judíos se han destacado en las ciencias, en las artes, en el pensamiento. Y después de tantas persecuciones padecidas, decidieron construirse un país del cual no pudieran echarlos. Incluso empleando el terrorismo (como los palestinos) consiguieron arrancarle a una comunidad internacional avergonzada después del Holocausto, la asignación “legal” de un territorio situado alrededor de donde habían tenido su tierra dos mil años antes. Esa tierra tenía las dimensiones modestas del departamento del Atlántico. Pero allí vivían (sin tener un Estado, ocupados por otras fuerzas imperiales) los palestinos. Ahora, después de guerras defensivas y ofensivas, Israel se ha anexionado territorios y mide más o menos lo mismo que La Guajira colombiana (menos que el territorio que acaba de incorporarse Rusia a la fuerza en Crimea). Y de allí, a los israelíes, no los va a sacar nadie. Para eso se han construido su arsenal atómico y para eso tienen el ejército más potente de toda la región. Cuanto más se instigue a su destrucción, más se portará Israel como un imperio despiadado e indestructible. Sólo saldrían de allí si los exterminan y eso no va a pasar sin que ellos exterminen, antes, a muchos pueblos que los odian, a su alrededor. La existencia de Israel, les guste o no, es un fait accompli, un hecho consumado. Los no judíos o judíos del resto del mundo podemos decir lo que queramos: a Israel ya nadie la mueve de ahí, salvo un cataclismo.

Read more!

¿Y entonces esto les da carta blanca para matar palestinos? ¿Para mutilar y exterminar como si fueran moscas a mujeres y niños palestinos? Por supuesto que no y esta es la tragedia de la dirigencia actual israelí, halcones de extrema derecha, paranoicos, que con su furia vengativa hacen crecer el odio por Israel en todo el mundo. Creo que su política con los palestinos es criminal (aunque no más que la de Putin en Ucrania) y que al practicarla se lesionan a sí mismos. La única solución viable es que el mundo árabe acepte la existencia de Israel, y al mismo tiempo Israel permita y ayude a crear un Estado para los palestinos. La sensibilidad moral de hoy en día no tolera guerras como las que Israel emprende cada lustro. Hace un siglo podía haber 50 millones de muertos en un conflicto con centenares de miles de niños muertos sin que casi nadie se indignara. Hoy eso, afortunadamente, ya no es posible, sin perder el respeto y el prestigio.

Read more!
Conoce más
Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.