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La publicación reciente de numerosos artículos firmados por autorizados economistas y por acreditadas firmas administradoras de dinero, hablando sobre la posible devaluación del dólar en 2021, me avivaron la curiosidad para leer sobre el tema y para redactar esta nota a sabiendas de que, para un ciudadano como yo, no pasa de ser un acto de arrogancia pronosticar las perspectivas del dólar. Trataré, en consecuencia, abordar el tema con base en mis lecturas.
En la revista The Futurist, afirmó algún colaborador, que el dólar se iba a depreciar entre el 25% y el 35% en 2021, con una probabilidad del 65%. Otras publicaciones son más prudentes y razonables al hablar de depreciaciones cercanas al 10% este año.
Como es sabido, el dólar venía apreciándose hasta antes de la pandemia como resultado del buen crecimiento del PIB de Estados Unidos, tras el cual se elevaron las bolsas un 30% aproximadamente, bajo el presidente Donald Trump. Natural, los inversionistas extranjeros buscan invertir en un país cuya economía crece en forma elevada como en EE. UU.
Pero no sobra mencionar que, por culpa de combatir el desempleo generado por el Covid-19, sí se les devaluó el dólar en 2020 un menos 8,22% respecto al euro, un menos 2,98% con relación a la libra y un menos 4,94% con relación al yen. Y en 2021 se va a devaluar más por culpa de los estímulos por US$ 1,9 millones de millones del presidente Biden.
La gran prensa estadounidense reconoce que su país presentó en 2020 como consecuencia de su lucha contra el coronavirus los llamados “déficits gemelos”, caracterizados por presentar en forma simultánea déficit fiscal y déficit en cuenta corriente. El déficit fiscal rondó el 4,8% del PIB y el en cuenta corriente el 3,4%. Ni sumados los dos resultan ser demasiado elevados.
El déficit fiscal o presupuestario se presenta cuando los gastos del Estados son mayores que sus ingresos. Al déficit en cuenta corriente contribuyen: las importaciones menores que las exportaciones de bienes y servicios; más los pagos a los inversionistas extranjeros si son mayores que los retornos de nuestras inversiones en el exterior; así mismo, contribuyen a evitar los déficits las remesas y la ayuda recibida desde el exterior…
Las tasas de cambio no dependen solamente del crecimiento del PIB, ni del atractivo de las tasas de interés, ni de la seguridad del país, ni de los “déficits gemelos”, sino que dependen también de las medidas de juntas como la FED de los Estados Unidos o de la inefable junta de nuestro Banrepública.
Sospecho que las devaluaciones del dólar tienen más efectos negativos que positivos sobre la economía colombiana. Positivo, el aumento reciente en los precios del petróleo se atribuye en buena medida a la devaluación en marcha del dólar.
Pero los efectos negativos superan los positivos, porque un dólar barato nos aumenta las importaciones que nos destruyen el empleo en los sectores: agrícola, textiles, confecciones, marroquinería… Un dólar barato no incentiva a exportar para recibir pocos pesos al reintegrar los dólares de la exportación.
