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Estimulación económica

Hernán González Rodríguez

26 de marzo de 2008 - 05:39 p. m.

En las décadas de los años 60 y 70, consideraron numerosos economistas que los gobiernos podían suavizar los ciclos económicos con las herramientas de los impuestos y con sus déficits.

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La utilización de estas herramientas puede ser efectuada por los gobiernos directamente o por los bancos centrales. Los bancos centrales las utilizan con mayor acierto que los incompetentes políticos, pero nada garantiza los resultados satisfactorios de ninguno de ellos.

En febrero pasado firmó George Bush una devolución de impuestos para los estadounidenses por 152.000 millones de dólares, un uno por ciento del PIB de tal país, con la idea de que tras poner dinero en los bolsillos de los consumidores se estimularía y se amortiguaría la recesión. Pero los escépticos sobre estas medidas parecen ser muy numerosos. Los encabeza Jea-Claude Trichet, presidente del Banco Central de Europa, quien recomienda evitarlos de manera contundente.

¿Quién tiene la razón? La revista The Economist sostiene que la respuesta depende de dos preguntas simples. ¿Poseen los países capacidad para recortar impuestos y para aplicar otras medidas contracíclicas? Y, ¿cuál es la evidencia de que esto les funcionará?

De acuerdo con la Organization for Economic Cooperation and Developement -OECD- y The Economist, salvo Japón, India... la gran mayoría de los países importantes del planeta cerraron 2007 con déficits fiscales inferiores al 3 por ciento. Estados Unidos presentó un déficit del 3 por ciento.  Los déficits de casi todos los países de Latinoamérica, incluyendo a Colombia,  también resultarán ser aceptables.   

Pero no todo estriba en considerar los déficits. Japón carga con un gran déficit, y además, con una gran deuda y con una población avejentada. Gran Bretaña presenta un déficit superior a Italia, pero su deuda es la mitad de esta última. Colombia enfrenta problemas internos de orden público y externos con Venezuela y Ecuador.

Los keynesianos sostienen que gozan los países con menores déficits de mayor capacidad para emitir dinero, para endeudarse, para recortar impuestos, para ejecutar grandes planes de obras públicas... para estimular la economía para evitar o para salir de una recesión. Los economistas escépticos, liderados por Trichet, consideran que, por el contrario, hacen más bien que mal tales estímulos. Sostienen que medidas temporales como la devolución de impuestos del Tío Sam, resultan ser inocuas, porque difícilmente ajustan las personas sus gastos en respuesta a una reducción temporal de impuestos.

Algunos estudios sobre las recesiones pasadas, tanto en los Estados Unidos como en Europa, observan que a la laxitud de los bancos centrales no corresponden, a veces, los bancos locales por temores como podrían ser contraer más deudas malas o financiar más hipotecas de alto riesgo. En Japón, las políticas laxas para salir de su estanflación, se reflejaron en un endeudamiento gigantesco. No les funcionó la imprenta del Estado, afirma Milton Friedman.

La revista The Economist recomienda, sin embargo, la ejecución de obras de infraestructura como vías, puentes, puertos, generación y distribución de la electricidad... para los países en desarrollo.

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