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El sector financiero de los Estados Unidos se encuentra en medio de una profunda crisis. Día tras día se acrecienta el número de empleados, accionistas, prestamistas y ciudadanos corrientes perjudicados por las catástrofes de sus grandes compañías.
Otrora fueron Enron, WorldCom, Digital, Prime Computer, Data General. Ahora son Bear Sterns, Fannie Mae, Freddie Mac Merrill Lynch, Lehman Brothers, la gigantesca aseguradora AIG. Y faltan todavía unos cuantos más, cuyas acciones ya comenzaron a desplomarse.
La pregunta respecto de lo anterior estriba en analizar hasta dónde pueden estas fallas desestabilizar, primero, a los Estados Unidos y, luego, al sistema financiero internacional. Especulemos al respecto:
Los índices de precios de las acciones del Dow Jones, de Standard & Poor´s 500, y el tecnológico del Nasdaq, no han caído más del 20 por ciento respecto de su máximo valor de todos los tiempos. En casi todas las recesiones anteriores las caídas fueron mayores.
Sostienen algunos que el problema es de liquidez, pero los intereses siguen estando bajos en Estados Unidos. Si hubiera iliquidez estarían ellos por las nubes. El error de apreciación se presenta porque hay una reacción generalizada para prestarles a las firmas estadounidenses en problemas. Pero la Reserva Federal, la FED, sí les ha prestado a casi todas las empresas cuyas quiebras podían tener repercusiones graves por doquiera. Una quiebra de la aseguradora AIG habría repercutido incluso por acá en Colombia.
A Lehman Brothers no la salvaron porque no consideraron que se justificaba. Como es sabido, invirtió la gerencia de Lehman su patrimonio -no el de sus clientes- en hipotecas malas. Es lo que por acá llamamos una quiebra por tomar malas "posiciones propias". Incluso, el gobierno de los Estados Unidos hace meses envió funcionarios suyos en Lehman para evitar que se dilapiden las inversiones de los clientes por intermedio de Lehman en acciones de otras empresas estadounidenses.
El desempleo tampoco es catastrófico, sí se les ha elevado, ciertamente, mas nunca a los niveles de los años 70 y 80. Los otros sectores de la economía, sí se han desacelerado, sin lugar a discusiones, pero no pocos de ellos siguen presentando balances satisfactorios, si acaso resultara que sí marchamos hacia una recesión severa. Por lo pronto todavía parece ser cuasi recesión o recesión suave.
Para mí, el problema grave que se deriva de esta crisis hipotecaria es la falta de confianza de los empresarios, los inversionistas y los ciudadanos corrientes. Quienes en el pasado han estudiado otras crisis hipotecarias menos profundas(,) señalan que, recuperar la confianza(,) puede tardar tres o cuatro año (años). La llamada "destrucción creativa" del capitalismo es un hecho innegable. De esta destrucción emergen instituciones más fuertes y competitivas. Definitivamente, no soy tan pesimista como ciertos titulares de prensa.
