Con base en las cifras publicadas por el DANE para 2017, encuentro que en el elevado 62% de nuestras exportaciones participan, desde hace 40 años, tan solo tres rubros: petróleo y derivados, carbón y café. En petróleo y derivados exportamos el año pasado 13.000 millones de dólares, en carbón, 7.400 millones y en café tan solo 2.500 millones; suman los tres 22.900 millones de dólares. Las exportaciones totales sumaron el año pasado 38.000 millones de dólares y superaron en 19% las del 2016. Pero en 2013 exportamos 59.000 millones de dólares.
Autorizados expertos sostienen que los vehículos eléctricos puros —no los híbridos, a gasolina y electricidad— resultan ser hoy más baratos, porque la electricidad es más económica que la gasolina y el diésel, sus motores son más simples y su mantenimiento es más económico. En los híbridos se compran dos motores. La generación de energía eléctrica a base de carbón también está siendo remplazada por la energía solar. Conclusión, ni el petróleo, ni el carbón tendrán las demandas de hoy día.
Si mal no alcancé a comprenderle al candidato presidencial señor Iván Duque, tan solo 15 productos participan en el 75% de las exportaciones de Colombia, frente a 26 productos que se exportan en México, 22 productos en Chile, 19 en Perú y 19 en Brasil. De otras fuentes. Las exportaciones per cápita y por año de Colombia en 2017 fueron exiguos 800 dólares, frente a 4.200 exportados por cabeza en Chile, 3.300 en México y 2.400 en Costa Rica. Hong Kong exporta 70.000 dólares por habitante y por año.
Los tratados de libre comercio —TLC— firmados por Colombia, con más de 50 países, no nos están brindando las oportunidades que se vaticinaban. La devaluación de la tasa de cambio por sobre los 3.000 pesos por dólar durante años recientes tampoco ha estimulado las exportaciones no tradicionales. “Exportar o morir” del presidente Carlos Lleras Restrepo sigue vigente.
Para ahondar en la magnitud del problema vale la pena reproducir un párrafo del discurso del presidente Donald Trump ante el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza: “Nosotros no vamos a cerrar los ojos ante las prácticas económicas desleales, las cuales incluyen el robo de la propiedad intelectual, los subsidios oficiales para las industrias y la planeación permanente de la economía por el Estado”.
Los subsidios oficiales son tan elevados que un importante exejecutivo del sector textil me dijo: Hernán, el costo solamente del algodón requerido para producir una camiseta interior en Colombia resulta más elevado que el precio de venta en Colombia de esa misma camiseta producida en algún país asiático”.
A las competencias desleales mencionadas por el presidente Trump les adicionamos las monedas devaluadas por los gobiernos con el fin de favorecer a sus exportadores y, finalizo, con el regreso a Colombia de los dineros del narcotráfico para ser lavados por medio del contrabando, la subfacturación y la corrupción de nuestras aduanas. Como consecuencia de estas descontroladas prácticas económicas desleales, se quiebran nuestras frágiles empresas y cunden el desempleo y la informalidad.
Así las cosas, el narcotráfico que se tolera en el texto del acuerdo del Teatro Colón es tan destructor de la empresa privada en Colombia como fueron los “exprópiese” del difunto Hugo Chávez. En resumen, el “exprópiese” y el “quiébrese” de Santos tienen los mismos efectos.
Con base en las cifras publicadas por el DANE para 2017, encuentro que en el elevado 62% de nuestras exportaciones participan, desde hace 40 años, tan solo tres rubros: petróleo y derivados, carbón y café. En petróleo y derivados exportamos el año pasado 13.000 millones de dólares, en carbón, 7.400 millones y en café tan solo 2.500 millones; suman los tres 22.900 millones de dólares. Las exportaciones totales sumaron el año pasado 38.000 millones de dólares y superaron en 19% las del 2016. Pero en 2013 exportamos 59.000 millones de dólares.
Autorizados expertos sostienen que los vehículos eléctricos puros —no los híbridos, a gasolina y electricidad— resultan ser hoy más baratos, porque la electricidad es más económica que la gasolina y el diésel, sus motores son más simples y su mantenimiento es más económico. En los híbridos se compran dos motores. La generación de energía eléctrica a base de carbón también está siendo remplazada por la energía solar. Conclusión, ni el petróleo, ni el carbón tendrán las demandas de hoy día.
Si mal no alcancé a comprenderle al candidato presidencial señor Iván Duque, tan solo 15 productos participan en el 75% de las exportaciones de Colombia, frente a 26 productos que se exportan en México, 22 productos en Chile, 19 en Perú y 19 en Brasil. De otras fuentes. Las exportaciones per cápita y por año de Colombia en 2017 fueron exiguos 800 dólares, frente a 4.200 exportados por cabeza en Chile, 3.300 en México y 2.400 en Costa Rica. Hong Kong exporta 70.000 dólares por habitante y por año.
Los tratados de libre comercio —TLC— firmados por Colombia, con más de 50 países, no nos están brindando las oportunidades que se vaticinaban. La devaluación de la tasa de cambio por sobre los 3.000 pesos por dólar durante años recientes tampoco ha estimulado las exportaciones no tradicionales. “Exportar o morir” del presidente Carlos Lleras Restrepo sigue vigente.
Para ahondar en la magnitud del problema vale la pena reproducir un párrafo del discurso del presidente Donald Trump ante el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza: “Nosotros no vamos a cerrar los ojos ante las prácticas económicas desleales, las cuales incluyen el robo de la propiedad intelectual, los subsidios oficiales para las industrias y la planeación permanente de la economía por el Estado”.
Los subsidios oficiales son tan elevados que un importante exejecutivo del sector textil me dijo: Hernán, el costo solamente del algodón requerido para producir una camiseta interior en Colombia resulta más elevado que el precio de venta en Colombia de esa misma camiseta producida en algún país asiático”.
A las competencias desleales mencionadas por el presidente Trump les adicionamos las monedas devaluadas por los gobiernos con el fin de favorecer a sus exportadores y, finalizo, con el regreso a Colombia de los dineros del narcotráfico para ser lavados por medio del contrabando, la subfacturación y la corrupción de nuestras aduanas. Como consecuencia de estas descontroladas prácticas económicas desleales, se quiebran nuestras frágiles empresas y cunden el desempleo y la informalidad.
Así las cosas, el narcotráfico que se tolera en el texto del acuerdo del Teatro Colón es tan destructor de la empresa privada en Colombia como fueron los “exprópiese” del difunto Hugo Chávez. En resumen, el “exprópiese” y el “quiébrese” de Santos tienen los mismos efectos.