Entiendo que el crecimiento de la población musulmana en Europa se aceleró a partir de 1945, cuando Francia, Alemania y Suiza le abrieron sus puertas a una inmigración de la cual parecen arrepentirse hoy.
Ruud Koopmans, del WZB Centro de Ciencias Sociales de Berlín, escribió un artículo titulado ‘Islamic fundamentalism is widely spread’ el cual puede leerse ingresando por Google con el título del artículo citado. Esta publicación se basó en encuestas realizadas en 2013 en seis países de Europa, entre inmigrantes y nativos, con el fin de comparar, en algunos aspectos, a los mahometanos con los cristianos.
El WZB es un instituto que ostenta 160 investigadores, científicos, historiadores, politólogos… fue fundado en 1969 por todos los partidos del parlamento alemán.
Las conclusiones más preocupantes de dicho artículo radican en que el 66% de los seguidores del profeta Mahoma consideran que sus leyes religiosas priman sobre las leyes civiles de los países en los cuales viven. El 45% se declaró hostil frente a los judíos, los cristianos… y consideran que occidente los exterminará. El 75% de los islamistas solamente acepta una interpretación legítima del Corán.
Los cristianos resultaron más tolerantes. Tan solo el 13% consideró que sus leyes religiosas primaban sobre las leyes de su país. Otro 13% se declaró hostil frente a los judíos y otras tendencias. Menos del 20% se rehusó a aceptar interpretaciones diferentes de la Biblia. Hasta aquí la publicación del WZB.
Muy poco se mencionan las consecuencias positivas o negativas de las religiones sobre la política y la economía de los países. Casi nunca nos detenemos a considerar la explosión demográfica en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo pasado como consecuencia de su religión predominante. Milagrosamente han sobrevivido nuestras democracias.
En Francia, por ejemplo, exigen los mahometanos licencias adicionales para no trabajar durante sus feriados. Exigen suspensiones momentáneas de sus horarios en escuelas, universidades y lugares de trabajo para realizar sus cinco oraciones diarias. Las funcionarias demandan poder trabajar con el chador. Se comenta que la Justicia está en manos de los islamistas. Por ley están reclamando que numerosos puestos públicos les sean entregados, en especial, a los inmigrantes. ¿Quién los empleará con tal cúmulo de exigencias?
Los islamistas se acercan hoy al 10% de la población de Francia, y según los analistas, con ese porcentaje eligieron al socialista Fracois Hollande como su presidente. La Deutsche Welle, televisión alemana, afirmó esta semana que su país requería 300 mil inmigrantes por año para mantener constante su población. ¿Acaso no deberían incentivar inmigraciones de cristianos latinos?
Entiendo que el crecimiento de la población musulmana en Europa se aceleró a partir de 1945, cuando Francia, Alemania y Suiza le abrieron sus puertas a una inmigración de la cual parecen arrepentirse hoy.
Ruud Koopmans, del WZB Centro de Ciencias Sociales de Berlín, escribió un artículo titulado ‘Islamic fundamentalism is widely spread’ el cual puede leerse ingresando por Google con el título del artículo citado. Esta publicación se basó en encuestas realizadas en 2013 en seis países de Europa, entre inmigrantes y nativos, con el fin de comparar, en algunos aspectos, a los mahometanos con los cristianos.
El WZB es un instituto que ostenta 160 investigadores, científicos, historiadores, politólogos… fue fundado en 1969 por todos los partidos del parlamento alemán.
Las conclusiones más preocupantes de dicho artículo radican en que el 66% de los seguidores del profeta Mahoma consideran que sus leyes religiosas priman sobre las leyes civiles de los países en los cuales viven. El 45% se declaró hostil frente a los judíos, los cristianos… y consideran que occidente los exterminará. El 75% de los islamistas solamente acepta una interpretación legítima del Corán.
Los cristianos resultaron más tolerantes. Tan solo el 13% consideró que sus leyes religiosas primaban sobre las leyes de su país. Otro 13% se declaró hostil frente a los judíos y otras tendencias. Menos del 20% se rehusó a aceptar interpretaciones diferentes de la Biblia. Hasta aquí la publicación del WZB.
Muy poco se mencionan las consecuencias positivas o negativas de las religiones sobre la política y la economía de los países. Casi nunca nos detenemos a considerar la explosión demográfica en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo pasado como consecuencia de su religión predominante. Milagrosamente han sobrevivido nuestras democracias.
En Francia, por ejemplo, exigen los mahometanos licencias adicionales para no trabajar durante sus feriados. Exigen suspensiones momentáneas de sus horarios en escuelas, universidades y lugares de trabajo para realizar sus cinco oraciones diarias. Las funcionarias demandan poder trabajar con el chador. Se comenta que la Justicia está en manos de los islamistas. Por ley están reclamando que numerosos puestos públicos les sean entregados, en especial, a los inmigrantes. ¿Quién los empleará con tal cúmulo de exigencias?
Los islamistas se acercan hoy al 10% de la población de Francia, y según los analistas, con ese porcentaje eligieron al socialista Fracois Hollande como su presidente. La Deutsche Welle, televisión alemana, afirmó esta semana que su país requería 300 mil inmigrantes por año para mantener constante su población. ¿Acaso no deberían incentivar inmigraciones de cristianos latinos?