Antonio Gramsci, italiano, filósofo y teórico marxista, murió de un derrame cerebral a los 46 años en 1937. Sus profundos resentimientos se deben en alguna medida a que vivió deformado por su joroba y fue excluido socialmente por su pobreza. Casi todos sus libros los escribió estando encarcelado por Benito Mussolini.
Alguna vez afirmó Gramsci: “El viejo mundo se muere y el nuevo trata de aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos… El presente contiene todo el pasado”.
En Colombia ha muerto el viejo mundo de la Seguridad Democrática, caracterizado por las aspersiones aéreas con glifosato, por sus extradiciones y extinciones de dominio. Y trata de aparecer el nuevo mundo de la paz con las Farc, destacado por la impunidad de la JEP, por los escaños en el Congreso para los jefes criminales de la guerrilla y afectado por el mar de coca que nos legó el expresidente Santos, quién toleró cultivarla para que le firmaran su incierta paz.
En este claroscuro está surgiendo el monstruo de las manifestaciones de protesta con violencia, para elevar la pobreza durante el mandato de Iván Duque, con el fin de contar con un elevado número de votantes resentidos en 2022 y lograr que la ineptocracia liderada por Gustavo Petro nos encamine por la vía de las dictaduras tropicales.
En otra ocasión afirmó Gramsci: “La indiferencia actúa poderosamente en la historia. Actúa pasivamente, pero actúa… Es más fácil formar un ejército que formar capitanes… Los partidos comunistas no pueden aspirar a llegar al poder por medio de sus votos, tan solo pueden llegar si se apoderan primero del Congreso, la justicia, la educación, la juventud”.
La indiferencia de no pocos colombianos no necesita demostraciones, resulta ser evidente. No abundan los capitanes como el expresidente Álvaro Uribe para remplazarlo frente a su Centro Democrático. Se teme una reducción de los votantes “uribistas” para las elecciones de 2022.
Los discípulos de Gramsci ya se apoderaron de nuestra justicia, nuestra educación y nuestra juventud, solo les falta apoderarse del Gobierno. Pero muy pronto lograrán imponernos su ineptocracia gracias a la quiebra de empresas y al desempleo producto de los dólares baratos por el mar de coca, de los acuerdos comerciales con competencias desleales, del coronavirus y de los votos de los pobres, los resentidos y los partidos de oposición. El presente sí contiene todo nuestro pasado.
Una vez en el poder, procederán a generalizar y a profundizar la miseria del pueblo para perpetuar por tiempo indefinido sus dictaduras tropicales. Porque un pueblo de miserables no se atreve a protestar, en “espera de las migajas de pan que le caerán de la mesa del Gobierno”.