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Incertidumbre por doquiera

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Hernán González Rodríguez
21 de enero de 2008 - 09:21 p. m.
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El autor de esta nota sostiene que el gobierno del presidente Álvaro Uribe figura ya como nuestro mejor gobierno en las últimas décadas, a juzgar por los cinco años y medio transcurridos.

Más aún, “no considero justo censurar a alguien que ha alcanzado tanto, porque no ha logrado un poco más”.  Considero conveniente, sin embargo, esbozar algunas preocupaciones y temores sobre el resto de su mandato para no mudar mi opinión.

Tanto la seguridad democrática del presidente Uribe, como los vientos que soplaron hasta ayer en favor de la economía internacional, compensaron con amplitud el manejo insatisfactorio y rezagado de nuestra tasa de cambio flexible. Pero ni la seguridad aludida, ni los vientos favorables son eternos.  En el horizonte se otean nubes de tormenta.

Tanto o más que continuar alabando los logros de la  seguridad democrática de Uribe, desearía a la fecha contar con otra seguridad, la que brindaría una coalición de partidos dentro del uribismo, con la cual se les pudiera asegurar a los demócratas de Colombia que en el año 2010 no vayamos a entregarle el gobierno a una izquierda retrógrada y chavista.  Muy poco se plantea la necesidad de elegir un gobierno que continúe con la seguridad democrática de Uribe.

Tras la oportuna confesión de Hugo Chávez Frías de ser aliado de sus bolivarianas Farc, todo puede acontecer. El presidente Uribe debería convocar  a  los líderes de su bancada para tratar de unificarla. Apremia lograr que se acepten unas reglas claras para elegir los candidatos del uribismo para el 2010.

La insensatez y el pensamiento retorcido de la Corte Constitucional se han convertido en un buey echado en el camino de la paz de Colombia.  No pocos magistrados arriesgan pasar a la historia como leguleyos y obstruccionistas.  Casi nadie les comprende sus argumentos para impedir que las autodefensas rasas no se puedan amnistiar.  Asunto algo diferente lo constituyen los jefes de las autodefensas.

Inquieta la carencia de economistas con capacidad política para capotear con éxito las repercusiones en Colombia de una recesión en los Estados Unidos.  No sobresalen éstos ni en la bancada uribista, ni en el Ministerio de Hacienda, ni en el Banco de la República. En el tintero se quedaron todas las reformas que parten de la elaboración “tropical” de nuestro Presupuesto,  las que pasan por limitar los endeudamientos y los gastos del Estado y las que rematarían en una ley para cerrar los ejercicios anuales con un superávit fiscal primario.  Así no se enfrentan los estragos de nuestro peso en revaluación o apreciación permanente.

Nuestra economía presenta hoy  magníficos resultados, sí, casi sin precedentes. Pero su deterioro es cuestión de meses cuando no se han efectuado previamente ciertas reformas clave para asegurar ese crecimiento elevado, sostenido y generalizado que tanto se le admira a este Gobierno.

No deberían continuar los desaciertos del presidente Uribe en el nombramiento de sus subalternos. Las señoras antioqueñas sostienen por acá que para ser ministro o subalterno de Uribe se requiere llenar tres condiciones, a saber:  ser pueblerino, bien feo y no poseer luz propia. Y a fe que más de uno de ellos cumple con las tres condiciones a cabalidad. Recordemos que para administrar bien es indispensable acertar en los nombramientos.

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