La financiación de la Ley de Víctimas y Tierras correrá por cuenta de los contribuyentes colombianos, a pesar de que figuran las Farc como grandes culpables de la violencia ocasionada.
Vinieron luego las autodefensas como reacción causada por la incompetencia de nuestras instituciones. Y rematamos con el narcotráfico que financió estos grupos para exportarles drogas a los países industrializados y ricos, los que tanto nos censuran, sin sentirse culpables por el consumo.
Ojalá fuera posible reparar a todas las víctimas de la violencia desde 1948, incluyendo, desde luego, a los militares. Pero esto no parece viable sin afectar seriamente la estabilidad financiera de Colombia. Comencemos por mencionar que víctimas no son solamente los desplazados, los asesinados, los secuestrados, los extorsionados… por culpa de los grupos y de la incompetencia aludida, sino que existe un elevado número de colombianos que han perdido su empleo, sus negocios… por culpa de evidentes acciones y omisiones de inadvertidas instituciones como el Emisor, Minhacienda, las Altas Cortes, el Congreso…
Me refiero a la apreciación del peso, al contrabando con dinero del narcotráfico, a la delincuencia común y a la inoperancia de nuestra Justicia. La culpabilidad de ellas en estos delitos la eluden ciertos juristas ilusos y ciertos políticos iluminados… Si fueran ellos consecuentes, demandarían, así mismo, la presentación de leyes para reparar las víctimas de estas incompetencias del Estado. Pero no lo intentan, quizá, por las dimensiones financieras colosales que adquieren estos idealismos.
No perdamos de vista la fragilidad de nuestras finanzas. Goldman Sacks ha calificado nuestra reactivación como modesta. Para darle la razón, basta compararla con lo acontecido en los crecimientos de las economías de todos los países latinoamericanos no socialistas. En niveles de desempleo también salimos mal librados de la comparación.
Algunos expertos temen hoy que Colombia termine igual de mal que Irlanda, porque nos hemos encaminado por la misma senda de sus exageraciones. Como bien se recuerda, redujeron los irlandeses los impuestos de renta sobre sus empresas al exiguo 12,5%, en lo cual fueron inicialmente muy exitosos. Pero se equivocaron a continuación, al copiarle a Europa todas las imprudencias de su Estado de Bienestar de la cuna a la sepultura. Por esto se halla hoy Irlanda frente a graves dificultades, impuestos bajos y cuantiosos gastos sociales y endeudamiento elevadísimo.
Concluyo que en Colombia no hemos hecho bien, ni en forma oportuna, la tarea de ajustar nuestras instituciones para propiciar un desarrollo acelerado. Por esto espero que, a la par con una reparación racional, prudente, de las víctimas de la violencia, se ocupe aún más el gobierno del presidente Santos de temas como: Justicia, apreciación del peso, contrabando, empleo…
Apremia concentrarse, en síntesis, sobre todo cuanto olvidaron sus antecesores. Porque en Colombia no podemos pasar de ser víctimas de los grupos armados a ser víctimas de la inoperancia de las instituciones del Estado.
