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Si analizamos el período comprendido entre el primero de enero de 2003 y el 31 de diciembre de 2008, ambos años incluidos, abarcamos seis años muy representativos del gobierno del presidente Uribe.
En dicho lapso pasará el producto interno bruto de registrar 94.000 millones a 200.000 millones, ambas cifras están reportadas en dólares corrientes de los de cada año, según estimativos recientes del Banco de la República. Estos dos números nos descubren un aumento del 113 por ciento del PIB, el cual se traduce en una tasa de crecimiento por año y en dólares del 13.4 por ciento. El incremento del producto interno bruto por habitante y por año nos salta de 2.200 dólares a 4.600 dólares, lo cual nos revela un crecimiento anual por cabeza un poco menor, del 13.1 por ciento, por haber pasado la población, entre tanto, de 42 a 44 millones. ¡Mejor imposible!
Pero cuanto se justifica analizar a la par es el comportamiento de dólar sobre los mismos seis años en pesos constantes del dólar promedio de 2003. Comencemos por recordar que el promedio de 2003 fue de 2.850 pesos por dólar. Para facilitar nuestro análisis, supongamos que la tasa de cambio del dólar promediará 1.850 pesos por dólar en 2008, esto nos arrojaría una revaluación del peso del 35 por ciento sobre los seis años analizados.
En pesos constantes de los de 2003, el producto interno bruto de Colombia caería en diciembre 31 de 2008 a tan solo 130.000 millones de dólares aproximadamente, unos 3.000 dólares por cabeza en lugar de los 4.600. Así las cosas, el crecimiento total del PIB del período se desplomaría en dólares desde el 113 por ciento al 38 por ciento. La tasa anual de crecimiento del PIB caería de 13.4 por ciento a 5.6 por ciento. Y la tasa anual de crecimiento del PIB, per cápita, descendería en forma abrupta del 13.1 al 5.3 por ciento. Resultados, aceptables, sin lugar a dudas, pero cerca ya del límite de lo aceptable.
Algunos economistas argumentarán en mi contra que los cálculos anteriores no son válidos, porque el Índice promedio de la Tasa de Cambio Real de 2003 –Itcr- revelaba entonces una ventaja competitiva a favor del peso colombiano demasiado elevada, inusual en años recientes. Argumentarán que nuestro peso se cotizaba demasiado devaluado en 2003.
Poco lógico. No olvidemos que cuando se estableció esta serie en 1994, se tomaron como cifras para este año -año base- tanto un peso, como un dólar, como una canasta de monedas que se cotizaban todas muy baratas, debido a que por entonces se habían autorizado unas admistías tributarias que permitieron “lavar” en el país abundantes capitales del narcotráfico. Tanto ayer como hoy, nadábamos y nadamos en dólares. El Itcr mide en forma engañosa nuestra competitividad. Ahora, cuando muchos colombianos ya se hallan en bancarrota, o en grandes dificultades, nos señala tal índice que nuestro costoso peso se encuentra muy cerca de la paridad cambiaria, o sea, ni devaluado ni revaluado. Conclusión absurda ésta debida al empleo de un índice inadecuado.
Situaciones más preocupantes que la anterior no son de descartar. Observo, simplemente, que la distorsión ocasionada en el euro por la caída del dólar sobre exactamente los mismos seis años analizados, resulta ser hoy día todavía más dramática, porque estimo que el euro no se revaluará menos de un 50 por ciento en promedio en 2008 respecto de enero de 2003, cuando se cotizaban dólar y euro casi a la par.
