Millonarios y Atlético Nacional, y faltan otros, se entreveran en la Copa Libertadores 2023, por eso es necesario establecer una meta: ser protagonistas del más importante y rentable evento en Suramérica. Son tangibles los beneficios, comenzando por los económicos, y para jugadores y cuerpos técnicos una ocasión de promoción. Y ni hablar del orgullo y la gloria para sus numerosos seguidores, si los objetivos se consiguen. Para ello es prioritario aceptar el reto que significa participar en la Copa.
Sin posar de expertos financieros, bastaría aplicar el sentido común. Realizar un ejercicio entre los ingresos y los egresos. Resulta fácil, porque la Conmebol asigna premios, para todo el trayecto de la competencia, donde lógicamente el campeón engrosará más sus arcas. Pero todos, en cualquier fase, recibirán reconocimiento en dólares, y eso de hecho animará a proseguir en carrera. Si a ese rubro se añade la respuesta de sus hinchas en las convocatorias para cada juego, sin importar la categoría del rival. Porque se aprecia por estas épocas, y no como ocurría en el pasado, que los aficionados quieren ver a su equipo ganándole a quien sea. Antes se escogían los partidos, dependiendo del adversario. Hoy la afluencia de espectadores no tiene reparos en ir al estadio. Es una confirmación de ser el fútbol una genuina religión, donde todo el manejo de congojas y tristezas se aplaca con vítores y gritos de gol. La aparición de patrocinadores también contribuye, y de qué forma, a fortalecer las finanzas del equipo.
Entonces es urgente que nuestros equipos, a sabiendas de las ayudas externas, se comprometan a hipotecar, si se quiere, parte de las ganancias para reforzar líneas de juego. Nacional, por ejemplo, casi que medio equipo, por los que salieron y saldrán, debe buscar reemplazos de categoría, de clase, de alto valor en el mercado. Tienen con qué lograrlo, y por la misma senda Millonarios. Un plantel de 25 jugadores es lo ideal para cada uno, y para confeccionarlo es preciso recurrir a métodos especiales, ajenos a simples recomendaciones de empresarios y representantes. Tanto Autuori como Gamero no se engañan en cuanto a los puestos por mejorar. Ellos y solo ellos aprendieron lecciones dejadas por este torneo y con firmeza deben exigir presencia de figuras ávidas de gloria y premios.
Se corren riesgos, pero sería imperdonable seguir compitiendo por competir. Se puede, se debe y se tiene con qué aspirar a figuraciones que en parte logren una mejor imagen a nivel internacional.
Ya estamos hartos de ser comodines de la Copa, y es hora de intentar un cambio. Todos sabemos de las aspiraciones tanto de Brasil y Argentina con sus representantes. Sin embargo, tenemos derecho a soñar con una edición de Copa Libertadores reconfortante y con equipos ganadores.