Deseos 2022

“Un año más de vida y uno menos que vivir”, decían las abuelas, pero ojalá 2022 traiga para todos salud y trabajo. Por el billete no se afane, porque la DIAN siempre lo buscará y de lo que quede algo podremos invertir en la entretención, que supuestamente ofrece el fútbol.

Deseo que los dueños, porque eso son los de la Federación de Fútbol, planifiquen como corresponde un calendario donde tengan cabida los torneos nacionales y las participaciones de seleccionados en todas las categorías, incluyendo la rama femenina. Que por un momento piensen no exclusivamente en organizar torneos de la Conmebol, sino en el desarrollo del fútbol mismo.

Deseo que tantos exjugadores encuentren oportunidades para capacitación para algún día llegar a la dirección técnica. Deseo que mejore el arbitraje, tan cuestionado en el año que termina, que disponga de orientadores serios y buenos maestros, porque no es cuestión de saber el reglamento y sus aplicaciones, ilustrados para transmitir esa disciplina.

Deseo que las últimas tecnologías implementadas por la FIFA lleguen a nuestro fútbol. Deben disponer los jueces de los relojes que advierten si el balón ingresó al arco o no. Ahora anuncian control externo para los fuera de lugar. Sé que debemos ir por partes. De allí que la Dimayor, promesa por cumplir, dote de VAR a todos los estadios donde se dispute una fecha del calendario. Entiendo que los costos son altos, aunque los ingresos también lo son. Dicho de otra forma, plata sí hay y reinvertirla en el juego es lo mínimo que se espera.

Deseo que la selección de Colombia vaya al Mundial de Catar. Para ello, en las cuatro fechas faltantes, los cuerpos técnico y ante todo los jugadores, conocedores de la presión que recibirán, deben dejar los egoísmos y las vanidades (no es pecado ni mucho menos), que hacen parte de la condición humana. En esos doce puntos por jugar está el tiquete para el Mundial. Se admite ingresar directamente o por el nervioso asunto del repechaje.

Deseo que la dirigencia de los cuadros profesionales aprenda a manejar la pobreza y, en lugar de estar llorando y quejándose, sean inteligentes para organizar equipos competitivos que puedan dejar el conformismo, tan habitual en la mayoría de los participantes.

Deseo que algún día eliminen ese adefesio del promedio para el descenso. Los que ascienden deben seguir luchando para superar ese lastre de puntos y por eso terminan siendo equipos ascensor: suben y bajan con pasmosa facilidad.

Por último, mis mejores deseos para quienes alimentan la pasión por el fútbol y presentes siempre del diario acontecer, donde las noticias, las decepciones y las alegrías tienen cabida. El fútbol es vida y es como ella, imprevisible y veleidosa.