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Volver a ver

Hernán Peláez Restrepo

18 de abril de 2022 - 08:26 a. m.

Así como uno vuelve a ver la misma película o a oír la misma canción, así también el fútbol de la Champions, visto esta semana, invita volverlo a ver. Se dieron factores comunes en todos los partidos. La mayoría de los actores son reconocidos como genuinos exponentes del mejor fútbol actual, y de ahí los astronómicos salarios que devengan y las escandalosas cifras de presupuestos y premios.

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De paso se reafirma una verdad de a puño: Suramérica continúa siendo la despensa y ellos la vitrina. Por eso las divisiones juveniles de jugadores en Brasil y Argentina siempre están bajo la mira de los cazadores de talento. Los jugadores de este lado, como ocurre con Luis Díaz, arriban con su talento y condiciones, y comienzan de inmediato un período de acoplamiento y progreso. La gran mayoría llegan a lo que se llama el techo de producción.

Es claro que en el momento de citaciones o convocatorias para selecciones nacionales se recurre a esos que emigraron, para lo cual bastaría revisar las nóminas de las 10 selecciones de la región.

Se vieron en la semana partidazos, como el del Real Madrid-Chelsea, o el sorprendente esquema de Villarreal para eliminar al Bayern alemán, o la entrega y lucha del Atlético de Madrid para impedir su eliminación. De hecho, tanto el Liverpool como el Manchester City sufrieron para hacer valer su categoría. Llamó la atención observar los gestos de entrega y lucha de todos los protagonistas que tenían en su ADN futbolístico una sola meta: hacer goles. Nada de defender a ultranza, a excepción manifiesta del Atlético de Madrid, el día que perdió 1-0 en Manchester.

La gran mayoría responde a la esencia del gol que, al fin y al cabo, es el alimento espiritual del aficionado que paga a sabiendas del sufrimiento o el gozo. Es tan evidente el asunto, que pueden jugar 90 o 120 minutos, sin renunciar a la combatividad, ni dar cabida al conformismo.

Nadie objeta las decisiones arbitrales, ni salen quejas por el uso del VAR y chocan y se pegan, caen al suelo, sin simulaciones, tan habituales en nuestros lares.

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Es necesario, hablando de nuestro fútbol, reclamar a los árbitros el que dejen jugar, porque no todas las caídas al piso merecen tarjeta amarilla, y archiven esa costumbre de dialogar y explicar todas sus decisiones a los jugadores. Si los jueces ignoran la reclamadera por todo y no explican sino que aplican, quizás ayuden en algo a ir mejorando el nivel de juego.

Viendo lo de la Champions, a nuestro fútbol lo contaminaron algunos técnicos del pasado, quienes pregonaron aquello de hacer un gol y defenderlo a muerte. Los futbolistas requieren un lavado de cerebro porque es necesario inculcarles eso de jugar para ganar, y eso se consigue con goles. Lo demás es carreta barata.

He podido, y espero ustedes también, disfrutar de un fútbol que llega a tal punto, que los minutos se pasan sin darse cuenta. Ojalá estos partidos, cualquiera que sea, sirvieran para despertar conciencia en nuestros jugadores. Muchos de los que aplaudimos esta Champions reconocemos en muchos de aquellos jugadores el que jugaran con espíritu aficionado… vale la pena volver a ver esta clase de juego-fútbol-enseñanza.

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