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“Cuando un amigo se va”... cantaba Alberto Cortez. Hoy quiero recordar a Juan Carlos Sarnari, quien se marchó sin decir adiós. Por eso me parece hilvanar algunos hechos que marcaron su vida como futbolista y su bonhomía a quienes compartimos sus años de retiro.
Para él quizás el técnico y maestro fue el Tano Renato Cesarini, quien le dio puesto en la delantera de River Plate y lugar en la historia del club. Jugaba en ese puesto llamado entonces interior derecho y formó pareja, por ejemplo con el Negro Luis Cubilla. Entre River y Huracán construyó los datos de su trabajo en el fútbol de Buenos Aires y con ambos vino a jugar a Colombia, con River en Copa Libertadores y amistosos con Huracán
En Chile se le recordará por haber estado en las dos universidades: la Católica y la de Chile, y ya en el cierre de su carrera en Deportes La Serena. Allá como acá, reclutó amigos y compañeros. Hace un tiempo visitó en compañía de su esposa, apodada con cariño la Polaca, a su amigo Manuel Pellegrini, por entonces técnico del Manchester City. quien había sido su compañero en Chile.
Estuvo en el Mundial de 1966, en Inglaterra, y alcanzó a trabajar como técnico de Quindío, Santa Fe y Once Caldas en la década de los 80. En el club cardenal hizo gran carrera, logrando título en 1975 y permaneciendo hasta que Miguel Ángel Basílico, en su función de técnico, decidió no contar más con él. Mucho le debió a Pancho Hormazábal, el DT chileno, quien lo invitó a jugar con el Independiente Medellín.
Ya en la faceta del retiro estuvo en compañía de José Antonio Tebes al frente del restaurante Casa Argentina y después en la Estancia Chica, donde una vez al mes y por costumbre nos reuníamos —y confío en seguir haciéndolo como homenaje a un gran amigo y contertulio— a conversar de fútbol y traer historias y observaciones, departir en medio de apuntes, risas y sin que nadie tenga la razón, porque en temas de fútbol todos sabemos y ninguno sabemos.
Aún sorprendidos estamos quienes, alrededor de una mesa, disfrutábamos muchísimo de esas horas de fútbol: Dino Gallo, Poncho, Arturo Boyacá, Efraín Pachón, Gómez Voglino, el Turco Amado, el Pájaro Juárez, el Mono Hernando Tovar, el Librero Rubini y otros que van y vienen, como Miguel Russo, Willington Ortiz, Mina Camacho, Rafael Pacheco, Julio Comesaña, Esteban Gesto, Jorge Barraza y recordar al Negro Luis Gerónimo López y al Cachaco Rodríguez. Todos ellos supieron del carácter y calidad humana del Nene Sarnari.
Tenía dos historias que siempre repetía. Un auxiliar de River, Machín, decía: “En el fútbol valen dos cortas, una larga”, es decir, dos pases cortos y uno largo para sorprender. Y la otra era un llamado de un juez de línea al árbitro para expulsar a Lallana por una agresión: “El ezdi rafue”. Hablando así, al revés, pretendía que ningún jugador entendiera que sacara al 10, que era Lallana.
Unas líneas para evocar los buenos momentos compartidos con un excelente jugador y persona. El Nene Sarnari dejó huella en su paso por campos de fútbol y de la vida. En unos porque siempre entendió el juego y lo hizo y quiso jugar a su manera. Y en otros por su trato personal, su sencillez y calidez. Lo recordaremos como un personaje inolvidable.
