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La columna de Peláez: ¿Qué pasa?

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Hernán Peláez Restrepo
23 de octubre de 2022 - 02:06 p. m.
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Me gustó mucho una respuesta del escritor mexicano Juan Villoro, hincha del Barcelona, en visita reciente a Bogotá, cuando dijo que él era aficionado porque podía palpar y apreciar las reacciones de un espectador de fútbol, que pasa con relativa facilidad de la euforia a la depresión por un simple gol, y puede construir un genuino drama por un resultado.

Esto coincide plenamente con el momento que viven los hinchas y seguidores de Millonarios. Preocupados, no asustados, porque el calendario ofrece opciones claras para llegar a las finales de este año. Millonarios venía embalado, cosechando puntos por donde pasaba y alimentando las ilusiones de un título, pero en un momento se estacionó en puntaje y dejó de ganar. Como pasa con casi todos los equipos, los fantasmas y advertencias anidaron en la mente de la familia azul.

No considero que pase algo extraño. sencillamente es la lógica del fútbol. Cuántos como el Juventus, el mismo Liverpool o el Cali de nuestro patio, después de transitar con jerarquía por un torneo, se vinieron a menos. La misma selección nuestra del mundial de 1994 alcanzó la gloria con aquel cinco a cero en Buenos Aires, para después sumirse en depresión futbolística. Había alcanzado la cresta de la ola y la siguiente etapa era descender; fue el epílogo.

Ahora bien, hechas estas advertencias de común ocurrencia en el fútbol, al igual que la vida de los goleadores, quienes por períodos se topan con el arco cerrado, lo de Millos puede tener variadas causas. La reflexión de su técnico Alberto Gamero de no encontrar explicación alguna lo dice todo. Él mejor que nadie conoce su plantel, elige a quienes deben ser los titulares y traslada toda la responsabilidad y presión a los escogidos.

La única recomendación, y no es de mi autoría, sino de haber conocido ejemplos similares en el lejano y tiempo actual, es conseguir que los jugadores o, mejor, todo el grupo se junte, se encierre en un sitio aislado y cada quien exprese su preocupación y acusación sobre el porqué. Al igual que una familia, los problemas se ventilan y se pueden arreglar. No digo que con trompadas, porque hace años, José Sasia, uruguayo de Peñarol, y su compañero Juan Joya, peruano, se encerraron, sin espectadores y a golpes solucionaron sus diferencias. Eran otras épocas. Millos no requiere llegar a esos extremos, pero son los jugadores quienes hablando pueden sacudir la sal que los acompaña por estos días y fijar objetivos inmediatos para devolver la alegría a sus numerosos parciales.

Es probable que la relación entre jugadores y cuerpo técnico se haya fisurado. Podría ocurrir, sin que de ello tengan la culpa los hinchas. Los jugadores unidos y convencidos, dejando de lado lamentos, como una sola fuerza, deben ser capaces de retornar a mejores puntos y clasificación.

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