Quién sabe cómo surgió esa expresión de “las empresas por encima de sus funcionarios”. En los equipos de fútbol pasan jugadores, dirigentes y la pasión por los colores siempre les pertenece a los hinchas. Y parece lógico. Sin embargo, quiero reflexionar sobre el actual discurrir del fútbol globalizado.
Los técnicos hacen énfasis en el juego colectivo, porque son once los futbolistas designados para cualquier partido, pero es evidente que las figuras, generalmente pocas, son las determinantes del funcionamiento y rendimiento. Por eso mismo, las figuras acaparan titulares y noticias. Disponen de modernos mecanismos tecnológicos para ser seguidas por millares de aficionados. Casi es costumbre periodística escoger y señalar los valores individuales. Lo más fresco, para dar ejemplo, lo visto en el triunfo incuestionable de Atlético Mineiro sobre River Plate. Los aplausos y la exaltación por sus ejecutorias recayeron en Hulk. Cierto que otros compañeros de él, como Zaracho, se destacaron, pero en la retina se estacionaron su asistencia y su gol. Colectivamente Mineiro fue superior, aunque los reflectores del éxito iluminaron a Hulk.
Mire: Los mejores columnistas deportivos en El Espectador
Si usted desprevenidamente hojea páginas deportivas, encontrará una seguidilla de nombres, donde Messi y compañía resultan dueños del interés general. París Saint-Germain ha vendido más camisetas que nunca, porque en ellas figura el apellido Messi. Y todos sabemos que va a jugar por el cuadro francés, aunque el torniquete de entrada girará para solo ver a Messi.
Mucho se habla de Mourinho y Guardiola como los mejores en su profesión de técnicos. Al menos los mejor remunerados. Sin embargo, son los más gastadores de presupuesto en los equipos que han dirigido. Mourinho, desde el 2001 y pasando por ocho equipos, incluyendo la Roma, ha autorizado compras por 1.697 millones de euros. Y los dirigentes de aquellos equipos le han dado gusto. Cosa parecida se aplica a Pep Guardiola, quien trabaja como estratega desde 2008. En tres equipos, Guardiola ha visto cómo sus contratantes invirtieron 1.588 millones de euros. Así cualquiera pinta para ser calificado como el mejor. Todo ese platal, más de 3.200 millones entre los dos técnicos, fue destinado a la adquisición de figuras.
Más: La colección de El Espectador de la Vuelta a España
¿Cuántos técnicos del fútbol colombiano actual tienen capacidad de convencimiento para que los directivos hagan grandes inversiones? Si hay uno, no hay dos. Por eso los equipos nuestros se manejan con sentido de pobreza extrema, sin ambición ni poder económico para conseguir y contratar estrellas. Todo ha derivado en argumentos, quizá verdaderos, para justificar esa apatía. Y lo peor está en ese carrusel de técnicos, que van y vienen, sometidos al resultado. Cambiar al técnico, ojalá más barato que quien salió, es estirar la historia de siempre. Los contratan supuestamente por ser buenos y los echan por malos resultados. Los equipos colombianos, ajenos ya a las copas de Suramérica, únicamente aspiran a transferir un jugador y apostar, porque es la moda… A la suerte.