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El sábado fue la gran oportunidad para equipos como el Tolima de ratificar su clasificación a las finales. Con 29 puntos, los dirigidos por Hernán Torres están listos para “descuidar” el resto del campeonato y poner atención suficiente a la Copa Sudamericana.
Otro que consiguió prácticamente su tiquete fue el Atlético Nacional, que por cosas del fútbol no consigue llenar los ojos de su exigente afición y decide ir a lo práctico, buscar los puntos, como ocurrió en Cartagena, gracias a dos goles de su zaguero central Humberto Mendoza.
Nacional pudo superar la expulsión, justa por lo demás, de Dorlan Pabón, y con 25 puntos y un partido menos esta con las cuentas claras.
Quindío, en un partido de juego abierto, sacó un punto que lo deja con 23 unidades y muy seguramente en casa, donde es uno de los equipos fuertes, localice los seis puntos para clasificar.
América con ese punto conseguido en Tuluá sumó 18 y podría, consiguiendo 10 de los 12 restantes, llegar a la meta. Es, por supuesto, una empresa difícil, más cuando el equipo termina sin aire, ahogado, como se vio ante los cafeteros.
Porque pude ratificar algo ya enunciado en líneas pasadas, para ganarle al Quindío es necesario tener aire, ganas de corretear para pelear mano a mano todos los espacios.
Por eso, en largos pasajes de la complementaria, la iniciativa fue del Quindío y la espera del América, con un hombre menos e improvisando al volante Caicedo en el puesto de Jairo Suárez.
De paso quedó demostrado que el técnico Aponte, después de la derrota ante el Cali, sostuvo un esquema con los mismos jugadores, para significar que en el fútbol todo pasa rápidamente. Nadie puede permanecer en el llanto por lo perdido, sino con la posibilidad de ir por la revancha.
A esta altura del campeonato, lo menos que puede esperarse es ver buen fútbol, bien jugado o pensado. La muestra la dio Nacional. Tenía que ganar y ganó. Después intentará jugar con orden y de forma armónica. Tolima ya cumplió parte del plan y Quindío está en la puerta de conseguirlo.
