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Qué cantidad de reflexiones me dejó la victoria del Envigado sobre Santa Fe 3-1.
Resulta increíble, por decir lo menos, la importancia e influencia de un jugador experimentado como lo es Néider Morantes. Pese a sus 35 años, no olvida nada de los fundamentos para jugar y antes por el contrario aflora la malicia para aprovechar movimientos ingenuos de sus rivales. Marcó dos de los tres tantos y sirvió un pase gol de pura viveza para que Carrillo anotara.
Cobró con serenidad y seguridad el penalti, en el primer gol. Para el segundo, se movió buscando ángulo de remate y sorprendió a Agustín Julio, para no hablar de la responsabilidad que le cupo al arquero. Me quedo con la maniobra de Morantes buscando el ángulo de tiro y la máxima calificación la obtuvo, cuando autorizado por el juez, cobró el tiro libre por un callejón ofrecido por los cardenales, donde además chocaban en otro sector Centurión y González. Ahí Carrillo se ‘pellizcó’ y anotó el tercero.
Estos gestos técnicos, adornados con goles, bastarían para señalarlo como el mejor. Pero además administró el control del balón, invitando a sus compañeros, de paso, para adormecer a Santa Fe, que nunca ubicó la mecánica de marca sobre él. Lejos, sobrado, ganó la mas alta calificación, con una condición excepcional para estar siempre libre de control y recibir sin problemas la pelota
Ahora, Santa Fe, que jugó a nada, acusó una condición desconocida en su historia, apatía, desgano, resignación. Recibió seis tarjetas amarillas, una roja y tres goles. Torres y Bernal, los volantes, preocupados más por el choque y el hostigamiento, no son los llamados a generar juego. Bedoya y Seijas debieron jugar a ratos, por la lesión de Villarraga, en el puesto de marcador izquierdo.
El problema que se ve a leguas en el equipo es la ausencia de un organizador y un creador de opciones para sus delanteros. Mientras Ómar Pérez no regrese, el equipo continuará sin brújula, empujando mas no jugando y dejando puntos en el camino.
De los delanteros, sólo a Sergio Galván le sirvió el partido para mantenerse encaramado en la historia de los goles en Colombia. Rodas no parece la solución y Carreño terminó intentando ser volante, llegando a la conclusión de no responder ni arriba ni en el medio. Fue una triste presentación santafereña que deberá traer consecuencias la próxima semana. Peor es imposible jugar o intentar jugar para ser justos.
