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El lenguaje propio del fútbol va incorporando frases y palabras que se aplican cuando es preciso animar o advertir a un grupo de jugadores. Dos ejemplos para ilustración de este facilismo. Algunos directores técnicos para descomprimir presión a sus jugadores, invocan eso: “En el campo son once contra once”. Claro, en términos matemáticos, once serán siempre once, pero en un partido de fútbol, once futbolistas quizá no tengan el talento, la fuerza, la eficacia y ni siquiera la inteligencia para superar a los otros once. Todos pueden correr o recorrer diez kilómetros en noventa minutos cada uno, sin lograr beneficio alguno. Quizá quien corra cinco kilómetros ofrezca más eficacia para el equipo.
Entiendo que es un argumento motivacional o psicológico para despertar el ego, aunque uno sabe que eso de once contra once es una obligación reglamentaria del fútbol mismo, pero nada más. No es tan así.
El segundo ejemplo es apelar a la palabra “concentración” para explicar un desacierto defensivo o la pérdida de un partido en el último minuto. Ángel Cappa, experimentado técnico, que trabajó en Argentina, Perú y España, publicó un ensayo titulado: ¿Y el fútbol dónde está? Y dijo sobre esta disculpa: “Si los delanteros fallan opciones claras, estaban desconcentrados; si un equipo gana uno a cero y defendió esa ventaja correctamente, lo hizo porque estaba bien concentrado; un técnico advierte que ganarán el próximo compromiso si su plantel está bien concentrado”. Y agrega: “Se imaginan que le pregunten a un marcador central por qué el delantero contrario lo anticipó y cabeceó para lograr un gol, y el zaguero responda que en ese momento se acordó de que su mamá no le había lavado la camisa azul y se desconcentró”. Ningún jugador, por limitado en condiciones técnicas, está ajeno al oficio de jugar. Lo hará mal o bien, pero al menos estará pendiente de saber por dónde está el balón. Lo de la concentración es una excusa, y no es tan así, para validar o justificar un resultado.
Viene para la selección de Colombia el juego con Brasil, que es líder invicto y que tiene buenos jugadores, capaces de responder a la presión del público y el periodismo. Son los favoritos para ganar. Y sin aplicar aquella reflexión romántica de ser once contra once, es evidente que si Reinaldo Rueda convocó a James Rodríguez lo va a utilizar, a sabiendas de que está en un nivel desconocido de juego, quizá sin ritmo de competencia. Dejarlo en el banco de suplentes tendrá dos lecturas: si se gana, fue buena la decisión de marginarlo; si se pierde, estando en la línea titular, todos los reclamos y culpas recaerán sobre Rueda. Dicho de manera coloquial, será lanzar una moneda al aire, a la buena de Dios. Sin embargo, el asunto en defensa es complicado. Es un nuevo ejercicio en plena eliminatoria teniendo en frente a los delanteros brasileños. De los once nuevos convocados, tal vez cinco puedan ingresar: James, Yairo, Borja, Chicho Arango y Valoyes. Es cuestión de que Rueda acierte en la elección, lo más difícil en cualquier categoría del fútbol. Y por esas ironías de la vida, contrario a lo que piensa Ángel Cappa, es mejor estar concentrados e ingresar sin complejos.
