Todos los que seguimos y convivimos con el fútbol sabemos que cuando el balón pega en el árbitro central se detiene de inmediato el juego y se reanuda cuando el mismo juez lo decide.
Seguramente después de lo visto entre Brasil y Colombia con el señor Pitana descubrimos que la acción podía continuar, porque además no intervino ningún futbolista nuestro en la acción previa y en la apreciada enseguida. Neymar, Pitana, Paquetá, Lodi y Firmino tuvieron contacto con el balón, hasta que empató Brasil.
Los sabios del asunto discutirán y paradójicamente reviviremos el recordado gol de Yepes, mientras las aguas se aclaran y aquietan. Quiero reconocer que la presentación de Colombia resultó la mejor hasta hoy. Primero, porque Reinaldo Rueda diseñó un esquema con respeto a los riesgos que se corren siempre ante Brasil.
Dejó de lado a volantes como Cardona o Campaz y adjudicó el papel de salida a Cuadrado, quien de paso acertó en un centro, realmente pase-gol a Luis Díaz, quien patentó un golazo para despelucar al sistema defensivo brasileño.
Conseguido el gol, pues resultaba obvio, reforzar el plan de espera, con trabajo denodado de Barrios, Uribe y el mismo Cuadrado. Borré, ya reconocido en su trabajo de movilidad, sin balón y especializado en desacomodar zagueros.
Así que el asunto estaba más que claro. Brasil con posesión de balón, campo a disposición, aunque Danilo y Alex Sandro, los laterales habituados a convertirse en genuinos extremos de ataque, no pudieron desarrollar su tarea como era de esperarse. Brasil angustias como tales no creó ante Ospina. Quizás el remate de Neymar en el paral izquierdo lo único para recordar.
Sin embargo, y aquí está el detalle, nuestros jugadores a raíz del incidente con Pitana se alteraron, olvidaron que el partido seguía y aunque el empate era resultado más que bueno, se distrajeron y en la última jugada perdieron las marcas y permitieron a Casemiro fijar el dos a uno y quedarse con los tres puntos.
Sé que hablar de justicia y suerte es relativo cuando de fútbol se trata. Pero el empate era más que suficiente como premio. La derrota resultó producto de una distracción y apelando a la frase de perogrullo, los partidos terminan cuando terminan.
Es probable que nuestro próximo rival esté entre Paraguay y Uruguay. Lo que importa es repetir de principio a fin, así ocurra en el minuto 99, la idea que plasmó el técnico Rueda, donde pueden cambiar las piezas de la alineación, pero se mantiene la solidaridad entre jugadores, que cumplen con las tareas asignadas y no se distraen con provocaciones como las de Neymar.
Porque aunque el fútbol quiere que los jugadores se diviertan, eso va quedando para las sesiones de entrenamiento. A jugar se dijo y se puede, como quedó demostrado ante el encumbrado Brasil.
En síntesis, me gustó la selección en su juego. Se perdió actuando bien, porque a veces se gana jugando mal. Ocurre sí que siempre pagamos el pato o la novatada, por no conocer bien los pequeños detalles del reglamento.