Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Durante la reciente celebración de los 35 años de ANIF, el empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo llamó la atención puntualmente sobre una gran cantidad de reformas y tareas que están pendientes en la agenda para Colombia, en términos de lucha contra la pobreza, la formalización del trabajo y el desarrollo de la infraestructura.
Y hace unos meses, Iván Duque Márquez planteó con gran detalle y claridad que una manera de volver a poner las reformas en la agenda colombiana, es comenzar a generar las condiciones necesarias para el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE.
Comparto plenamente los planteamientos tanto del empresario Sarmiento como del analista Duque. Quisiera reiterar y tal vez agregar, que poner en marcha la agenda de tareas y reformas pendientes no es suficiente. La historia reciente de Colombia nos muestra que a finales de los años 80 y principios de los años 90 del siglo pasado, Colombia emprendió una agenda de reformas agresiva -y hasta cierto punto, sobrecogedora-, pero por cosas del destino dicho impulso se perdió a mediados de los años 90.
Recuperar esa agenda no ha sido fácil, entre otras cosas porque la seguridad se nos convirtió –con razones de sobra- en un tema urgente y prioritario. Se nos convirtió en una obsesión.
¿Qué podemos aprender de la historia reciente? Una lección importante es que no basta con llevar a cabo obras, o reiniciar procesos de reformas, sino que es necesario volver esos objetivos un compromiso de Estado, ordenarlos, priorizarlos y hacerlos con los más altos estándares internacionales. Una forma de lograr todo lo anterior, de generar una tecnología de compromiso creíble, es iniciando el proceso de ingreso a la OCDE.
Según la misma OCDE, en ella “se reúne a gobiernos comprometidos con la democracia y las economías del mercado para apoyar el crecimiento económico sostenible, promover el empleo, incrementar los niveles de vida, mantener la estabilidad financiera, apoyar el desarrollo económico de otros países, y contribuir al crecimiento del comercio mundial”.
Para ello, promueve la comparación y el intercambio de experiencias de política, busca identificar buenas prácticas, fomenta la coordinación de políticas, estimula el intercambio de ideas y experiencias con países no miembros, genera información comparable de alta calidad y hace publicaciones serias y de gran relevancia.
Son miembros plenos de la OCDE los países más desarrollados del mundo, y de la región. México es miembro desde 1994, Chile ya tiene una hoja de ruta para ingresar y Brasil es considerado por la misma OCDE como un posible miembro futuro.
El proceso de ingreso como miembro pleno a la OCDE es complejo, es por invitación y puede tomar años, así que cuanto antes comencemos a generar las condiciones necesarias para ser invitados, mejor. Entre otras cosas, porque así algunos grupos logren obstaculizar el ingreso de Colombia a la OCDE, el país se beneficiaría muchísimo de comenzar a adoptar estándares para el ingreso a esa organización, en términos de aspectos políticos, económicos, sociales, ambientales y de generación de información.
Como lo plantean Sarmiento y Duque, sin desconocer los importantes logros alcanzados en los últimos años, es mucho lo que queda por hacer. Y como lo enseña la experiencia, si lo vamos a hacer, es mejor hacerlo bien desde el principio.
