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El gabinete de Duque

Hernando Gómez Buendía

21 de julio de 2018 - 09:30 p. m.

Los programas de campaña suelen ser bastante vagos, así que la manera efectiva de saber qué hará el nuevo presidente es mirar sus nombramientos.

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Desde los tiempos de Reagan en Estados Unidos, esta importante verdad quedó plasmada en el axioma “Personnel is policy” —es decir que los ministros son quienes en realidad diseñan las políticas y que por tanto escogerlos es la decisión con más consecuencias prácticas del presidente que llega—.

Si este axioma es verdad para Colombia, ya sabríamos con bastante claridad en qué va a consistir y para dónde irá el gobierno de Iván Duque.

Afortunadamente (y al revés de los pronósticos), Duque no repartió la torta en pedacitos para satisfacer a cada uno de quienes lo eligieron: Uribe, Pastrana, los precandidatos del Centro Democrático, los de la consulta, los “quemados” del uribismo, los cristianos, los conservadores, los liberales, los de Cambio Radical… El suyo no es un gabinete “milimétrico” y por lo tanto disperso en 16 feudos al servicio de políticos.

Con excepción de la ministra del Interior (y el canciller), ninguno de los anunciados viene de la política ni ha figurado en tarjetones, ninguno es de la entraña de algún jefe —excepto, claro está, los entre dos y cinco que son “del alma” de Uribe—.

Esta independencia del menudeo político será bien recibida por la gente porque no es o no suena a “mermelada”, y porque asegura un mínimo de cohesión en el gobierno. Pero tiene un costo en términos de “gobernabilidad”, es decir, de mantener al Congreso en el bolsillo: ya la U y Cambio Radical expresaron descontento, y es posible que sigan estorbando.

Pero la apuesta aquí parece clara: Duque se apoyará casi exclusivamente en Uribe y su capacidad para imponer la disciplina dentro de su bancada, la de los socios del “No” y aun la de partidos que alguna vez fueron suyos. Sin necesidad de presidir el Senado, Uribe será el jefe del Congreso.

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En vez de repartir la torta en pedacitos, Duque entonces la partió en pedazos grandes: el de la agenda legislativa para Uribe, el de la política exterior que fue a entregar a Washington, y el de la política económica y social para los gremios, cuya cuota es la más alta de la historia.

—La agenda legislativa del uribismo comienza o comenzó por la impunidad total y descaradada para los militares, e incluirá como mínimo el impedir las reformas agrarias, o sea el acabar de recortar la hilacha progresista que le quedaba al acuerdo de La Habana.

—La cuota para Trump consiste en dos guerras perdedoras: Colombia como punta de lanza contra Venezuela y represión contra los cocaleros. Aquí nadie lo notó, pero los funcionarios y amigos que recibieron a Duque en Washington son la caverna de Estados Unidos.

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—La cuota de los gremios es la estabilidad, y por eso el gabinete de técnicas y técnicos intachables y de primer nivel, que al mismo tiempo comparten su ortodoxia, su orientación promercado y su origen social alto. También cuota de los gremios será la seguridad, y por eso el mindefensa que está en la extrema derecha.

Así que para bien o para mal, las cartas ya están echadas.

* Director de la revista digital Razón Pública.

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