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Zuluaga puede romper los diálogos. O puede seguir negociando en condiciones tan duras como las de Santos. No tiene más opciones, y paso a demostrarlo.
El diálogo se rompe si las Farc no aceptan condiciones para seguir dialogando. O si las aceptan pero no las cumplen. O si las cumplen pero el Gobierno o los medios dicen que no están cumpliendo.
Y es porque no existe quien certifique si se están cumpliendo los acuerdos en medio del conflicto. En algunos países esto lo han hecho los soldados de la ONU, pero la ONU no vendrá a Colombia. Y los observadores desarmados sólo podrían venir cuando acabe la guerra.
Por eso no hubo modo de saber si las Farc respetaron las treguas que anunciaron en el último año: ellos dicen que sí, los militares que no, los periodistas dicen que tal vez. Pudo ser que las Farc nos engañaron, o que algunos “frentes” desobedecieron, o que unos paramilitares disfrazados dispararon contra una estación de policía.
Pues lo mismo pasaría con las condiciones que anuncia Zuluaga.
Todos queremos que las Farc no pongan bombas, ni secuestren, ni recluten niños, ni siembren minas, ni trafiquen con drogas. Zuluaga dice que él lo va a lograr ya mismo, y con eso puede ganar las elecciones. Pero esto es una mentira descarada o es ignorancia supina sobre un proceso de paz.
Ignorancia, porque la única manera de blindar la negociación es no ponerle condiciones inverificables. Por eso fracasó Belisario en el 84 y fracasó Pastrana en el Caguán. También por eso el proceso de La Habana es el primero que tiene al menos la posibilidad de llegar hasta el final.
Si Zuluaga no pone condiciones para seguir hablando, queda la opción de que siga negociando con mucha dureza.
A los colombianos nos repugna que los crímenes brutales de las Farc queden impunes: son 50 años de horror. Zuluaga puede ganar las elecciones porque dice que con él sí habrá castigos. Pero sucede que con Santos también.
Zuluaga cree o nos engaña con la idea de que la ira y los insultos van a cambiar el resultado de las negociaciones. No es así: negociar es ceder lo menos que se pueda. Y es eso lo que Santos está haciendo.
Decir que Santos es blandito o amigo de las Farc no es una falsedad: es imbecilidad. ¿O cree alguien que ese niño rico que fue el ministro de Defensa de Uribe, que les ha dado los golpes más duros a las Farc y que tiene el poder desde hace años, está esperando a Timochenko para empezar a hacer la revolución?
A Santos, como a mí, como a usted, como a la mayoría de los colombianos, nos parecen muy pocos los “seis años” de cárcel que propone Zuluaga. Y claro está que De la Calle, el general Naranjo, el general Mora y Luis Carlos Villegas harán todo lo posible para que los guerrilleros de las Farc paguen sus crímenes.
Tan sólo que este es el próximo tema de las negociaciones.
Es la oferta verdadera de Zuluaga: romper el diálogo o negociar tan duro como Santos. El resto es rabia, y demagogia, y estafa: son elecciones en la pobre Colombia.
Hernando Gómez Buendía*
Director de razonpublica.com.
