Lo que está sucediendo entre Israel y Gaza pone a temblar los fundamentos mismos de la civilización (y esta no es apenas una frase altisonante).
En efecto: el edificio entero de la civilización se levanta sobre la base de unos supuestos que son falsos y sabemos que son falsos, pero son necesarios para la convivencia. Basta desnudar estos supuestos para que retrocedamos a la barbarie o, más precisamente, a la brutalidad.
A partir del siglo XVII, el orden internacional se ha basado en la figura del Estado-nación soberano, cuyo supuesto es que la comunidad que ocupa un territorio tiene el derecho de ocuparlo y defenderlo de invasores...
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