Lo que está sucediendo entre Israel y Gaza pone a temblar los fundamentos mismos de la civilización (y esta no es apenas una frase altisonante).
En efecto: el edificio entero de la civilización se levanta sobre la base de unos supuestos que son falsos y sabemos que son falsos, pero son necesarios para la convivencia. Basta desnudar estos supuestos para que retrocedamos a la barbarie o, más precisamente, a la brutalidad.