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Machado, Trump y Petro

Hernando Gómez Buendía

19 de octubre de 2025 - 12:06 a. m.
“Petro cree que su deber es cambiar el mundo; Machado sabe que su deber es cambiar su país”: Hernando Gómez Buendía.
Foto: Archivo

La humanidad tiene una extraña tendencia a premiar al criminal cuando deja de delinquir y al pacifista cuando esa paz le conviene al poderoso. El Nobel de la Paz a María Corina Machado y las expectativas frustradas de Donald Trump confirman esta tendencia. Trump esperaba el premio por su mediación en Gaza, pero el “cese al juego” fue tan solo una maniobra para sacar a su amigo Netanyahu del callejón sin salida que implicaba su proyecto genocida de extirpar la resistencia palestina.

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Es la lógica del delincuente que exige gratitud por abstenerse de reincidir. La misma lógica que hemos visto en estos días con las condenas irrisorias de la JEP contra los 39 militares responsables de los falsos positivos en Antioquia y contra los ocho comandantes de las FARC por sus 21.936 secuestros. Es la impunidad a cambio de abandonar las acciones criminales.

María Corina Machado representa lo contrario. Su lucha pacífica contra la dictadura venezolana, su defensa del voto y de la libertad son un ejemplo exacto del ideal que inspiró al fundador del premio Nobel. Pero también en su caso, el premio es parte de un relato político: la heroína liberal frente a la tiranía socialista, el símbolo útil para hacernos creer que la democracia puede recuperarse sin violencia.

El contraste entre ambos casos muestra con claridad una vieja hipocresía. Al criminal se le perdona e inclusive se le exalta cuando tiene demasiado poder; al inocente se le reconoce solo cuando eso es útil para impulsar una causa política. Por eso los muertos inocentes de Gaza, como las víctimas anónimas de nuestro conflicto armado, no figuran ni se nombran en las entregas de premios.

Y en ese contraste aparece Gustavo Petro, quien criticó a Machado por haberse acercado a Netanyahu y a Trump. Petro habla desde el idealismo del militante, pero olvida que su único papel es el de ser presidente de Colombia. Machado en cambio actúa con el realismo propio de una líder cuyo único papel es derrotar la dictadura de Maduro. Petro cree que su deber es cambiar el mundo; Machado sabe que su deber es cambiar su país.

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La diferencia es esencial: Trump espera recibir un aplauso inmerecido, Petro espera recibir un aplauso merecido, Machado espera que Trump y sus aliados le ayuden a completar la tarea de su vida. Por eso, mientras el mundo siga confundiendo la justicia con la impunidad y la paz con la victoria del aliado, el Nobel de la Paz seguirá premiando la conveniencia en lugar de la conciencia.

* Director de Razón Pública.

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