Donald Trump ha llevado el sofisma de la falsa equivalencia hasta un nivel sin precedentes en la historia.
Frente a las cámaras de televisión, a la vista del mundo, el presidente de Estados Unidos declara con soberbia que cometió el delito por el cual el Congreso está a punto de juzgarlo. Dice que va a seguir cometiéndolo. E invita abiertamente a varios gobiernos extranjeros a que le ayuden a seguir haciéndolo.
Su argumento es muy sencillo: él tan solo está cumpliendo el deber de pedir que se investigue a dos políticos corruptos. Hillary Clinton, por haber contratado a una empresa de Ucrania para atacarlo con...
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