¿Qué se hizo el presidente?

Hernando Gómez Buendía
09 de junio de 2019 - 05:30 a. m.

Iván Duque fue un aparecido en la política colombiana, y en menos de un año pasó a ser el gran desaparecido. ¿O alguien sabe en qué anda, dónde anda?

Pues yo no. Lo último que supe de él fue la convocatoria a un acuerdo nacional a donde no invitó a la mitad de la nación. A este acuerdo medio nacional concurrieron los partidos que se habían declarado medio amigos del Gobierno, pero tampoco resultó un medio acuerdo medio nacional.

La cosa era muy sencilla: los políticos no se reúnen sino para hablar de puestos, y el único acuerdo medio nacional posible era repartirse los puestos. Pero eso tiene dos problemas: molestar al señor que sabemos (el que ya tiene su cuota), y admitir que el pobre Iván no es capaz de gobernar sin mermelada… (Y ahora que lo pienso bien, yo sí sé en qué anda el pobre Iván: ¡felicitaciones a los nuevos ministros!).

Claro que Duque, que es buena gente, pensó que se trataba de un “acuerdo programático para la gobernabilidad”, de convenir la agenda legislativa y negociar las diferencias ideológicas entre los partidos cercanos al Gobierno. ¡Como si algún partido tuviera alguna idea sobre alguna cosa que necesite el país!

Así que los que ya estaban de acuerdo salieron con su acuerdo: se trataba de un acuerdo para acabar el Acuerdo con las Farc. Fue lo que dijo el señor que sabemos, y la cosa se acabó de complicar porque este acuerdo lo había metido Santos en la Constitución. Así que ahora se trataba del acuerdo medio medio nacional sobre una constituyente para arreglar… ¿alguien sabe qué?

Antes del no acuerdo de Duque supe de sus objeciones a la JEP, es decir, de su intento de darle gusto al que sabemos sin arriesgarse a tumbar el aparato que Colombia inventó para tapar también los crímenes que no conviene destapar. Así que Duque no objetó la ley, sino el fallo de la Corte… y se estrelló contra lo que la Corte Constitucional dice que dice la Constitución. Pero Iván dejó constancia de que le había cumplido a su partido.

No voy a hablar del Plan de Desarrollo, que le convirtieron en una colcha de retazos con más huecos que retazos, y menos todavía de la bandera que lo hizo presidente y lo lanzó al estrellato internacional: la caída del régimen chavista con seis camiones cargados de comida para 32 millones de venezolanos (¿alguien sabe qué se hizo Guaidó?).

Colombia se quedó sin presidente porque a Duque lo puso Álvaro Uribe y él se resiste a ser el segundón de Uribe.

Como un chorizo al que le quitan la carne… y que no tenía forro. Y es por eso que otros personajes ahora ocupan la escena nacional. Santrich, un nadie que por obra de nuestros juristas armó lo que se llama “crisis institucional”. El exfiscal Martínez, cuya brillante hoja de vida decía una sola cosa: inhabilitado para ser fiscal. Felipe López, comerciante del amarillismo, y el presunto director de su revista (¿alguien sabe dónde está?). Hugo Rodallega, el que dijo que va a ser mejor que Messi: pero ¿en cuál club es que está?

* Director de la revista digital Razón Publica.

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