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Revolcón geopolítico

Hernando Gómez Buendía

23 de febrero de 2025 - 12:06 a. m.
"Colombia tiene en juego mucho más que las esposas que utilizan los gringos para transportar a las personas detenidas": Hernando Gómez Buendía.
Foto: EFE - Bonnie Cash / POOL

Los países no tienen amigos sino intereses, pero la interpretación de esos intereses depende de quién esté gobernando.

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A esto se debe el giro de 180 grados en la política exterior de los Estados Unidos, un cambio que se puede describir como el tránsito del multilateralismo liberal al nacionalismo pragmático, y cuyas consecuencias ya están estremeciendo al mundo.

El multilateralismo liberal resultó de la II Guerra Mundial, y consistió en la alianza entre Estados Unidos y Europa Occidental contra la Unión Soviética, en defensa de la democracia y el capitalismo. Esta alianza se concretó en la OTAN, en el plano militar, y en una red de instituciones jurídicas y económicas que promueven el respeto al derecho internacional y la cooperación o globalización de las economías de mercado.

Dicho orden se basaba o se basa en un enfoque gana-gana, donde Estados Unidos proyecta su primacía militar, económica y política sobre los cinco continentes, y sus aliados en cada región aprovechan la tutela americana para promover sus propios intereses. Aunque a veces apela a la coacción (intervenciones armadas o sanciones económicas), este orden prosperó sobre todo porque beneficia a los países afines o en la órbita de Estados Unidos.

Colombia, a diferencia de Venezuela, se ha mantenido en esa órbita, y por eso es un gran beneficiario del orden americano. Más aún: este orden ha permitido cierto avance en la provisión de bienes púbicos globales, como decir la paz, la salud o el medio ambiente (a través, entre otros, de la ONU, la OMS o el Acuerdo de París).

Este es el orden que Trump está desbaratando, para cambiarlo por su nacionalismo pragmático. En el plano geopolítico, el cambio puede ser la consecuencia —o la admisión— de que Estados Unidos ya no es capaz de mantener su primacía; en la política interna, es la revancha de los perdedores de la globalización (campesinos, obreros, fundamentalistas religiosos…) que eligieron a Trump; en el estilo del cambio, es un diluvio de amenazas, delirios, golpes contra países e instituciones débiles, pragmatismo y cinismo.

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Con apenas un mes en el gobierno, el listado ya es interminable: anexar a Canadá y a Groenlandia, retomar el Canal de Panamá, salir de la OMS y del acuerdo climático, sancionar a la CPI, eliminar la AID, negociar con Maduro, declarar terroristas a los cárteles mexicanos, convertir a Gaza en la Riviera, aranceles contra los vecinos que quedaron en el aire, aranceles recíprocos que pondrían patas arriba el comercio mundial, Ucrania traicionada, Europa marginada…

Colombia tiene en juego mucho más que las esposas que utilizan los gringos para transportar a las personas detenidas.

*Director de la revista Razón Pública.

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