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Construyamos democracia participativa; es tarea para decenios.
Editado por Tirant Lo Blanch de Valencia (España) y el suscrito, se presentó en la Academia Colombiana de Jurisprudencia, la obra en tres tomos, que recoge mi contribución al periodismo de opinión. Las incisivas intervenciones del presidente de la Academia, Augusto Trujillo Muñoz; de la gerente del editorial para Colombia, Tatiana Dangond; del prologuista Luis Alfredo Sarmiento Gómez, quien lo hizo desde Bélgica y las del autor, están recogidas en esta columna.
¿De qué se ocupan estos volúmenes, que han sido elaborados cuidadosamente durante tanto tiempo? De distintos procesos y episodios que han contribuido a la construcción de democracia, especialmente en Colombia y en América Latina. Aquí están plasmados parte sustantiva de mis desvelos, preguntas, hallazgos, diálogos, estudios, investigaciones, bibliografías y las gestiones político-administrativas y cocreativas. También, de las labores pedagógico-investigativas -durante seis decenios- de trabajo académico y 50 años, como periodista de opinión en El Tiempo, El Espectador y El Mundo de Medellín. Incluye asimismo, las reflexiones conducentes a la fundación de la Primera Escuela de Alto Gobierno de Colombia, adscrita a la ESAP y reconocida internacionalmente desde 1997.
La experiencia de la columna. Mantener una columna ha sido apasionante y enriquecedor. El ejercicio es definitivamente estimulante y propicia que desde el interior de la práctica universitaria se discierna, con la rigurosidad que exige el periodismo, sobre temas de interés público.
¿Debo decir entonces que he disfrutado todas y cada una de estas cuartillas que se han desgranado una a una, impulsadas principalmente por el proceso de reflexión desde el interior de nuestras aulas universitarias? Ha sido un esfuerzo por traducir —a un lenguaje accesible para amplios sectores de la población— las elaboraciones provenientes del trabajo académico-investigativo. Son apuntes universitarios abiertos al diálogo y la controversia, propias de quien ha tenido una vocación democrática irrevocable y una inmensa preocupación frente a las consecuencias de los regímenes de facto o las dictaduras que he conocido: de derecha o de izquierda. No olvidemos: las dictaduras dejan lesiones que son muy difíciles de curar.
Para el lector cuidadoso, los miembros de las comunidades de nuestras facultades de Periodismo y Comunicación Social y para las organizaciones gremiales, la columna ha sido una invitación permanente a la elaboración precisa; a la profundización en temas relevantes como los vinculados al universo temático de los tomos, y a formarse como periodistas de opinión. ¡Cuánto tenemos que avanzar en estas materias, ahora! ¡Cuánto por descubrir y aprender a construir y reconstruir! Más también, ha sido una oportunidad para cultivar nuestro lenguaje. ¡Qué buen lenguaje el nuestro!
¿Y qué complementamos, a propósito del origen del texto? Digamos que la presente elaboración me ha permitido congregar aspectos significativos de mi evolución, en el intervalo comprendido entre abril de 1969 y abril de 2023, que deseo compartir con los lectores. Ha sido una tarea ardua que ha facilitado acercarme a temas políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, a nivel nacional e internacional, por parte de un ciudadano que nació cuando Occidente iniciaba el drama de la segunda guerra mundial y se encuentra ahora, en medio de una sociedad permeada por la globalización; el replanteamiento de sus valores; la crisis ambiental; la reformulación de los procesos de desarrollo centrados en la significación de lo humano; el injusto sacrificio de hombres, mujeres y niños en Ucrania; las crisis de las democracias; y el avance de los procesos de paz en Colombia, después de 75 años (1948-2023) de vivir diversas clases de violencias.
El periodismo y el liderazgo político. Debido al área de mi especialización en ciencia política y derecho público y al interés que me despertaba el conocimiento de la vida y obra de grandes estadistas y pensadores, fui descubriendo paulatinamente la relación de los líderes -de diversos sistemas políticos- con la vocación de escribir. Para mencionar sólo en algunos del siglo XX, encontramos a: Charles de Gaulle, Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt, Vladimir I. Lenin, León Trotsky, Mao Tse Tung, Ernesto Guevara El Ché, Fidel Castro, Konrad Adenauer, Friedrich Ebert, Helmut Kohl, Margaret Thatcher, Ángela Merkel, Sanna Marin, Jacinda Ardern, Salvador Allende, Manuel Murillo Toro, Rafael Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo, Darío Echandía, Jorge Eliécer Gaitán, Eduardo Santos, Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Laureano Gómez, Mariano Ospina, Alfonso López Michelsen y Luis Carlos Galán…
Como se comprenderá, es muy diversa la significación, orientación ideológica, liderazgo y responsabilidades históricas de cada uno de estos líderes; pero todos ejercitaron la pluma como una herramienta de su vocación política. ¡Cuánta responsabilidad! ¿Cuánto tenemos que hacer en Colombia para mejorar la calidad del periodismo de opinión analítico y la formación integral de nuestros líderes? Anotemos que, en el ejercicio de la labor periodística, he buscado facilitar el surgimiento del pensamiento crítico y abrir la esperanza en una sociedad más humana y, como Alfredo Sarmiento lo expresó claramente: en paz y en vías de institucionalizar un desarrollo sostenible.
Y entonces: ¿cómo construir democracia? Interdisciplinariamente. Sí, necesitamos construir democracia económica, política, social, cultural, ambiental, justa, libre y en vías de construir una nueva sociedad.
No se trata solamente de crecer sino, como sostuvieron tratadistas económicos desde los sesentas, de desarrollarnos. Se habló en ese entonces, de diversas etapas del desarrollo. Posteriormente, se sostuvo que se habían presentado décadas perdidas para el desarrollo en América Latina. Ahora, hablamos con propiedad del desarrollo humano integral y sostenible, y de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Sí, necesitamos construir democracia económica, que fortalezca el Estado, como sustentó el gran tecnócrata, profesor, escritor y ministro Guillermo Perry Rubio.
¡Qué difícil ha sido nuestro proceso! El debilitamiento del Estado comenzó a producirse, en los últimos decenios, en el gobierno de Misael Pastrana, con el Acuerdo de Chicoral y se profundizó posteriormente, en forma politiquera, durante la administración de César Gaviria... Muy hábilmente, sin obedecer a profundas convicciones democráticas, como lo había hecho siempre su predecesor político, Luis Carlos Galán. Él sí tenía convicciones y por ellas fue asesinado. César Gaviria, con su pragmatismo, no impulsó los grandes proyectos galanistas; así lo sostuvo Daniel Samper Pizano y acertó.
Necesitamos construir democracia política, haciendo de ella un arte, un oficio y una ciencia. Y no, lo que hemos tenido que ver en Colombia, especialmente a partir de 1970, hasta nuestros días, salvo excepciones, en los gobiernos de Virgilio Barco y Juan Manuel Santos, con diferentes estilos y resultados, pero con legados positivos. Otros se han apropiado indebidamente de lo público; qué horror; qué mal ejemplo para estas generaciones.
Los tomos se ocupan también de construir democracia social. Democracia que facilite responder institucionalmente a la injusticia social. Necesitamos una sociedad de clases sociales solidarias, que no promueva su lucha, sino la inclusión y la igualdad. Este es un desafío antiquísimo en nuestro país y vale la pena impulsar una Colombia nueva, como lo sostuvo original y precisamente, Rafael Uribe Uribe, que fue de nuestra Academia y que fue leído por el académico Darío Echandía, quien aprendió de Murillo Toro, y nos enseñó: “El odio ha sido el opio de los colombianos”.
Así mismo, necesitamos una democracia cultural, que se exprese en formas de ver, vivir y sentir, una sociedad abierta, que no cultive, por tanto, valores dictatoriales, dogmáticos y atrasados. No deseamos seres fanáticos; el fanatismo nos hace un daño inmenso; esperamos tener oídos para escuchar mensajes positivos y crítico-constructivos, pero no fanáticos. Y por supuesto que queremos contribuir a construir una democracia ambiental, que facilite una vida digna, en un entorno armónico que haga sostenible el desarrollo.
También, necesitamos una democracia justa, que organice no solo el profundo postulado romano del suum quique tribuere (darle a cada cual lo que le pertenece), sino que desarrolle, en la práctica, los postulados de nuestra Constitución, en torno a la justicia social y la paz, que vertebran la totalidad de su ordenamiento.
Complementariamente, debemos construir una democracia libre, relacionada con todos los países, sin sometimiento a potencia mundial alguna y con una Cancillería integrada por expertos en la carrera diplomática. Necesitamos construir una democracia en paz, que se exprese políticamente, en la ausencia de violencias abiertas, estructurales y culturales. No olvidemos la lección del Maestro Bobbio, cuando sostuvo: “El problema de la paz es un problema de fondo: la paz es el bien absoluto, condición necesaria para la realización de todos los demás valores.”
Cambiemos ligeramente de instancia y enunciemos algunas cualidades complementarias de estos tomos. Las columnas han sido organizadas temáticamente. Como puede confirmarse, cada uno de los 20 capítulos está integrado, al final, por preguntas y bibliografía especializada paginada. A lo largo de los tomos, el lector podrá encontrar 393 preguntas que le facilitarán comprender mejor el texto; hacer nuevas columnas; preparar bibliografía; procesos para sus tesis de grado; y mejorar sus exposiciones. Tengamos en cuenta que algunos capítulos han sido utilizados ya, para preparar módulos en especializaciones, maestrías y doctorados.
Agradecimientos: Mil gracias a los rectores, decanos, académicos y colegas profesores, que me animaron para llegar hasta aquí hoy; su presencia ha sido reconfortante. Al Maestro Alfredo Sarmiento Gómez, por su profundo y cuidadoso Prólogo. Al presidente de la Academia, por sus generosos comentarios y reflexiones. A la señora gerente de Tirant Lo Blanch de Colombia, Tatiana Dangond, por su consagrada labor editorial en Iberoamérica. La próxima profundización de sus estudios en Políticas Públicas la habilitarán para destinos superiores en la Colombia del futuro.
Mil gracias a Rosa Margarita, que me acompañó en estos 50 años de trasegar por mis columnas. A Hernando José, que contribuyó a la edición de los libros sobre: El Liderazgo Político y la primera edición de Construir Democracia. A Margarita, Mario y Jerónimo; a Santiago, July, Luciano y Emiliano, por su estímulo y creativa compañía.
Unas especiales gracias debo dar a mis queridos compañeros de la Academia Colombiana de Jurisprudencia que, desde marzo de 2017, han acompañado, gratísimamente, mi labor intelectual. Aquí, he disfrutado de un agradable, intenso y respetuoso ambiente académico. Sí, señor presidente: “La Academia ha sido mi hogar intelectual”, con todo lo que ello conlleva.
Mil gracias a cada uno de los que contribuyeron a que esta obra tuviera un final feliz. A construir democracia dedicaré los años que me quedan, porque esta Patria, que es nuestro gran país, nos necesita: libres, justos, democráticos, en paz, y en vías de construir un desarrollo sostenible.
