Esta obra “constituye una muy valiosa aportación para entender la génesis histórico-constitucional de esta gran nación…”. Javier Cremades García.
Notas introductorias. Cuán grato ocuparme nuevamente de esta obra, ahora en dos tomos de lujo, con una seria nota liminar del presidente de la World Jurist Association, Javier Cremades García, y una cuidadosa Introducción General, a cargo del presidente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, Augusto Trujillo Muñoz. La presente elaboración, ideada inicialmente por Jaime Vidal Perdomo, ya alcanza su cuarta edición, ahora a cargo de la prestigiosa editorial Tirant Lo Blanch y con la colaboración editorial de los académicos Augusto Trujillo Muñoz, Carlos Mario Molina Betancur y Luis Javier Moreno Ortiz.
La publicación se realizó para conmemorar los 125 años de la fundación de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, los 30 años de la expedición de la Constitución del 91 y como un aporte a la celebración en Barranquilla del World Law Congress, a realizarse en noviembre del presente año. Los dos tomos tuvieron la colaboración de los tres juristas mencionados y de: Luis Fernando Álvarez Londoño, Carlos Adolfo Arenas Campo, Francisco Barbosa Delgado, Juan Rafael Bravo Arteaga, Mario Alberto Cajas Sarria, Javier Cremades García, Lucy Cruz de Quiñones, Álvaro Echeverry Uruburu, Juan Carlos Esguerra Portocarrero, Carlos Fradique-Méndez, Edgar Alfredo Garzón Saboya, Alfonso Gómez Méndez, Fernando Mayorga García, José Antonio Molina Torres, Sandra Morelli Rico, Hernán Alejandro Olano García, Cerveleón Padilla Linares, Miguel Alberto Pérez García, Mauricio A. Plazas Vega, Ernesto Rengifo García, Juan Camilo Restrepo Salazar, Manuel Alberto Restrepo Medina, Hernando Roa Suárez, Cesáreo Rocha Ochoa, Sergio Rodríguez Azuero, Fernando Sarmiento Cifuentes y Germán Gonzalo Valdés Sánchez.
Objetivos. Con la presente columna, espero alcanzar dos objetivos: i) Contribuir a la difusión de un serio aporte que continúa y amplía el trabajo adelantado, años atrás, en la Academia; y ii) invitar a las autoridades académicas —vinculadas especialmente a las facultades de derecho, ciencia política y relaciones internacionales— a replantear sus currículos, de tal manera que se expanda apropiadamente el conocimiento de los preceptos constitucionales y la cultura jurídica nacional.
Importancia del tema. Deseo remarcar que la publicación ha sido preparada para beneficiar a los colombianos e iberoamericanos, que debemos aprender a conocer, analizar, comparar, criticar y divulgar los presupuestos epistemológicos, teóricos, metodológicos y técnicos del derecho constitucional y así facilitar la institucionalización y el fortalecimiento de nuestras democracias.
Complementariamente, al revisar la evolución de los procesos de enseñanza-aprendizaje impartidos a lo largo de nuestra formación primaria, secundaria y universitaria, encontramos que hemos fallado al no haber impartido un conocimiento gradual —pedagógicamente enseñado— de nuestras orientaciones constitucionales. Me inclino a pensar que esa deficiencia debe ser corregida y que la nueva edición de esta obra de la Academia es un aporte que, bien leído, puede contribuir eficazmente a subsanarla(1).
En pleno proceso electoral, que culminará con la elección de presidente y la renovación de los cuerpos colegiados, en 2022, se me presenta conveniente divisar en el futuro, juventudes y profesionales frescos, inteligentes, éticos y formados en nuestros valores constitucionales. Necesitamos fortalecer nuestra conciencia democrática y evitar que mediocres buscadores de poder y politiqueros indelicados y corruptos, sigan desvirtuando el arte y la ciencia de la política y la significación que, en una nación civilizada, debe tener una cultura constitucional. Es decir, una forma de ver, vivir y sentir la posibilidad de actuar dentro de un Estado social de derecho encaminado a la institucionalización de la justicia social, la equidad y un proceso de desarrollo sostenible, como se entiende en las propuestas de Naciones Unidas.
Así mismo, es pertinente impulsar una labor interdisciplinaria e interinstitucional, dirigida a la creación de una nueva cultura cívica, que bien puede ser impulsada y supervisada desde el Ministerio de Educación Nacional, para fortalecer la democracia. Conocemos que promover esas labores interinstitucionales —en coordinación con las academias— es una actividad significante para celebrar los 200 años del triunfo jurídico-político de la Constitución de Cúcuta de 1821 y los 30 años de la Constitución de 1991.
Nuestra Constitución y la paz. Teniendo en cuenta que el problema más importante para resolver los colombianos -en los próximos decenios- es la construcción de una paz estable y duradera, dedicaré, a continuación, unas reflexiones precisas en torno a nuestra Constitución y la paz.
Recordemos que un camino para conceptualizar la Constitución es sostener que ella es la ley escrita fundamental de la organización de nuestro Estado, que ha sido ordenada sistemáticamente; es un documento jurídico-político para el cumplimiento y el desarrollo del Estado de derecho. Y también, es la Ley de leyes; la Norma de las normas, a la cual está sometido el conjunto de nuestro ordenamiento jurídico.
Notemos que las primeras constituciones del modelo liberal fueron la estadounidense de 1778 y la francesa de 1791. Ellas fueron muy importantes para el desarrollo del derecho constitucional latinoamericano y para la cristalización de nuestras constituciones signadas en 1821, 1842, 1848, 1850, 1852, 1860, 1863, 1886, 1910, 1936, 1945, 1968 y 1991, donde se han plasmado los puntos más significantes de las ideologías políticas occidentales que han orientado a los líderes demócratas de la nación, durante los siglos XIX a XXI. Observemos que las grandes controversias en torno a centralismo y federalismo; el papel del Estado en la economía; la relación entre el Estado y las iglesias; el énfasis en el presidencialismo; las relaciones entre los poderes; la importancia de las libertades y el papel de la integración latinoamericana… han quedado definidas en nuestros textos constitucionales.
Si pensamos en las originalidades de la Constitución del 91, encontraremos que una de ellas es el abordaje transversal de la problemática de la paz. La revisión global de los postulados constitucionales vigentes, nos permite encontrar que —nunca como antes— hubo tanta preocupación en el legislador por el tema de la paz. Este es trabajado explícitamente desde el Preámbulo, pasando por los principios fundamentales; los derechos, las garantías y los deberes; los derechos sociales, económicos y culturales; los deberes y las obligaciones. Así mismo, consagra el deber del presidente de “conservar en todo el territorio el orden público y restablecerlo donde fuere turbado”, para avanzar hasta el artículo 218, donde se consagra que “la Policía Nacional es un cuerpo armado permanente de naturaleza civil, a cargo de la nación, cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz”.
Me inclino a pensar que resulta muy útil para los colombianos el correlacionar los artículos 2, 22, 67, 95, 189 y 218. Al leerlos cuidadosamente, observaremos las concordancias y así podemos desentrañar la gran importancia que el legislador le otorgó a la problemática de la paz.
Gracias a la interdisciplinariedad en las ciencias sociales —y la paz a la que nos referimos es, por supuesto, una noción esencialmente política— hoy tenemos que su construcción tiene implicaciones históricas, políticas, económicas, sociales, culturales, ambientales e internacionales. ¿Cómo podríamos conceptualizarla? Desde el decenio de los 70, científicos sociales reconocidos, asesores gubernamentales rigurosos e importantes autoridades de Naciones Unidas la conciben como la ausencia de violencia abierta, estructural y cultural.
El pacto de paz que es nuestra Constitución consagró que los colombianos deberíamos construir una sociedad pluralista, multiétnica y pluricultural, dentro de un Estado social de derecho. También debemos tener presente que ella estipula la soberanía popular y nos invita a “fortalecer la unidad de la nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz…”. Hoy, como ayer, no olvidemos al maestro Bobbio: “El problema de la paz es un problema de fondo: la paz es el bien absoluto, condición necesaria para la realización de todos los demás valores”.
Referencias
1. Véase el reportaje de Yamid Amat al presidente de la Corte Constitucional, Antonio José Lizarazo. Periódico El Tiempo, agosto 15 de 2021, pág. 1.12
Lecturas iniciales:
Abello, Banfi, Alfredo y otros. Manual para cubrir la guerra y la paz. Hernán Darío Correa, editor. Bogotá. (1990), pp. 51-100. Butros Butros-Ghali. (1995). Un programa de desarrollo. ONU. Nueva York y Una agenda para la democratización. (1996). ONU. Nueva York. Camacho, Álvaro y Francisco Leal (Comps). Bogotá. (1999). Armar la paz es desarmar la guerra. IEPRI-FESCOL-CEREC. Bogotá, pp. 73-129; 205-259; y 263-344. Gómez Buendía, Hernado (Comp.) ¿Para dónde va Colombia? Tercer Mundo Bogotá. (1999), pp. 183-188; y 213-258. DNP. La paz: el desafío para el desarrollo. Tercer Mundo. Bogotá. (1999), pp. 37-95. Tokatlian, Juan Gabriel. Acerca de la dimensión internacional de la guerra y de la paz en Colombia: Conjeturas sobre un futuro incierto. En: Leal Buitrago, Francisco (Ed). En los laberintos de la guerra. Utopías e incertidumbres sobre la paz. Siglo XXI. Bogotá. (2002), pp. 243-268. Mesa de conversaciones. Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Imprenta Nacional de Colombia. Bogotá. (2017), pp. 1-124; y 193-218. Pizarro, Eduardo. Insurgencia sin revolución. La guerrilla en Colombia desde una perspectiva comparada. Tercer Mundo-IEPRI. Bogotá. (1996). Ríos, José Noé y Daniel García-Peña. Construir la paz de mañana. Una estrategia para la reconciliación. Presidencia de la República. Santa Fe de Bogotá. (1997). Roa, Hernando y Johan Galtung. ¿Cómo construir la paz en Colombia? ESAP Publicaciones. Santa Fe de Bogotá. (1998), pp. 9-21. Roa, Hernando, et. al. ¿Es posible la paz en Colombia? ESAP Publicaciones. Santa Fe de Bogotá. (1998), pp. 13-25; y 33-47. Roa, Hernando. Darío Echandía Olaya. Colombiano Ejemplar. Prólogos: Fernando Dejanón y Carlos Gustavo Cano. Panamericana. Bogotá. (2017), pp. 8-48; y 93-140. Roa, Hernando. El liderazgo político. 5ª Edición. Prólogo: Fernando Carrillo Flórez. Academia Colombiana de Jurisprudencia, Grupo Editorial Ibáñez. Bogotá. (2018), pp. 123-366. Sandoval, Luis Ignacio. Paz. Recrear la democracia desde la sociedad civil. Selene Impresores. Bogotá. (1998), pp. 33-79. Santos C, Enrique. El país que me tocó. Penguin Random House. Grupo Editorial S.A.S. Bogotá. (2018), pp. 73-124; 171-201; y 259-280. Uribe, Sergio. Los cultivos ilícitos en Colombia. En Francisco Tohoumi (Ed). Drogas ilícitas en Colombia. Ariel-Planeta. Bogotá. (1997), pp. 37-135. Vidal Perdomo, Jaime. Derecho constitucional e instituciones políticas. 9na Ed. Legis- U. del Rosario. Bogotá. (2004), pp. 69-95; 149-174; y 310-345.