El Presidente de la República debe estar acompañado de un equipo tecno-político, académico e investigativo que facilite el ejercicio eficiente y eficaz del poder.
Conocedores de la complejidad del proceso político colombiano, debemos tener presente que nuestra situación social, en el 2022, es más difícil de manejar que en el 2002. Al analizar cuidadosamente los indicadores de las variables económica, política, social, cultural y ambiental de la Nación, encontramos que las diferencias existentes hace veinte años, entre los distintos estratos sociales, se han acrecentado. Así mismo, observemos que la especificidad y gravedad del fenómeno parapolítico, las disidencias de las Farc, las bandas criminales y su incidencia en la construcción de la paz y en el desarrollo político de nuestra democracia, así lo confirman(1). Complementariamente, la aplicación continuada del modelo neoliberal, a partir de 1990, ha producido un inmenso daño en nuestro país, siendo hoy claro que los ricos son más ricos y los pobres son más pobres, con todas las consecuencias que de allí se derivan.
Son objetivos de la presente columna: 1.- Contribuir a la comprensión de la dirección de la Presidencia de la República y sus relaciones con los ciudadanos. 2.- Presentar aspectos significativos de las funciones que debe cumplir la Oficina del Presidente, con visión de mediano y largo plazo. y 3.- Propiciar la comprensión de las relaciones entre gobernar y comunicar.
Importancia del tema. Uno de los temas actuales del análisis político es la comprensión de la organización y funcionamiento de las Oficinas de los Presidentes y Primeros Ministros de los Estados modernos. Notemos que en ellos existen importantes diferencias en torno al proceso de la toma de las decisiones; también, que las etiologías, naturalezas, evoluciones, experiencias y los respectivos procesos de modernización, han sido diversas especialmente en los últimos dos decenios.
Sigue a El Espectador en WhatsAppSi realizamos un análisis comparado de las decisiones de autoridad contemporáneas, que se toman en el interior de los gobiernos de EEUU, Francia, Inglaterra, España(2), Japón, China, Brasil y Chile, por ejemplo, encontramos organigramas, procedimientos y mecanismos con diversos grados de complejidad. Así mismo, es notable cómo, gracias a la tecnología comunicativa y a las globalizaciones de los últimos veinte años, las Oficinas de los Presidentes o de los Primeros Ministros, a las que me he referido, se han actualizado y fortalecido.
En el caso específico de Colombia, notemos que la magnitud de los problemas que el Presidente tiene que resolver, es realmente compleja. Si se quiere acertar históricamente, no bastan su inteligencia, consagración, capacidad de trabajo y liderazgo. Es necesario reestructurar técnicamente su Oficina y el equipo de reflexión profunda que acompañe su gestión.
¿Qué es entonces la Oficina del Presidente? Es la dependencia de la Nación que tiene por objeto racionalizar y organizar la toma de decisiones, provenientes tanto del sistema político nacional como del internacional, y que deben ser objeto de definición por parte de la Primera autoridad administrativa y su equipo de trabajo.
Funciones de la Oficina del Presidente. Dentro de ellas podemos destacar: i. Categorizar las decisiones que acceden al despacho Presidencial y establecer los protocolos que garanticen su calidad. ii. Diseñar, en coordinación con las instituciones respectivas, el manejo del Sistema de Inteligencia y Seguridad del Estado (SIS). iii. Presentar, en coordinación con el Departamento Nacional de Planeación (DNP), los informes técnicos sobre la formulación, implementación y evaluación de las políticas públicas, con sus correspondientes planes, programas y proyectos(3). iv. Sistematizar la labor ministerial e interministerial con la Presidencia de la República. v. Organizar la Oficina de Comunicaciones de la Presidencia —al más alto nivel tecnológico y profesional—, facilitando la comunicación entre el Jefe de Estado y el sistema político.
La Oficina del Presidente y los buenos gobiernos. Si reflexionamos en torno a los grandes avances de la cibernética y su impacto en la dirección política, lo que es preciso organizar en nuestros días es un buen gobierno que sea reconocido como tal por la comunidad nacional e internacional. Condensadamente, se entiende que un buen gobierno es: catalizador; comprometido con la ciudadanía; competitivo; organizado por misiones; capaz de concretar resultados; el que está al servicio de la comunidad; emprendedor; preventivo; descentralizado y que combina los mecanismos del mercado con los puramente burocráticos(4).
Para realizar esa gestión pública, son necesarios asesores profesionales de reflexión profunda que, capacitados al más alto nivel tecno-político; integrados en equipo de trabajo; identificados con las orientaciones fundamentales del gobierno; y, sin protagonismos, produzcan información y conocimiento confiables para el proceso de la toma de decisiones del Señor Presidente.
Gobernar y comunicar. Sabemos hace años que información es poder, y que sin información confiable no es posible un ejercicio eficaz y eficiente del mismo. Científicos, políticos y asesores gubernamentales occidentales, de la más alta categoría en los siglos XX y XXI (T. Kuhn, M. Mc Luhan, A. Schlesinger, TH. C. Sorensen, K. Deutsch, R. Dahl, A. Touraine, M. Castells, E. Morin, J. Habermas, J. Galtung, Y. Dror, N. Bobbio, M. Bunge, J. A. Viera-Gallo, J. A. Ocampo, H. Gómez Buendía, L. J. Garay, F. Leal Buitrago, E. Pizano, M. Palacios…) han destacado especialmente, desde mediados de los 60′s del siglo XX, la trascendencia que tiene, para la misión y capacidad de gobernar, la función comunicativa.
Me inclino a pensar que, para mejorar esa capacidad, es conveniente reorganizar la Oficina del Presidente. Cuando la política es usada para consolidar la participación societal y fortalecer las instituciones democráticas, contribuye a impulsar los procesos de desarrollo. Un presidente que quiera acertar y merecer el reconocimiento histórico de sus gobernados hoy, debe crear condiciones para que la política facilite la comunicación entre los distintos estamentos y la ciudadanía, haciendo efectiva la presencia del gobierno en la vida social y produciendo consensos que impulsen la construcción de sujetos sociales, capaces de concretar un desarrollo sostenible para el país.
El conjunto de los instrumentos tecno-sociales disponibles en nuestros días y sus posibilidades de aplicación para el conocimiento y puesta en práctica de la política gubernamental, son decisivos para implementar la comunicación y el control, así como para facilitar que la mayoría de sus estamentos participen activa y éticamente en la vida política nacional.
Señor Presidente Gustavo Petro: Para Usted, mis mejores anhelos para que al final de su gobierno sea reconocido, nacional e internacionalmente, como un estadista. Es una oportunidad que le ofrece el destino y bien vale la pena realizarla. roasuarez@yahoo.com
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Referencias
1. Debe anotarse con precisión que, en materia de seguridad, existen graves problemas en diferentes regiones de la Colombia contemporánea.
2. En el texto del autor y Xavier Driencourt, Gabriel Elorriaga, Arthur Leycester-Scott Coltman, Gary Philip Hughes, José Antonio Vargas y otros. (1997). La Oficina del Presidente. Análisis de casos. Esap. Publicaciones. Bogotá, se encuentra información sobre la estructura de las Oficinas de estos cuatro países.
3. En esta labor puede ser muy útil el papel que desarrolle la Escuela de Alto Gobierno, de la Escuela Superior de Administración Pública, si se dirige apropiadamente.
4. Véanse los aportes de Osborn, David, y Gaebler, Te. (1994). Reinventando o governo. Enap. Brasília.
Bibliografía inicial
Archila, Mauricio et. Al. (2002). 25 años de luchas sociales en Colombia: 1975-2000. Cinep. Bogotá. Bejarano, Jesús Antonio (1995). Una agenda para la paz: aproximaciones desde la teoría de la resolución de conflictos. Tercer Mundo Editores. Bogotá. Comisión de derechos Humanos de Naciones Unidas (2022). Situación de los derechos humanos en Colombia. Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Documento. A/HRC/49/19. Véanse los nueve informes publicados por la Comisión de la Verdad. (2022). Deutsch, K. W. (1969) Los nervios del gobierno. Paidós. Buenos Aires. Gómez Buendía, Hernando (2022). Entre la independencia y la pandemia. Razón Pública – Rey Naranjo editores. Bogotá. Habermas, Jürgen (1992). El discurso filosófico de la modernidad. Taurus. Madrid. Instituto de Estudios Internacionales (1990-2022). Revista Análisis Político. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Leal, Francisco (1996). Tras las huellas de la crisis política. Fescol-Iepri-Tercer Mundo Editores. Bogotá. _____ y Tokatlian, Juan (1994). Orden mundial y seguridad: Nuevos desafíos para Colombia y América Latina. Fescol-Iepri-Tercer Mundo Editores. Bogotá. Melo, Jorge Orlando (1991). Colombia: Una historia mínima. Crítica. Bogotá. Ocampo, José Antonio. (2004). “Economía y democracia”. En: PNUD. 2004b. La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos. Aguilar y otros. Bogotá. Palacios, Marco (1995). Entre la legitimidad y la violencia. Colombia 1875-1994. Norma. Bogotá. Pizarro Leongómez, Eduardo. (2004). Una democracia asediada. Balance y perspectivas del conflicto armado en Colombia. Norma. Bogotá. Roa Suárez, Hernando. (2018) El liderazgo político. Análisis de casos. 5 ed. Prólogo: Fernando Carrillo Flórez. Procuraduría General de la Nación - Academia Colombiana de Jurisprudencia y otros. Grupo Editorial Ibáñez. _____ y Johan Galtung (2012). Construyamos paz y democracia en América Latina. Aportes a su debate y concreción. Revista Análisis Político No. 75. IEPRI-Universidad Nacional. Bogotá Vidal Perdomo, Jaime. (2005). Derecho constitucional general e instituciones políticas colombianas. 9a Ed. Legis. Bogotá.