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Construir democracia

Liderazgo político democrático XIX. Rafael Uribe Uribe (1859-1914)

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Hernando Roa Suárez
23 de abril de 2025 - 05:00 a. m.
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“Mientras los colombianos estén exclusivamente dominados por odios e intereses sectarios, se engaña por mitad de la barba quien tenga la veleidad de juzgarse el mesías salvador y reformador de este país”. Rafael Uribe Uribe

1.0 Notas introductorias. Bajo la hipótesis que el desarrollo y concreción de la Constitución vigente (1991) requerirán de nuevos liderazgos para los próximos decenios, el siguiente análisis de caso, quiere presentar, especialmente a nuestra juventud, rasgos fundamentales de la vida y obra de un político cuya estructura de personalidad; dedicación al estudio y consagración a la causa libertaria; auténtica solidaridad con los desposeídos, como resultado de su fundamentado humanismo; compromiso con un sano sentido de patria; equilibrio y conciencia crítica en el análisis de las relaciones internacionales; adecuado conocimiento de las complejas situaciones y culturas nacionales; y capacidad para proyectar cambios en la sociedad colombiana lo constituyen, quizás, un arquetipo de líder político para el siglo XXI en nuestro país(1).

Teniendo en cuenta la abstención política electoral, en los últimos decenios (1970-2025), acerquémonos a Uribe reflexionando en torno a los siguientes planteamientos sobre la intervención en política y sus ideas precursoras sobre

la democracia de participación:

“Los que declaran “no meterse en política”, y lo practican, tienen razón, en parte, y constituyen una seria reserva nacional, para cuando esa política cambie de objeto y procedimientos; pero esto no los exime de cumplir con los deberes de la ciudadanía, ni obsta para que el ausentismo de los patriotas, de los laboriosos, de los prudentes y de los experimentados deje de ser el principal factor de esa perversión política de que se quejan.

El ideal nuevo es este: Organizar la democracia, haciendo de ella una realidad y no una palabra, y para esto, abrir a todos los accesos a la vida espiritual, llevar a todos a la conciencia, y hallar una forma de civilización en que todos colaboren y en que todos participen. Allí está el específico contra nuestro atraso y nuestra miseria, y los que tengan el corazón bien puesto no podrán negarse a esa obra de redención social. Cosa ninguna puede intentarse con buen éxito si no es apoyándose en una fuerza verdaderamente nacional, expresión de la opinión libre y consciente”. Los problemas nacionales, 1916(2).

2.0 Sus primeros 40 años. Pensador, abogado, periodista, guerrero, caudillo, parlamentario, humanista e internacionalista, Miembro de Número de la Academia Colombiana de Jurisprudencia. He aquí una de las más importantes y polifacéticas personalidades colombianas de los siglos XIX y XX. Hombre de recios ideales, consagró su existencia al servicio de los intereses nacionales y del partido liberal desde la cátedra, la contienda militar, el periodismo, el Congreso y el servicio exterior. De la lectura de sus obras, puede inferirse su profundo sentido de patria y la congruencia con sus ideas progresistas libertarias. En unión de Alfonso López Pumarejo, Darío Echandía, Alberto Lleras Camargo, Jorge Eliécer Gaitán, Carlos Lleras Restrepo y Luis Carlos Galán, integran un grupo de siete líderes políticos excepcionales, cuyas vidas y principios se colocan como paradigma del pensamiento liberal, progresista y democrático colombiano del siglo XX.

Nace en Valparaíso (Antioquia) el 12 de abril de 1859. En sus primeros años, recibe en su hogar una positiva formación patriótica basada en las gestas revolucionarias de Nariño, Bolívar y Sucre. A los 8 años viaja a Medellín y estudia en el Colegio del Estado de Antioquia. Posteriormente se traslada, por dificultades económicas, al Estado del Cauca y estudia en el Colegio Académico de Buga, donde inicia su lucimiento como lector, escritor y pensador liberal.

A los 17 años, participa en su primera guerra civil demostrando sus dotes de hombre valeroso, luchador y consagrado. En 1877 inicia su carrera de abogado en el Colegio Mayor del Rosario y se gradúa a los 22 años. Un año después, es profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Antioquia. Funda el periódico “El Trabajo” y es elegido Representante a la Cámara.

En 1884 asciende al poder Rafael Núñez y al año siguiente Uribe Uribe participa, bajo las banderas del Radicalismo, en la contienda militar, obteniendo victoria en Quebradaloma al vencer al General Benigno González. Ulteriormente, el radicalismo es vencido en la conocida batalla de La Humareda y se inicia la persecución conservadora contra el Coronel Uribe.

Teniendo 27 años, contrae matrimonio con el amor de su vida: Sixta Tulia Gaviria. En 1891 es colaborador de El Espectador y al año siguiente, funda su hacienda cafetera Gualanday que le servirá de base para su escrito: “Estudio sobre el Café”. En 1893 regresa a Bogotá, conoce a Eustacio de la Torre Narváez quien le confía la administración de su rica finca en Viotá. Esa labor se suspende al estallar el conflicto civil de 1895, cuando se integra a las tropas del General Siervo Sarmiento y es derrotado en la batalla de La Tribuna el 29 de febrero del mismo año, por el General Rafael Reyes.

Continuando su lucha política, es hecho prisionero en Mompós, es llevado a Cartagena, vejado y encarcelado por seis meses. Gracias a su padre y su hermano Tomás, es liberado y trasladado a la capital de la República. A pesar del amañado proceso electoral de 1896, es elegido a la Cámara de Representantes y allí se enfrenta a Marco Fidel Suárez, Guillermo Valencia, José Vicente Concha y Carlos Cuervo Márquez. Se le conoce como gran polemista y orador que realiza sólida oposición al gobierno del señor Caro.

Por esta época, se destaca como internacionalista y adalid de la causa libertaria buscando apoyo político para la gesta de José Martí que, en la práctica, es negada por las fuerzas reaccionarias que en el Congreso comandan las orientaciones de la Regeneración.

Propiciando un entendimiento entre los colombianos, el partido liberal elabora un pliego de Reformas que faciliten modificar la Constitución del 86. En ese documento se plantea: “La abolición de la pena de muerte, la supresión de las facultades omnímodas del Presidente, la responsabilidad del mismo en lo tocante a la administración de hacienda y del crédito público, la inviolabilidad del poder judicial, la gratuidad para la enseñanza, la libertad para ejercer la industria bancaria, la supresión de los impuestos para las exportaciones, la reducción de gravámenes que encarecían artículos de primera necesidad, la organización constitucional de los partidos, y la libre estipulación de la moneda en contratos privados”(3).

3.0 A propósito de su pensamiento. 3.1 La oración por la igualdad. Las propuestas liberales no recibieron respuesta positiva del Gobierno y el Congreso. El partido se prepara para una nueva guerra en 1898 y emplea las páginas de “El Autonomista” fundado por Uribe Uribe. En junio del año citado, vuelve al Congreso y allí pronuncia la conocida “Oración por la igualdad” donde sostiene ideas claves sobre los criterios que deben orientar la construcción de la democracia, asentar la paz y la concordia ciudadana, recuperar la grandeza nacional y el imperio de la juridicidad:

“Se trata de redimir la reputación tradicional del país y su índole política de una mancha que deshonra por igual, hace ya trece años, a los opresores y a los oprimidos; se trata de reconstruir la sociedad colombiana sobre sus antiguas bases, enaltecer al pueblo y al gobierno, dignificar el ejercicio de la autoridad y la obediencia de los ciudadanos, y aumentar la aureola de gloria y de grandeza del nombre colombiano; se trata realmente de abrir la era de la paz voluntaria y de cerrar la del rencor, las animosidades y la discordia; se trata de que acaben los agravios y el odio y de que haya otra vez familia colombiana, donde reinen el amor y la armonía. Porque, señores, esos sentimientos fueron destruidos por la Regeneración desde hace trece años, y durante este período terrible se han mantenido lejos de Colombia. Por primera vez en la vida de la República la coerción ha sido reconocida como estado normal del país y considerada como ley permanente; y es verdad incontrovertible que un sistema constante de leyes represivas, impuesto contra la repugnancia de una considerable porción de los ciudadanos, crea una situación incompatible con las condiciones requeridas de armonía y buen gobierno.

De ahí que en el exterior oculte uno su nombre de colombiano por temor de que en confesándolo si es liberal, han de mirarle a uno al cuello, por si advierten en él las innobles callosidades que deja el yugo de la servidumbre y entiendo que el mismo recelo han de tener quienes pertenecen a la casta de los dominadores, para que no se repare si llevan en la mano el látigo de los déspotas o en el bolsillo los dineros del pueblo.

Hemos sido perseguidos y acosados como bestias feroces, nombre que una vez nos aplicó el Presidente Caro en uno de sus mensajes; nuestra existencia como partido ha sido considerada como extralegal, y así lo declaró oficialmente el mismo personaje.

Por eso venimos hoy a deciros por última vez que nos deis libertad para exponer y defender nuestro derecho con el voto, con la pluma y con los labios; de lo contrario, nadie en el mundo tendrá poder bastante para impedir que tengan la palabra los cañones de nuestros fusiles.

No hago sino advertiros que esto, que no es hoy sino una simple petición pacífica en favor de nuestro

derecho, y que no implica debilidad otorgarla, sino antes bien fortaleza de espíritu. Si la negáis, se convertirá mañana en una demanda a mano armada, y entonces, tras de costosos sacrificios, acontecerá una de dos cosas: O victoriosos, nos otorgaremos no sólo lo que hoy solicitamos, ni sólo la totalidad de nuestro derecho, sino acaso más aun, a costa vuestra, por el empuje irresistible que da el triunfo violento; o vencidos, no por eso nuestro derecho morirá, y vosotros gastaréis en seguir oprimiéndonos infinitas más fuerzas de las que se requieren para vivir con nosotros en paz e igualdad.

Caballeros conservadores: no vengo aquí a pedir como limosna ni como concesión acreedora a nuestro reconocimiento y gratitud, lo que no es sino una incompleta restitución de lo que nos es debido; no vengo a implorar vuestra magnanimidad o vuestra largueza, sino a demandar en actitud digna, cuando no orgullosa ni altanera, nuestro derecho”(4).

3.2 Notas sobre el Alma Nacional. No es oído. Ahora bien, en “Notas sobre el Alma Nacional” plantea orientaciones sobre la moralidad pública, la austeridad de que debe estar investido el funcionario público, el papel del dinero en la corrupción de las costumbres políticas y el peligro para la disolución de la democracia que ello implica. Veámoslas:

“¿Quién dejará de convenir en que ciertas ideas acerca de la probidad están hoy del todo pasadas de moda y anticuadas? ¿Quién negará que aquellos entes que en otro tiempo se llamaban moralidad pública y sanción social han cesado casi completamente de existir?

Hace veinte años las personas menos distinguidas en lo social, en lo político, tenían acerca de la honra, del cuidado de la reputación y de la práctica de los negocios delicadezas, timideces e impresionabilidades de que carecen hoy la mayor parte de las clases llamadas superiores. En virtud de esta transformación del alma colombiana, que nos ha dado como un ser nuevo, ciertos nombres que hace veinte años eran espeluznantes, como robo, peculado, abuso de confianza, han perdido su horror, y en cuanto a las acciones infames denotadas con ellos, hemos aprendido a distinguir casuísticamente, admitiéndolos o rechazándolos por razones de ocasión, no de maldad intrínseca.

El oro ha sido rey. El dinero es quien ha dicho la primera y la última palabra en este triste período, el que le ha cerrado el camino a las ideas, el que ha transformado en lacayos a personajes reputados antes como republicanos austeros, el que ha dado cuenta de todas las resistencias y pudores de las

almas. Hace tiempo que nadie se honra con la pobreza, ni comprende que se la llamara dádiva santa desagradecida; todos la consideran hoy como signo de incapacidad y cosa de dar vergüenza.

Mientras que, a ¿quiénes dispensamos hoy esas mismas atenciones? ¡Vergüenza da decirlo! A los públicos y reconocidos saqueadores del erario público, a los cínicos detentadores de los derechos del pueblo, a los calanchines de los ministros, a los escritores asalariados, a los contratistas de mala ley, a la turbamulta de advenedizos y granujas que han venido al asalto del poder con la agilidad y prisa de monos disolutos y golosos. De esos admitimos la amistad y la solicitamos; en su compañía nos complacemos por calles y casinos, salones y teatros; a esos ofrecemos puesto preferente en nuestras fiestas, concurrimos presurosos a las suyas, y nos damos por ofendidos si no nos envían sus invitaciones o rehúsan las nuestras; de esos recibimos obsequios y se los retornamos para mantenerlos gratos; aplaudimos sus ascensos y triunfos, por más inmerecidos que sean y por más bajos medios que hayan empleado para lograrlos; celebramos su lujo, pretendemos enlaces con sus hijas e hijos, aceptamos su hospitalidad o se la damos, libamos en su copa o se la ofrecemos; y cuando no les pedimos participación en sus operaciones siniestras, no dejamos de mirar con secreta envidia el desenfado con que han sacudido las preocupaciones que atan al común de las gentes en punto de integridad y de respeto al juicio social.

Hay que rehacer un alma colectiva a Colombia, y sin embargo todo lo que nos queda de autoridad moral e intelectual es impotente para prestar ningún servicio a la comunidad; como no se puede plantar un clavo en una pared cuarteada y húmeda sin que con él se desprendan pedazos de ella, así creo que ninguna idea de salvación puede tener asidero en una sociedad podrida y en vía de disolución”(5). roasuarez@yahoo.com

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Referencias

1. Quien rastree cuidadosamente el pensamiento de Uribe Uribe, podrá descubrir la influencia y coincidencias entre su pensamiento y aspectos de los de Alfonso López Pumarejo, Darío Echandía, Alberto Lleras Camargo, Jorge Eliécer Gaitán, Camilo Torres Restrepo y Luis Carlos Galán. A pesar de su importancia y clarividencia, en torno a los problemas estructurales colombianos, se me presenta preocupante el grado de ignorancia y olvido que amplios sectores de nuestra población y aún de nuestros profesionales y universitarios, tenemos de quien es considerado un paladín de la democracia colombiana.

2. He considerado pedagógicamente útil incluir textos del mismo, que espero faciliten descubrir y estudiar un auténtico líder y aproximarse a conocer -especialmente- treinta años de la historia socio-política de Colombia (1884-1914). Véase La Revista de la Academia Colombiana de Jurisprudencia nro. 28 de mayo 1 de 1912.

3. Forjadores de Colombia Contemporánea. 1988. Planeta. Bogotá T. I, p. 364.

4. Discurso sobre La necesidad de establecer la igualdad y fundar la paz. El Autonomista. Sept. 21 de 1898.

5. El Autonomista. Octubre 8 de 1898.

Bibliografía mínima inicial

ADAMS, Charles Francis (1911). The Panamá Canal Zone. Historical Society. Boston. CABALLERO, Lucas (1980). Memoria de la guerra de los mil días. Biblioteca básica colombiana. Colcultura. Bogotá. CONCHA, José Vicente. (1904). Las negociaciones diplomáticas del Canal de Panamá. La Luz. Bogotá. GALVIS SALAZAR, Fernando (1962). Rafael Uribe Uribe. Imprenta Departamental. Medellín. LEMAITRE, Eduardo. (1971). Panamá y su separación de Colombia. Banco Popular. Bogotá.LLERAS, Alberto (1987). Uribe Uribe. Obras selectas. Biblioteca de la Presidencia de la República. Tomo IV. Bogotá. NIETO CABALLERO, Luis E. (1922). El dolor de Colombia. Bogotá. RIVAS, Raimundo (1961). Historia diplomática de Colombia. 1810-1934. Imprenta Nacional. Bogotá. ROA SUÁREZ, Hernando (1992). La nueva Constitución, Uribe Uribe y los futuros liderazgos. Revista Politeia No. 8. Universidad Nacional. Bogotá. ROA SUÁREZ, Hernando (1993). Rafael Uribe Uribe. Un líder político excepcional. Cátedra de Colombia. Esap Publicaciones. Bogotá. ROA SUÁREZ, Hernando (2023) Construir Democracia. 50 años de Periodismo de Opinión. (3 tomos). Tirant lo Blanch. Bogotá. RODRÍGUEZ, PIÑERES, Eduardo (1950). El olimpo radical. Bogotá. RODRÍGUEZ, Gustavo Humberto (1973). Benjamín Herrera en la guerra y en la paz. Bogotá.

ROTHISBERGER, Ernest (1963). El dorado: estampas de viaje y cultura de la Colombia suramericana. Bogotá. SENADO DE LA REPÚBLICA (1903). Canal de Panamá. Documentos relacionados con este asunto que se publican por orden del Senado. Imprenta Nacional. Bogotá. TAMAYO, Joaquín (1975). La revolución de 1899. Biblioteca Banco Popular. Bogotá. TIRADO MEJÍA, Álvaro (1979). Colombia en la repartición imperialista. 1870-1914. Hombre nuevo. Medellín.

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