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“Hermosa vida que no tiene par en nuestra historia” - Carlos Lleras Restrepo
Introducción. Después de haber estudiado la vida y obra de Rafael Uribe Uribe, nos corresponde acercarnos cuidadosamente al estudio del gran socialdemócrata que fue Darío Echandía Olaya. Su estudio, en pleno siglo XXI, se me presenta de gran utilidad para la comprensión de lo que han sido grandes presidentes y estadistas de Colombia y América Latina, en el siglo XX.
Al adentrarme en el estudio de su vida, sabiduría y autenticidad, he sentido la inmensa satisfacción de encontrarme con un colombiano que, a lo largo de su maravillosa existencia, nos ha legado su testimonio de jurista, humanista, académico, político y diplomático liberal social-demócrata, que bien sirve de ejemplo para los actuales jóvenes y universitarios, tan necesitados de esta clase de líderes políticos y estadistas.
Tuve el gusto de conocerlo siendo un niño, en el decenio de los 50, por mi cercanía a sus sobrinos Lucy, Vicente Fernando y Gustavo. En el decenio de los setenta, presencié su disfrute al calor de la música maravillosa de José A. Morales, en uno de los aniversarios de la Flota Mercante Gran Colombiana. El Maestro Echandía era un ciudadano poseedor de profunda cultura y de trato amable y cordial.
Esbozo biográfico. Una vida ejemplar. Nació en Chaparral el 13 de octubre de 1897, en el hogar formado por Vicente Echandía Castilla y Carlota Olaya Bonilla, en plena evolución de la hegemonía conservadora iniciada en 1880. Fueron sus hermanos: Vicente, Domingo, Filomena, Carlota, Celmira, Beatriz y Julia.
Ha sido reconocido como uno de los más importantes dirigentes e ideólogos del Partido Liberal colombiano en el intervalo comprendido entre 1930 y 1970. Sus estudios iniciales los realizó en su ciudad natal habiéndose trasladado posteriormente a Bogotá. Aquí, culminó sus estudios de bachillerato en los colegios de orientación liberal Araujo, Ramírez y el Rosario. Su carrera profesional la adelantó en el Colegio Mayor del Rosario, donde recibió el honor de ser Colegial y se graduó el 12 de noviembre de 1917 con la Tesis: “Estudio de la responsabilidad civil por los delitos y culpas”(1).
Se me presenta significante recordar que el promedio alcanzado en sus estudios universitarios fue de 5.0. Su profesión fue una combinación afortunada entre jurista, filósofo, académico, humanista, político y diplomático. Contrajo matrimonio con Emilia Arciniegas Castilla el 23 de septiembre de 1936 y falleció el 10 de mayo de 1989, a los 91 años, en Ibagué.
En 1936 fue designado Miembro de Número de la Academia Colombiana de Jurisprudencia y en 1965, Presidente Honorario. Su carrera política evolucionó de la siguiente manera: Siendo militante –desde muy joven- del Partido Liberal, fue diputado del Tolima entre 1918 y 1922. Después, ejerció como juez civil del circuito de Ambalema entre 1924 y 1927 y Magistrado del Tribunal Superior de Ibagué entre 1927 y 1928. En este año es nombrado gerente del Banco Agrícola Hipotecario en Armenia hasta 1931, cuando es Senador por el Tolima. En 1932, es electo Representante principal a la Cámara.
Así mismo, intervino activamente en la campaña que desembocó en el triunfo de Enrique Olaya Herrera como Presidente, de 1930 a 1934. Fue miembro de la Dirección Liberal Nacional en varias ocasiones, hasta su exaltación a la Presidencia de la República en calidad de Designado. A lo largo de su extensa vida pública ocupó diversos cargos judiciales, habiendo sido también: diputado, parlamentario, gobernador, ministro de Justicia, de Educación y de Relaciones Exteriores. Fue embajador ante la Santa Sede en dos ocasiones, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia y varias veces encargado de la Presidencia de la República.
En unión de Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Carlos Lozano y Adán Arriaga Andrade…
hizo parte del grupo de jóvenes liberales que fueron promovidos intencionalmente por el espíritu de estadista de López Pumarejo a lo largo de sus dos gobiernos: 1934-38 y 1942-45. Complementariamente, recordemos que fue catedrático de derecho(2); disciplinado conocedor de la juridicidad; y lúcido y aguerrido parlamentario que obtuvo uno de sus más importantes éxitos con la defensa que realizó en el Congreso de la República, a propósito de la Reforma Constitucional de 1936(3). Es sabido que sus mejores éxitos se alcanzaron en la defensa teórico-práctica de los valores socio-democráticos y conviene recordar que Monseñor Rafael María Carrasquilla, Rector del Colegio del Rosario, lo consideró como “el mejor alumno de su rectoría”(4).
En su calidad de Primer Designado, ocupó la Presidencia entre el 19 de noviembre de 1943 y el 16 de mayo de 1944. Adicionalmente, el 10 de julio de 1944, en la mitad del segundo gobierno de López Pumarejo, asumió la Presidencia a raíz del conocido “golpe de Pasto”(5). También, lo hizo posteriormente en 1960 (Gobierno de Alberto Lleras); y en 1967 (Gobierno de Carlos Lleras).
Por su conocimiento de las disciplinas jurídicas, y su específica capacidad como jurisconsulto y constitucionalista, fue acreedor a que se le denominara “la conciencia jurídica de la Nación”. Es evidente que intervino eficientemente en la orientación jurídica de serios procesos políticos, amén del papel que desempeñó especialmente, en los dos gobiernos de López Pumarejo y en el surgimiento, organización y cristalización del Frente Nacional (1958-74).
Siendo líder, contó con la confianza del Director del Partido Liberal, López Pumarejo, quien lo eligió Ministro de Gobierno en 1934. En este mismo año fue Representante a la Cámara y posteriormente el Presidente López lo hizo Ministro de Educación y de Relaciones Exteriores.
Durante la Presidencia de Eduardo Santos (1938-42), fue embajador ante el Vaticano y regresó en 1942 para promover la reelección de Alfonso López quien, al ser electo, lo designó Ministro de Relaciones Exteriores. El Senado lo nombró Designado a la Presidencia.
Ante los graves hechos de orden público, ocurridos a raíz del “Bogotazo”, con motivo del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (9 de abril de 1948), aceptó con el respaldo del Partido Liberal, integrarse al gabinete de Unidad Nacional, promovido por el Señor Presidente Mariano Ospina, en su calidad de Ministro de Gobierno. En 1949, teniendo en cuenta que las metas del Gobierno de Ospina no se habían
cumplido, renunció al Ministerio de Gobierno y fue nominado candidato a la Presidencia de la República por el Liberalismo. Según la situación de violencia expandida en muchas regiones del territorio nacional; la falta de garantías a los liberales; y el propio atentado del que fue objeto –donde murió su hermano Vicente- lo obligaron a retirar su candidatura y se produjo el ascenso y nombramiento de Laureano Gómez, quien triunfó sin contendor electoral, para gobernar entre el 7 de agosto de 1950 y el 13 de junio de 1953.
El régimen adelantado durante el Gobierno de Laureano Gómez, propició la violencia abierta y produjo tal estado de cosas que, dirigentes importantes de Colombia, llegaron a definirlo como “la República invivible”. Una de las manifestaciones específicas de la situación política, lo constituyó el asalto y quema -en un solo día- de las instalaciones de El Espectador, El Tiempo, la Dirección Liberal Nacional y las residencias de Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo, quienes tuvieron que exiliarse en
México para salvar sus vidas.
La prolongación de las violencias abiertas propugnadas por el ala laureanista del Partido Conservador, desembocó en el Golpe de Estado presidido por el General Rojas Pinilla con el respaldo de la fracción ospinista del Partido Conservador y el Partido Liberal. Este Golpe de Estado fue llamado con precisión, por el Maestro Echandía, como un “Golpe de opinión”. Y es que debe recordarse que el ascenso de Rojas Pinilla al poder, se produjo sin alteraciones del orden público y con la aclamación del 99% de
la población adulta, que sintió un gran alivio por cesar la política de violencia agenciada por el gobierno laureanista(6).
Al Maestro Echandía, que fue una personalidad metódica, estudiosa e ilustrada, se le reconoce también por un conjunto de frases célebres(7), sobre diversos aspectos de la situación colombiana, que condensó en forma muy particular. Algunas de ellas son: “¿El poder para qué?”; “Colombia es un país de cafres”; “Habrá paz cuando podamos volver a pescar de noche”; “La democracia colombiana es un orangután con sacoleva”; “Los liberales colombianos deberían llamarse socialdemócratas”; “El sectarismo es el opio del pueblo” y “En política se pueden meter las patas, pero no las manos”…
Una personalidad polifacética. Buscando condensar comprensivamente -en sentido weberiano- rasgos sustantivos de la personalidad de Darío Echandía Olaya, y tomando distancia frente a la investigación realizada, me permito sintetizarlos así: i. Político, que ejerció los más altos cargos públicos con responsabilidad y eficiencia, sirviendo a la causa de la paz y la justicia social, desde sus convicciones de militante liberal socialdemócrata, que buscó la concordia con el partido conservador.
ii. Estadista: En su calidad de Gobernador, Ministro, Embajador y Presidente de la República, se destacó por su dominio de lo público y la responsabilidad en el ejercicio de sus cargos, desarrollando tareas que correspondían a programas del Partido Liberal. Su conocimiento apropiado de lo jurídico-político, fue utilizado para defender reformas sociales que facilitaron el ingreso de Colombia a la modernidad(8). iii. Jurista: A partir de su tesis de grado y continuando como juez municipal, Magistrado del Tribunal Superior de Ibagué, Congresista y Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, utilizó su sabiduría -constitucional y jurisprudencial para impulsar el imperio del derecho y la justicia(9). iv. Diplomático: Como tal, manejó eficazmente las relaciones del Estado colombiano con el Estado del Vaticano, en las dos oportunidades que fue designado Embajador.
v. Profesor universitario: Como gran lector y pedagogo expositor, transmitía con claridad a los educandos sus intensas jornadas de lectura, escritura, discernimiento(10) y práctica política. vi. Ciudadano ético. Esta cualidad acompañó transversalmente el ejercicio total de su polifacética vocación.
vii. Maestro: Por su sabiduría jurídica, formación humanística, responsabilidad político-diplomática, vocación académica, valor personal, y eficiencia y eficacia en el conocimiento teórico-práctico de lo público, fue reconocido como Maestro.
Al efecto, se me presenta conveniente recordar la semblanza plasmada por Cesáreo Rocha, Presidente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia (2017), con motivo del centenario de Echandía: “Echandía vivió como pensó y pensó como vivió. Austeramente, sin dejar que las tentaciones del mundo material lo gobernaran, nunca tuvo lujos ni en su casa paterna, ni en su infancia, juventud o madurez.
Murió pobre como había nacido y dejó una estela ejemplar de brillo intelectual, de moralidad, de principios, de autenticidad. Un claro y cada vez mejor derrotero ideológico se advirtió en sus actitudes esenciales. Por ello, un día afirmó en el recinto del Congreso”: “La vida ha sido demasiado generosa para mí, tan generosa, que me ha permitido llevar con desenfado, sin pesadumbres, el lujo exquisito de ser pobre”.
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Referencias
1. Véase Tomo I de sus Obras Selectas. Banco de la República. Bogotá, pp. 33-89.
2. En las universidades del Rosario, Nacional, Externado y Libre, regentó las Cátedras de Filosofía e
Introducción al Derecho.
3. Véase 4.4.6 y 4.4.7 del libro del autor sobre Darío Echandía, ya mencionado.
4. Véase ARIZMENDI POSADA, Ignacio (1989). Presidentes de Colombia (1810-1990). Planeta.
Bogotá, p. 243.
5. Este evento ocurrió el 10 de julio, cuando el Coronel Diógenes Gil puso preso al Presidente López Pumarejo en Pasto, intentando un Golpe de Estado. El papel desempeñado por el Designado Darío Echandía y las intervenciones radiodifundidas por Alberto Lleras, facilitaron magistralmente la estabilidad del Gobierno de López Pumarejo y el ulterior castigo de los responsables. Nótese que este evento fue una grave “intentona” de un irresponsable Coronel.
6. Para un estudio de la personalidad de Laureano Gómez, véase el texto del consagrado profesor
Francisco Socarrás: Psicoanálisis de un resentido (1942), Siglo XX, Bogotá.
7. Que invito a estudiar contextualmente, para entender su alcance real.
8. Véase al efecto su defensa de la Reforma Constitucional de 1936. Tomo I de sus Obras Selectas.
(1981). Banco de la República. Bogotá, pp. 221-343.
9. Véase el concepto de Fernando Hinestrosa, en la Presentación que hace del Tomo V, de sus obras
selectas.
10. Un ejemplo de ello es la exposición que realizó en la Biblioteca Nacional de Colombia en 1954, sobre Teoría Constitucional. Otro caso es el Ciclo de Conferencias dictado en la Universidad del Rosario titulado: “De Hegel a Marx” y que se encuentra en el Tomo I de sus Obras Selectas. (1981). Banco de la República, Bogotá.
