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Construir democracia

Liderazgo político democrático XXVIII: Alberto Lleras Camargo: Estadista 1906–1990

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Hernando Roa Suárez
25 de junio de 2025 - 05:00 a. m.
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Fue un gran periodista que devino en escritor, líder y estadista ejemplar.

Conocí al Presidente Alberto Lleras en 1957, cuando al descender de los riscos uniandinos se puso al frente del movimiento que más adelante definiría la configuración del Frente Nacional. Para la presente semblanza, me ocuparé de los siguientes ítems: El peso de la tradición y la búsqueda de una vocación; Evolución de una carrera; Periodismo y política; Forjador del Frente Nacional; Obra escrita; Extractos de sus escritos; Balance para la juventud contemporánea; y Los últimos días. Veamos.

El peso de la tradición y la búsqueda de una vocación. Descendiente de servidores públicos (educadores, militares, sacerdotes y funcionarios), nació en Bogotá, el 3 de julio de 1906, y allí murió a la edad de ochenta y cuatro años. Desde temprana edad fue forjando su vocación, practicando en periódicos estudiantiles y ulteriormente en los más importantes de Colombia y Argentina, para culminar en la fundación de una gran revista: Semana. Su pasión por la lectura lo llevó a adquirir una amplia cultura, que complementaría con su impecable dominio de la palabra hablada y escrita. Sabemos que hizo parte de Los nuevos, con Ricardo Rendón, Jorge Zalamea, León de Greiff y Luis Vidales… Cuando tiene veinte años busca nuevos rumbos y, gracias a una pequeña herencia, se dirige a Buenos Aires. Allí colabora con dos significantes diarios, y merced a su experiencia periodística acumulada, al regresar a Colombia, es designado Jefe de Redacción de El Tiempo, dirigido entonces por Eduardo Santos. Más adelante, se casó con la respetada ciudadana chilena Bertha Puga y tuvo cuatro hijos: Consuelo, Alberto, Ximena y Marcela.

Evolución de una carrera. Hecho a pulso, desarrolló su excepcional inteligencia e intuición política. En su dilatada vida pública, fue representante a la Cámara, Secretario General del Partido Liberal, director de los diarios El Liberal, La Tarde y El Independiente, y colaborador de El Espectador y El Tiempo, así como de La Nación y El Mundo de Buenos Aires; director de la revista Visión y fundador de la revista Semana; Presidente de la Asociación de Radiodifusión; Concejal de Chía; diplomático en Uruguay; Secretario General de la Presidencia de la República; Ministro de Gobierno, de Educación y de Relaciones Exteriores; Senador; Embajador en Washington; director de la Unión Panamericana; Primer Secretario General de la OEA; Rector de la Universidad de los Andes; Primer Designado y Presidente de la República (1945-46) y (1958-62).

Periodismo y política. Habiéndose consagrado desde su juventud al periodismo, comenzó a intervenir seriamente en política, a partir de 1930. A raíz del triunfo lopista de 1934, se comprometió plenamente con su opción de cambio.

Es sabido que, para la segunda elección de López (1942-46), se convirtió en un personaje político que contaba con la confianza plena del Presidente. Al acceder al Solio de Bolívar en 1945, en condiciones políticamente conflictivas para el Partido Liberal, preside el debate por la presidencia de 1946, dando plenas garantías a los contrincantes (J. E. Gaitán, Gabriel Turbay y Mariano Ospina).

En ese año, entregó el poder al triunfador legítimo Mariano Ospina Pérez. Como Presidente constitucional para el período 1958-62, buscó que sus actos estuvieran investidos del imperio de la ley, y así fue reconocido por sus compatriotas en la manifestación de agradecimiento que le tributamos frente al Palacio de San Carlos, al terminar su gobierno. Esa tarde sostuvo: “En los próximos días seguiré siendo lo que he sido la mayor parte de mi vida: un periodista”.

Forjador del Frente Nacional. Si en 1953 habíamos llegado a la República invivible, el “golpe de opinión” bautizado magistralmente por el maestro Echandía, permitió que Rojas Pinilla ascendiera al poder con el respaldo del 98% de los colombianos, y las manifestaciones espontáneas, en todas las capitales de departamento y en las ciudades intermedias, así lo confirmaron. Sin embargo, cuatro años después, el gobierno de Rojas y sus asesores, demostraron su falta de sentido de grandeza e incompetencia para conducir a Colombia, bajo los preceptos fundamentales de la democracia. Los acontecimientos de la Plaza de Toros de Santamaría, fueron un precipitante que condujo finalmente al paro de los sectores financiero, bancario, industrial, comercial y estudiantil universitario, que desembocaron en el inolvidable 10 de mayo de 1957, con la organización de una Junta Militar, que serviría de puente hasta el 7 de agosto de 1958, cuando Alberto Lleras inició dieciséis años de gobiernos alternos, entre los partidos tradicionales1

Para quienes iniciamos nuestras prácticas políticas en aquella época, la eticidad, inteligencia extraordinaria, el carácter, la presencia, la capacidad oratoria2, las convicciones democráticas, el testimonio de vida y la autenticidad del Presidente Lleras Camargo, fueron decisivas tanto para mi primer compromiso, como para el ejercicio de la vocación por el servicio público, años después. Una muestra, un símbolo, de lo que fue la delicadeza, con la que el Presidente Alberto Lleras ejerció el poder, la podemos ilustrar con la siguiente historia: Estábamos reunidos en Paipa, en 1986, en la finquita de Nemesio Camacho, quien había sido Secretario Privado del Presidente, y le pregunté: “Nemesio ¿quisieras contarnos una anécdota que te recuerde especialmente a Alberto Lleras?” Él contestó: “Tengo muchas, pero voy a narrarles una significativa. Un viernes, al terminar la jornada en el Palacio de San Carlos, me dijo: Nemesio, te espero mañana a las 2:30 p.m., para tomarme un whisky contigo. Al cumplir la cita el sábado, bajó el Presidente, me recibió, llamó al mensajero del Palacio de San Carlos, y sacando su billetera, le entregó un billete, solicitándole que comprara el whisky en un almacén cercano. Entonces yo le dije: Presidente, pero hay whisky en las bodegas de San Carlos. Y él me contestó: “No Nemesio, soy yo el que invita”3.

Cuando en los últimos cincuenta años hemos tenido que presenciar y padecer algunos gobiernos ejercidos con mediocridad, por quienes no tenían –ni tienen- la capacidad, la formación, y los méritos para alcanzar el más alto honor que Colombia concede a sus ciudadanos, la memoria del papel de estadista desempeñada por él, está allí, para ser recogida por los futuros historiadores, los gobernantes y la juventud universitaria, deseosa de contribuir a construir democracia participativa y desarrollar la Constitución de 1991.

Obra escrita. Para acercarnos a comprender la magnitud y calidad de su trabajo, como escritor, periodista, político e internacionalista, se me presenta de gran utilidad revisar los cinco tomos de sus Obras Completas, editados por la Presidencia de la República en 1987, bajo la dirección de Otto Morales Benítez. El primer tomo, recoge su libro Mi Gente, textos cortos e importantes testimonios y anexos referidos a su vida pública. El dos, es el primero dedicado a su vida como periodista, y contiene una selección de sus elaboraciones entre 1929 y 1940. El tres, comprende sus textos entre 1941 y 1979, acompañados de diversos testimonios. El cuarto y quinto tomos, versan sobre sus escritos más importantes como intelectual, de acuerdo a la tipología empleada por el compilador.

Para los universitarios y los estudiosos de nuestra historia, me permito insinuarles la conveniencia de estudiar los 5 tomos editados impecablemente por Villegas Editores en 2006. Allí se puede leer -muy agradablemente y con provecho- la cristalización de la obra del más consagrado periodista colombiano del siglo XX y uno de los más inteligentes latinoamericanos que dedicó su vocación al servicio de la democracia, con entrañable amor por Colombia.

Notas.

1. Cuarenta años después de haber terminado el experimento, existen serias observaciones por los efectos nocivos del bipartidismo allí consignado. Sin embargo, no deben olvidarse las condiciones sociopolíticas existentes, en el momento de constituirse el Frente Nacional.

2. Según mi percepción, sus intervenciones radiofónicas son famosas. La precisión de su vocalización y dicción, en sus discursos presidenciales, no tienen par, a lo largo del siglo XX, en América Latina.

3. El lector cuidadoso podrá sacar sus conclusiones respecto de esa actitud y las que hemos observado posteriormente, a partir de 1970, en algunos de los que han ejercido la más alta dignidad colombiana.

roasuarez@yahoo.com

Bibliografía mínima inicial.

ARON, Raymond (1957). The opium of the intellectuals. Doubleday. New York. ARRUBLA, Mario y otros (1978). Colombia hoy. Siglo XXI. Bogotá.BRINTON, Crane (1958). Anatomía de la revolución. Aguilar. Madrid.FROMM, Erich (1962). El miedo a la libertad. Paidós. Buenos Aires. GANDHI, Mohandas K. (1957). An autobiography: the story of my experiments with truth. Trad. Mahadev Desai. Boston.GARCÍA M., Gabriel (1975). El otoño del patriarca. Plaza & Janés. Bogotá. JARAMILLO U., Jaime (E). (1970). Antología del pensamiento político colombiano. 2 vols. Banco de la República. Bogotá. LASSWELL, H.D. (1962). Psicopatología y política. Paidos. Buenos Aires. LEAL, Francisco (1973). Análisis histórico del desarrollo político nacional. 1930‑1970. Tercer mundo. Bogotá. LÓPEZ, Alejandro (1931). Idearium liberal. La Antorcha. París. LLERAS, Alberto. (1987). Obras Selectas. 5 Tomos. Biblioteca de la Presidencia de la República. Bogotá.

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lastima ese nieto Felipe Zuleta lleras un viejo mk y puro facho de extrema derecha
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El único de los nuevos que no era de izquierda fue el que llegó más lejos.
ALVARO MEDIMA(28865)25 de junio de 2025 - 09:42 p. m.
Mi conclusión es que la violencia guerrillera que vino después y aún nos ahoga la generó Lleras Camargo, al cerrarle a la izquierda la posibilidad democrática de presentar y hacer elegir sus candidatos, una izquierda que no elegía más de dos senadores y si acaso tres representantes. Pero Lleras venía de Washington y se comportó como el perrito faldero de la guerra fría entre nosotros. Por eso lo han endiosado. El que no me crea, que lea al cura Camilo Torres.
Heliodoro Velasco(58669)25 de junio de 2025 - 04:06 p. m.
Fue un intelectual razo, muy lejos de un Estadista que el país requería. Monigote de los gringos. Engendro de la aristocratica burguesía.El país no le debe nada. Muy muy lejos de ser lo que entonces se requería mínimo el proyecto de un metro en tonces para Bogotá.
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